Pensó que quizá el peor día de su jodida vida no llegaría aún, pero lo hizo.
Aquél día fue el peor de todos.
Cuando llegó a su casa o más bien, a una distancia media de ella. No pudo no evitar que sus ojos cristalicen por completo, y quiso morirse en ese instante. ¿Por qué debía vivir aquello?
¿Por qué debía vivir en la calle ahora?
Porque estaba seguro que lo harían.
—No... —musitó en un hilo de voz—. ¡Esperen no! ¡No lo hagan! ¡Por favor!
Se acercó a los hombres que estaban haciendo todo el movimiento. Uno de ellos, colocó un "EMBARGADO" en la puerta de su casa.
—¡No lo hagan! ¡Se los suplico!
—¿Usted es Alexander Sharman? ±asintió con un nudo en su garganta—. ¿Se encuentra su madre?
Negó con la cabeza.
—No pueden... no pueden hacer esto. ¿Dónde quedaremos? ¿Dónde iremos? ¡Por favor! —exclamó llorando—. En serio, haré lo posible. Sólo denme tiempo, pagaré la deuda de mi papá.
—Lo siento —le dijo el hombre con una expresión de tristeza—. Lamentablemente no podemos hacer nada.
—Sólo quiero que... me den una oportunidad. Haré lo posible. ¿De acuerdo? —le dijo en un tono dolido—. No quiero quedar en la calle.
—Sólo hago mi trabajo.
Y se descolocó por completo.
—¿Ese es tu trabajo? —señaló a su casa—. ¡¿Con quién debo hablar?! ¡Dime!
—¿Podría calmarse?
—¡No! ¡No quiero calmarme! ¿Entiende que no tendremos dónde ir? ¡¿Entiendes eso?!
Los vecinos comenzaron a salir de sus casas a mirar tal escena con compasión.
Quería desaparecer.
Quería tanto irse bien lejos, y no volver jamás.
Perderse en un mundo dónde no exista tal tristeza. Dónde no tenga tal vida. Dónde pueda sentir sólo felicidad.
Necesitaba tanto estar bien como necesitaba el dinero para poder parar todo de una vez por todas.
Sollozó tan fuerte que se sintió muy patético. Lloraba porque no quería ver a su mamá tristeza. No quería volver a verla llorar. No quería que ella viviría mal. ¿Cómo puede ser un buen hijo?
—Lo siento, joven —se disculpó el hombre—. No podemos hacer nada.
—Mi mamá se podrá realmente mal —musitó—. Por favor, ella estará completamente destruida. Necesito que hagan algo. Por favor... —suplicó nuevamente—. No tienen idea de la situación en la que estamos, no nos quedará nada.
El hombre lo miró con suma tristeza, y negó.
Se cubrió el rostro con las manos, sumamente frustrado y quedó en medio de la nada mientras los hombres se movían de aquí para allá.
—Luego de sacar las cosas, no puede entrar. ¿De acuerdo? Esto es compl-
—¡Lo sé! ¡Sé que no puedo entrar! —le exclamó totalmente enojado y dolido.
—¿Qué está pasando? Hijo que... —habló su mamá, y él volteó.
No...
¿Qué hacía ella ahí?
—Disculpe, ¿usted es Erika? —ella asintió—. Vinimos a embargarle la casa.
Ella se lo esperaba obviamente. Y Alex también, sólo que él no podía realmente aceptarlo.
A su madre comenzaron a caerse las lágrimas pero asintió. A lo que su hijo negó con la cabeza.
—No, no, no mamá. No pueden. No quiero —dijo desesperado—. No pod-
—Alex. Ya está, cariño. Está bien.
—¡No está bien! —exclamó.
—Pueden sacar sus cosas —dijo el hombre—. Debemos hacer esto rápido.
—¡No! -exclamó Alex—. ¿Dónde iremos?
—Encontraremos algún lugar, hijo —dijo con la voz quebrada su mamá, y le acarició la mejilla—. Estaremos bien.
Se sentía tan asfixiado. No quería pasar por aquello. No quería estar en la calle. No le importa él mucho, pero sí su madre.
De reojo divisó una cabellera rizada que estaba mirándolo con un asombro increíble. Estaba allí parada, y su expresión parecía... triste.
Su mamá entró a su casa para sacar las pocas cosas que le quedaban a ellos.
Miró a Allison, y más lágrimas se le escaparon de sus ojos. Sentís tanta vergüenza por todo. Por toda esta situación.
Se sintió tan patético al pensar que quizás, solo quizás, Allison lo volvería abrazar...
Fue una total porquería cuando vio que ella negó con la cabeza, y desapareció de su vista.
Se marchó.
Lo dejó solo.
Aunque no tenía por qué ir con él, y abrazarlo. Pero pensó... ni siquiera sabe qué pensó, pero se sintió tan destruido y solo.
Volteó para comenzar a caminar apresurado lejos de ese lugar, porque no quería estar allí.
—¡Alex! -llamó su mamá—. ¡Cariño, ven!
Pero la ignoró, y se marchó de todas formas. Necesitaba estar solo, y tranquilo.
Obviamente se fue al mismo lugar de siempre cuando se sentía devastado, se fue al parque y allí había un enorme árbol. Y se sentó allí, apoyando su espalda en el tronco.
Cubrió su rostro con sus manos.
Parecía todo un niño llorando pero es que todo siempre era tan doloroso en su vida.
Porque se desilusionó con ella otra vez.
Porque pensó cosas... que quizá jamás pasarían.
Y porque viviría en la calle, y porque el otoño estaba cada vez más cerca.
Y porque no sabía qué hacer.
Su papá al morir les había dejado una deuda de once dólares. Debió dejar de estudiar y trabajar, pero por un lado eso era tan inútil. Y joder... se sentía tan solo en ese momento. Sin dónde ir, sin dónde escapar, sin encontrar la salida a ese lugar lleno de luz.
Se agarró la frente para respirar hondo.
Todo estaba en silencio. Sólo se oía su respiración agitada.
Su corazón se detuvo, cuando oyó su voz, diciendo:
—¿Recuerdas cuando dijiste para mí: "No llores, Alli. Porque cada vez que lo haces, me rompes el corazón..." —ella rió suavemente—. Sólo eras un niño.
Levantó su rostro, y miró a la rizada que caminó hasta él y se hincó frente al castaño.
—Y luego seguías diciendo "... porque cada vez que lo haces, me pongo triste... —dijo ella ahora mirándolo—... Y porque cada vez que te veo llorar, pido un deseo con todo mi corazón que dejes de hacerlo."
Alex se mordió el labio inferior. No estaba en condiciones de hablar.