Alex caminaba junto a Allison, en realidad se dirigían a la casa del castaño porque según Alex debía ayudar a su mamá con las cosas y debía hablar con ella.
Ya no se encontraba llorando, y estaba más calmado pero cada vez que se acordaba que debía vivir, literalmente, en la calle con su madre... quería morirse porque no quería ver como su mamá estaba pasándola tan mal y él de igual manera.
—¿Has comido? —le preguntó Allison mirando hacia el suelo.
Él no respondió, sólo la miró y bajó la cabeza. Al parecer Alex no tenía ánimos de hablar. Obviamente no comió. Por eso adelgazó bastante.
—¿Por lo menos has desayunado, Alex?
—¿A qué se debe tus preguntas?
—A que si te has alimentado bien —respondió seriamente.
—Jamás me he alimentado bien —musitó y suspiró pesadamente.
Allison no dijo más nada, y siguieron caminando hasta la casa de Alex.
—Gracias... —le dijo Alex a ella—. Por acompañarme. Mi madre debe estar en la parte trasera de la casa, sé que queda allí cuan-
—No creo —le interrumpió—. No creo que tu mamá esté allí, Alex.
Él frunció el ceño confundido.
—¿Qué?
—Tú mamá... está en mi casa —dijo ella frunciendo los labios—. Mi madre fue... quién la llevó hasta allí, y vine a buscarte a ti.
Alex negó con la cabeza algo aturdido.
—No voy a ir, no quier-
—¿No quieres qué? —preguntó molesta—. Alex te he venido a buscar, y te estoy pidiendo que vengas a mi casa.
—Pues no quiero ir.
—Antes entrabas sin protestar.
—Cuando teníamos diez años, Alli.
—¡Pues irás! —le exclamó.
—¡Qué no! ¡No quiero tu lástima! ¡No quiero! —gritó.
La verdad es que los dos estaban gritando. Volvieron a tener 10 años.
—¡No es lástima! ¡No lo es! ¡Cierra la boca! —le exclamó entre ofendida y enojada—. Quiero que me acompañes a mi casa, quiero... quiero que vayas allí. ¿De acuerdo? ¿Cuál es el maldito problema?
—El maldito problema es que no quiero estorbar... y sé que mi mamá piensa igual que yo. Porque somos completamente iguales —le dijo—. Y-
Allison miró para todos lados buscando la forma en convercerlo. Así que fue hasta el medio de la calle, se echó al suelo acostándose por completo. Se había recostado boca arriba.
—Me quedaré aquí entonces hasta que decidas ir.
Alex abrió sus ojos enormemente, viendo par todos lados. Había personas cerca de allí y estaban mirándolos algo... raro.
—Alli, levántate en este instante. ¿Cuántos años tienes?
—No me levantaré nada —cruzó sus brazos y cerro sus ojos.
El castaño estaba un poco asustado porque de lejos pudo divisar que venía una bicicleta. Alex, rápidamente, tomó de la mano de Allison para agarrarla pero ella bastante pesada a decir verdad.
—¡Vas a lastimarte! ¡Levántate!
—¡No! —se echó otra vez al suelo.
Alex volvió a mirar las bicicletas que estaban aún más cerca y bufó, diciendo—: ¡Bien! Iré contigo. Por favor, levántate.
Allison se levantó rápidamente y comenzó a caminar en dirección a su casa.
—Perfecto —dijo ella sonriendo.
Ella era desesperante.
Un Alex con el ceño fruncido entró a la casa de Allison, y hacía tiempo que no estaba allí. Siempre fue tan preciosa y grande aquella casa. Y tenía un jardín verdaderamente maravilloso.
—Siempre he dicho que este jardín es precioso —musitó—. Tu mamá hace un lindo trabajo.
—Lo sé —dijo ella—. Siempre lo ha cuidado a su manera.
Subieron a las escaleras hasta llegar a la puerta, a lo que la mucama la abrió dejándolos pasar.
—Hola, señorita Allison —saludó—. ¿Amigo nuevo?
Ella sonrió, y negó la cabeza.
—Un amigo viejo, Rosie —le dijo—. ¿Mamá? —preguntó al entrar a la casa junto a Alex, el cual, curioso, estaba viendo absolutamente todo como si fuese la primera que lo hiciese.
—Su madre se encuentra con una señora tomando el té —le dijo—. ¿Necesita algo? -le preguntó a Allison.
Alex tímido negó la cabeza.
—Sí. ¿Puede preparar un café expreso? Y una torta de chocolate con frutilla y crema. Por favor —pidió Allison con una sonrisa amable.
Ella asintió con una sonrisa.
—Cómo no, señorita —dijo—. ¿Cuál es tu nombre? —le preguntó a Alex.
Alex pareció querer responder pero estaba tan nervioso que se calló, y Allison dijo:
—Al... digo, Alex —carraspeó nerviosa—. Es Alex, así se llama.
El castaño volteó a mirarla un poco sorprendido.
Rosie asintió, y se marchó.
—No debiste pedir nada para mí, Alli —le dijo—. Estoy bien.
—Ajá, claro —dijo—. Ven.
Alex lo siguió hasta donde sus madres se encontraba, y cuando llegaron a ellas. Erika abrazó tan fuerte a Alex que él quiso llorar nuevamente. "Estaba muy preocupada por ti" le susurró. Y luego le agradeció a Allison por traerlo de vuelta.
—Mamá —llamó Allison a Grace que miraba tal escena con una sonrisa, luego giró a mirar a su hija—. Quiero hablar contigo.
Ella asintió y se marchó con la rizada hacia quién sabe dónde.
Alex aprovechó y le preguntó a Erika:
—¿Qué te ha dicho Grace?
—Nada, cariño. Sólo nos quedaremos un rato aquí, y luego veremos dónde iremos. ¿De acuerdo? Estaremos bien. Conseguiremos algo, ¿sí? —le dijo ella con una pizca de esperanza en la voz, y en sus ojos.
Aunque Alex no estaba tan convencido sobre eso, pero de todas maneras asintió.
—De acuerdo —forzó una sonrisa—. Está bien, mamá.
—¿Ha hecho las pases tú y Allison?
—¿Por qué?
—Grace me ha dicho que no se han de llevar tan bien pero... que Allison quería hacer las pases contigo, ¿cierto?
¿Quería hacer las pases con él? ¿Cuándo ha pasado todo eso?
—La verdad... es que no lo sé. Alli no me ha dicho nada.
Erika ladeó la cabeza, y lo miró con una sonrisa divertida.
—No empieces —le masculló—. No pienses qu-
De repente la mucama le trajo lo que Allí había pedido para Alex, y cuando Grace y Allison volvieron. La rizada obligó, literalmente, a que Alex se sentase y merendara. Erika se rió por el comportamiento de los chicos, y ella también se sentó a hablar con Grace del tema de su casa.