La casa de la bruma

14. Las etapas de Nico

Ada se sumergió en la bañera de agua caliente con esencia de lavanda. Se quedó allí un segundo, con los ojos cerrados y en silencio, cuando escuchó ese sonido particular, como el gorjeo de un gorrión y detrás la voz de la señora Rosa que llamaba: «¡Nico! ¡Nicole!»

Efectivamente, había ganado el nombre en alemán por sobre el italiano, ya que posiblemente anotaría a su hija con el documento falso de Ada Graf. Al menos así tendría una coartada frente a su familia, quien todavía no conocía a la niña.

Ya habían pasado seis meses desde aquella madrugada del 5 de agosto en que debieron llamar a la comadrona. El señor Denver había llevado el auto para traerla a toda prisa. La señora Rosa se había puesto bajo el ala de fräu Leman y entre las dos habían preparado toallas, agua y todo lo necesario para el parto. Nadie lo hubiera sospechado, pero cuando llegó el momento, fue la señora Leman quien había sostenido la mano de Ada y le había infundido fuerzas. Del otro lado de la puerta, herr Weimann se mordía las uñas por primera vez en su vida. Tenía los sentimientos sumamente encontrados, ya que pensaba en que ese bebé era de otro hombre, mientras esperaba que la mujer fuera suya algún día.

Fue así que la vida de Nicole, un hermoso bebé rosado de cabello extremadamente rubio, llegó a trastornar la vida de Nebelhaus. En los últimos meses se oían canciones de cuna en español, italiano y alemán, así como monólogos que la pequeña escuchaba en cualquiera de esas tres lenguas. Incluso había comprado el corazón de herr Müller, que estaba encantado con la niña aria que tan bien haría al pueblo alemán. Sin embargo, Ada intentaba mantenerla escondida cada vez que el caballero llegaba de visita.

El cambio en la señora Leman empezó la madrugada del parto y se extendió con el pasar del tiempo. Era ella quien aconsejaba como madre a Ada y la acompañaba en momentos íntimos como el primer amamantamiento, el cambio de los primeros pañales y los primeros baños. Ada estaba asombrada y contenta a la vez, pues fräu Leman atenuaba la falta que le hacía su madre. Durante las noches de trabajo, incluso era ella quien se quedaba velando al lado de la cuna de Nicole.

La señora Rosa tomaba muy en serio el papel de niñera y llevaba a la pequeña a donde quiera que estuviese en los momentos en que la madre debía trabajar. Pero a veces el dolor de los primeros dientes, la angustia de los siete meses o simplemente el apego por la madre era tan fuerte que Nicole se recostaba cerca de ella y desde allí atestiguaba su trabajo y el de su patrón.

Herr Weimann también sufrió un cambio con la llegada de la niña. Pero era uno de otra índole: a veces, cuando la miraba jugar, su semblante reflejaba una añoranza que no quería poner en palabras. Más de una vez, cuando quedaba dormida en la biblioteca y se despertaba para no encontrar a su madre junto a ella, el señor la había tomado en brazos y la había calmado con canciones y arrullos. Ada los había encontrado así en más de una ocasión, y su corazón se estrujaba ante la falta que le hacía un padre para Nico y un hombre para ella.

Luego del nacimiento de su hija, Ada había hecho frente a Weimann y le había exigido que le permitiera informarse sobre el avance de la guerra en Europa. Al principio, él se había sentido increpado, pero finalmente comprendió que el pedido no tenía nada descabellado. Incluso revisó el contrato y no encontró nada que se lo prohibiera.

A los seis meses de Nicole, el martes quince de febrero, bombarderos estadounidenses destruyeron el asediado monasterio benedictino de Montecassino, en Italia, con el objetivo de romper la línea que mantenía el fascismo allí y pasar a conquistar Roma. Al parecer, las batallas se mantenían lejos de las costas de Bari, para tranquilidad de Ada. No obstante, sabía que sufrirían en forma indirecta con escasez, racionamiento y hombres conscriptos para pelear en el frente contra su voluntad.

A los diez meses, Nico se puso de pie por primera vez. Estaba junto a Weimann en la biblioteca, hasta donde había llegado gateando por el frío piso del patio central. Una vez allí, tomada del borde de un sillón, flexionó sus piernitas rollizas y se arrodilló. Acto seguido, se paró tambaleante como un borracho y se rio. El grito del señor se oyó en todas las habitaciones de la casa. Preocupadas, las tres señoras de la casa, Graf, Leman y Rosa, corrieron hacia dónde provenía la voz. Entonces sus rostros dejaron la preocupación y reflejaron la beatitud del cuadro que veían. Hasta el señor Denver terminó por acercarse a ver a la pequeña en vestido verde, mediecitas blancas y zapatos rojos, de pie en el centro de un círculo babeante.

Ese día fue el 6 de junio de 1944, el mismo que tropas aliadas desembarcaron en las playas de Normandía, Francia. La Operación Overlord duró hasta fines de mes, conjugando tropas estadounidenses, británicas y canadienses. La defensa alemana resultó incapaz de hacer frente a esta invasión masiva y, con los canales de comunicación interrumpidos, fueron incapaces de pedir refuerzos a Berlín.

El 5 de agosto fue el primer cumpleaños del centro de la vida de Nebelhaus. Nico usaba un vestido blanco con un lazo rosa regalo del señor Weimann y un saco al crochet que le había preparado especialmente para ese momento fräu Leman. Se paraba firme sobre sus zapatitos blancos, sobre la falda de su madre. Para esa ocasión especial la visitó el doctor Schmidt, el mismo que había revisado madre e hija después del nacimiento, un año antes. El doctor encontró a Nicole Graf en perfecto estado de salud y desarrollándose conforme lo esperado en una niña de su edad. Todos sonrieron y felicitaron a la niña.

—Es la perfecta niña aria. El futuro de nuestra raza —terminó por decir. Ada sintió un revoltijo en el estómago. Desde el primer momento había sabido que ese hombre comulgaba con la ideología nazi, pero era mucho peor no tener un médico amigo.

Días más tarde, el 25 de agosto, el comandante alemán de París capituló ante del general Charles de Gaulle. Su entrada a la ciudad había sido asistida por las fuerzas de la resistencia. Esta había empezado a gestarse una vez que Francia cayó en manos alemanas, cuatro años antes. El día en que de Gaulle caminaba por París, Nicole jugaba con muñecos de felpa sobre la alfombra de la habitación que compartía con su madre.



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En el texto hay: historia, amor

Editado: 17.11.2022

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