La casa de las rosas

El torbellino azul de mis sueños

La casa de las rosas era un lugar mítico que guardaba secretos muy oscuros, se creía embrujada y aun en la actualidad la gente se aleja de la zona porque todos los que han estado cerca o se han visto involucrados en sus asuntos aunque sea de la manera más superflua y casual tienen experiencias bastante horribles que contar, o cuando menos les podrán contar algo desconcertante acerca del lugar. Y eso nos lleva a mí mismo, me llamo Daniel de la Cruz y ni siquiera sé por dónde empezar a contarles mi experiencia con la casa y su poder.

Mi hermano Iván siempre fue un joven jovial, tenía facilidad de palabra y usualmente gustaba de ir a fiestas donde tomaba, bailaba y se divertía muchísimo. Era como dicen "el alma de la fiesta" y desde niño siempre fue así. Era popular, mujeriego y despreocupado pero ni siquiera podías odiarlo porque el maldito caía bien y era agradable su presencia, sabia ver lo bueno en las personas y no recuerdo una sola vez en que molestara a alguien o que hiciera sentir mal a alguien. A mí no me gustan las fiestas y odio convivir con la gente, soy todo lo contrario en ese aspecto pero cuando estaba con él en las fiestas o en las reuniones siempre me hacía sentir cómodo y buscaba la manera de hacerme encajar e increíblemente lo lograba con creces; no les puedo negar que me divertía mucho con él, sin embargo la gente no me hablaba si no era por él y no es broma; en una ocasión organice una fiesta para mi cumpleaños e invite a varias personas, solo que les dije que Iván no iba a estar presente esa noche y salió muy mal, pensé que vendrían pocos y mi sorpresa es que no vino nadie, así como se escucha, me quede en casa esperando con las cervezas en el refri, con las pizzas en la mesa y con unas gruesas lágrimas escurriendo en mis mejillas. Solo recuerdo que Iván llego y  me vio solo llorando en el sillón, me abrazo y me dijo que yo era especial y que no volvería a hablar con las personas que me habían plantado, entonces le dije lo que había hecho y solo me abrazo con fuerza, ya no dijo nada más, destapo dos cervezas, puso música y me dijo que celebráramos nosotros dos, que la demás gente no importaba porque él siempre iba a estar ahí para mí y yo nunca tendría que celebrar solo. 

Déjenme decirles algo, no lo cumplió. En alguna de las fiestas a las que asistía conoció a Jessica y empezó a salir con ella, pero no como con las otras chavas con las que salía, empezó a salir en serio y se le veía en la cara, Iván estaba enamorado y Jessica me caía muy bien, era una chica muy linda, parecía que sus familiares tenían dinero porque siempre vestía muy elegante, tenía el celular más caro del mercado y tenía un auto nuevo que tal vez no era el más lujoso pero era mejor que el Tsuru viejo que teníamos nosotros. Yo solía platicar con ella cuando iba a mi casa y me parecía una mujer maravillosa, hablo en el buen sentido, era un partidazo para Iván, además sus suegros lo adoraban y ya le habían conseguido un trabajo en el gobierno; todo iba fantástico hasta que comencé a tener unos sueños muy raros.

Me veía a mí mismo caminando dentro de una casa que no conocía pero se me hacía muy familiar, los muebles de esta casa eran antiguos y estaban empolvados, parecía una casa de antaño ya que no había ni radio, ni televisión, ni electrónicos. Exploraba esos pasillos hasta que una sombra que salía al patio llamaba mi atención, era una sombra enorme y muy definida pero la seguía sin miedo hasta que cuando yo atravesaba la puerta que daba al patio esta desaparecía gradualmente mientras avanzaba hacia las puertas inclinadas que daban hacia el sótano. Salía y paseaba curioso por ese hermoso patio con una fuente en el medio, escuchaba el viento soplar fuerte y rápido, lo sentía alborotar mi cabello y casi podía verlo dibujado en la niebla que se removía en círculos pequeños que se movían hasta desaparecer en el cielo que emitía destellos azules de vez en cuando. Me encontraba ya a unos metros de las puertas del sótano y me senté despreocupado en la fuente. De pronto una ventisca se alzó desde el frente de la casa y removió la neblina que cubría el cielo, a mi espalda se abrían de par en par las puertas del sótano, me acerque a comprobar que había pasado y parecía que el sótano estaba inundado con un líquido morado y espeso, me acerque aún más y el líquido comenzó a burbujear, me asuste y camine hacia atrás hasta que tropecé con la fuente, caí de sentón y al levantarme escuche el escurrir de alguien o algo que estaba saliendo del sótano. Me puse de pie lo más rápido que pude y lo vi, con el cabello en la cara, jadeando rápido como queriendo respirar, era un hombre sumamente pálido e hinchado por el remojo, me veía con unos ojos verdes como las hojas de los árboles, su mirada era inquietante y aterradora. En segundos salió impulsado del agua y se acercaba arrastrándose a gran velocidad hacia mí mientras a mi espalda el viento hacia un ruido fuertísimo, tanto que mis gritos se ahogaban y no parecían emitir sonido, volví a caer, no tropecé, simplemente mis piernas y mi mente no lograron soportar aquella visión que se acercaba de una forma tan caprichosa y veloz hacia mi posición. Intente volverme a levantar pero aquel hombre ya tenía agarrado mi tobillo con su mano engordada y viscosa mientras yo gritaba e intentaba moverme sin éxito alguno. Pasaba sus manos por mis piernas y avanzaba sin titubear hasta que lo tuve frente a mí, no puedo ni siquiera comenzar a describirles lo horrible que se siente enfrentarse a algo así, en mi sueño me orinaba del terror y es que podía ver su rostro morado y sus ojos verdes frente a mí, escuchaba su desesperada y jadeante respiración y podía sentir su frio y baboso cuerpo encima de mí, se reía de mi expresión, su risa era como una gárgara que se intensificaba mientras se acercaba cada vez más a mi rostro. Entonces lo escuche, era la voz de mi hermano que me gritaba a lo lejos, se amplificaba y parecía correr junto con el aire como si viniera desde arriba, de alguna forma encontré fuerza y aprovechando las morbosas carcajadas de mi captor lograba zafarme de las manos de aquel bribón que para mi sorpresa era más fácil de lo que parecía o talvez simplemente me había soltado, no lo sé, me levante listo para dar media vuelta y correr pero al girar pude ver un remolino enorme que destellaba en color azul, tuve que detenerme, porque bajaba del cielo y se dirigía a donde yo estaba, entonces volví a sentir la viscosa mano de mi captor, voltee la vista aterrado solo para comprobar que ya no había nadie en el piso y que el líquido morado del sótano brillaba como si un tesoro luminoso se encontrara ahí abajo. Volví a escuchar la voz de mi hermano pero ahora tan fuerte que casi me rompe los tímpanos, alce la vista sobresaltado y vi el rostro de mi hermano, enorme y dibujado entre la neblina y el remolino, su expresión era de un auténtico terror, gritaba y se deformaba en un espiral que descendía con un viento tan fuerte y ruidoso que me costaba trabajo mantenerme en pie. Lo último que recuerdo es que el remolino me levantaba del suelo y me tragaba mientras la voz de mi hermano resonaba por todos lados. Desperté gritando y empapado en sudor, así fue la primera vez, después solo despertaba sobresaltado y al final ya no tenía miedo, solo estaba intrigado del porqué de este sueño. A veces variaba un poco pero siempre todo terminaba conmigo siendo elevado y tragado por aquel viento azul que me invadía hasta hacerme despertar.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, demonios

Editado: 23.04.2019

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