La casa de las rosas

El origen

 

Después de que el patrón y mi hijo mataron a esos hombres me sentí aliviada, triste y destrozada, pero aliviada. Mi Colibrí se había ido y yo me quería ir con él. Llevaba años diciéndole que nos marcháramos, antes de que naciera Jacinto se lo dije, después de que nació también, pero nunca me hizo caso y ahora estaba muerto. Siempre me han dado miedo el patrón y la patrona Sofía, siempre leyendo esos libros de magias y cosas del diablo, estaba segura que esos hombres habían venido por culpa de ella y de sus cochinadas, pero igual no podía hacer nada. Y el patrón era un sádico, yo lo había visto torturar y matar a otros casi por cualquier cosa; lo único bueno es que teníamos un lugar donde vivir y además el patrón, chueco o derecho nos cuidaba mucho y nos procuraba. 

Pero últimamente ha estado más loco que de costumbre y no es para menos, la epidemia que le cayó al pueblo está matando a muchas personas, gracias a dios ninguno de mis hijos se ha contagiado, pero a ellos ya se les murieron cuatro y el Nico ya está bien malo, pobrecito, no creo que aguante la semana. Le voy a decir a mis hijos que nos vayamos, que demos las gracias y nos vayamos al pueblo donde nací a vivir con mis hermanos, aquí ya no hay nada para nosotros.

Aunque no lo logre y tampoco le atine, el Nico se murió ese mismo día en la madrugada y la patrona berreaba como loca, la entiendo y entiendo su desesperación. Pero no se puede jugar con la vida y la muerte y menos se puede jugar con quien tiene el poder sobre estos. 

El patrón cerró todas las puertas, las atranco desde afuera y martillo todas las ventanas mientras dormíamos, luego nos despertó y nos dijo que se habían vuelto a meter a la casa, nos dijo que los niños y la señora Sofía ya estaban en el sótano esperándonos. Nos fuimos a meter, mis cuatro hijos y yo, pero no había nadie ahí adentro, solo habían muchas velas moradas por todos lados y un símbolo extraño con un sol con la cara triste en el centro, nos quisimos regresar pero el patrón no nos dejó, nos dijo que nos quedáramos quietos y que no nos moviéramos, mis hijos lo enfrentaron pero le disparo en la pierna a Ramón y nos dijo que nos iba a matar si nos movíamos o si hacíamos cualquier cosa.

La señora Sofía comenzó a decir algo y lo repetía muchas veces hasta que el humo morado que despedían las velas inundaba el lugar.

-Señor de la vida y la muerte. Tú que te llevaste por error o por desgracia a mis seres queridos. Te ofrezco cinco vidas por cinco vidas, te ofrezco sus almas para que hagas lo que quieras con ellas, pero a cambio quiero a mis niños de vuelta. 

Luego le dijo a su marido que era hora y uno a uno metió a mis hijos dentro del círculo y los mato, luego me metió a mí y también me disparo, pero no morí al instante, aún seguía viendo lo que pasaba y escuchaba todo lo que se oía. Por varios minutos no pasó nada y el patrón estaba desesperado.

-¡No pasó nada Sofía!, ¡Te dije que era una locura! 

La señora titubeaba, pero esperaba ansiosamente

-Esto fue una idiotez..., no se merecían morir así...

Se comenzó a escuchar un rumor como de agua que corría y del círculo comenzó a salir un líquido morado y espeso que inundo el lugar con rapidez.

-¿Qué es esto Sofía?, ¡Has que pare!

Pero no paraba y se hacía cada vez más veloz. Del agua salió una criatura negra con cuernos, era el diablo y agarro al patrón de la cabeza mientras la patrona subía corriendo por las escaleras, estaba a punto de salir del sótano pero las pesadas puertas de madera se cerraron de un golpe y su cuerpo se partió a la mitad. Lo último que vi antes de morir fue al patrón, se estaba ahogando mientras el demonio lo agarraba con firmeza, no supe cuál de los dos murió primero, pero me fui con el gusto de saber que ese podrido par de pendejos no se salió con la suya.

 



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En el texto hay: misterio, fantasmas, demonios

Editado: 23.04.2019

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