La casa de nuestros secretos

Nuestra casa

Era primavera y como todas las tardes de visita en la casa de su abuela, Lena buscaba escabullirse para acceder a su amada casita del árbol.

-¿Que haces ahí?- nunca había visto a nadie pasar por ahí, creía que era una casa abandonada.

-¿Que no ves?-le respondió sarcásticamente sin siquiera mirar a la pequeña niña que lo miraba curiosa al verlo subir por aquellas sogas.

-Es peligroso- dudando si seguir ahí, continuó- Mamá dice que trepar no es de niñas porque te puedes lastimar. 

-Pero no soy una niña-el viento provocó que las sogas se zarandearan ferozmente de un lado al otro haciéndolo estremecerse pero sin dudarlo siguió subiendo. 

Sólo lo observaba, desde ahí abajo él se veía muy pequeñito ante sus ojos; su tez pálida y su cabello sedoso castaño claro brillaban con la luz a pesar de que esté nublado. Sin pensarlo le volvió a advertir que se bajara, que era peligroso que siguiese queriendo llegar a la casita con vientos tan fuertes pero él, tercamente, no cedía. Era muy idiota la idea de seguir estando ahí, sabía muy bien que la casita del árbol estaba prohíbida. A sus cortos seis años ya era capaz de seguir las ordenes de mamá al pie de la letra a pesar de la curiosidad que la comía por dentro y aquella era "NO SUBIR A JUGAR A LA CASA DEL ÁRBOL SIN MAYORES PRESENTES" pero aquel niño parecía mucho más grande que ella, quizás unos 3 o 4 años más grande, ¿qué a caso aquello no contaba como ser MAYOR? se preguntó a si misma.

-No te subas, no necesito a nenas feas rondando por MI casa- perpleja y con un pie ya en el 3 escalón lo miro envenenadísima. Como osaba aquel asqueroso niño a llamarla fea e incluso a siquiera a afirmar que aquella casa era suya.

-La casa no es tuya

-¿la has construído tu, fea?-riendose a carcajadas siguió intentando subir sin esperarse que la dulce niña atara las sogas de tal forma de que quedasé suspendido en el tronco de aquel arbol viejo, con las yemas de los dedos totalmente blancas del esfuerzo por no caerse. Le exigió que las volviera a poner como estaban pero eso jamás pasó.

-PONLAS YA COMO ESTABAN. YAAAAAAAAAAAA-gritó pero la niña había desaparecido. Definitivamente aquella niñita engreída se las pagaría.



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En el texto hay: cartas, romance, misterio

Editado: 29.11.2020

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