Hudson les había pedido, más bien, ordenado; que recogieran sus pertenencias y que a primera hora de la mañana, se irían de ahí, no sabía con exactitud cómo, pero lo haría, no permitiría que los cuatro murieran.
En la tranquilidad de su habitación, y con sumo cuidado, coloco las notas.
- Ocho invitados, cada uno moriría de manera insospechada, aunque –se detiene al contar el número de invitados en la canción–, está claro que el octavo debo ser yo, dejando a dos de las diez personas vivas, algo que no puedo creer teniendo en cuenta que ama matar –dice bajo, se pone de pie y sale de su habitación. Camina al despacho de la señorita Lestrange, necesitaba saber si había registros del antiguo propietario.
Entra mirando el orden de la habitación, tan frío y pulcro como su dueña. Se acerca al escritorio y con cuidado comienza a revisar los papeles, todos eran cartas e invitaciones. Comienza a revisar los libros, sobre todo los que parecían más viejos. Un viejo reloj suena indicándole que pasa de media noche, así mismo, un grito irrumpe la tranquilidad. Hudson corre sin soltar el libro de su mano, cuando llega a la habitación de las mujeres.
- Roseanne entro al baño, dijo que solía tardarse en bañarse –dice Agnes temblando–, pero al pasar media hora, entre y ya no estaba, desapareció –Lady Levert la abraza, era claro que la situación las había sobrepasado.
- No vayan a ningún lado, quédense las tres juntas, por la mañana nos iremos –dice antes de salir de la habitación.
Baja al sótano y hace un recuento de los cuerpos que pudo recuperar. Con pesar sube al ático, quizás encuentre algo que le pueda ayudar, pero antes debía ir por una lámpara a la cocina. Una vez armado con lo que necesitaba, subió al ático, a primera vista estaba oscuro, pero una vez adecuándote a la oscuridad, eras capaz de ver un poco por la luz de la luna que se filtraba.
Había varios cofres, uno a uno comienza a abrirlos, la mayoría contenía ropa vieja, papeles sin importancia, iba a darse por vencido cuando un bulto en una esquina llamo su atención, sin perder tiempo se acercó y lo descubrió, lo abrió y para su sorpresa, era el cuerpo de Roseanne, le habían cortado la garganta.
Aún no se pueden ir, todos deben pagar.
Leyó Hudson en el papel que la chica tenía en la mano.
- Ella está aquí, por el lugar donde fue secuestrada, Lestrange estaba en la biblioteca en el primer piso, por tanto, tuvo que ser sacada por alguna ventana –piensa antes de correr a la biblioteca. La ventana no estaba abierta, sabía que no había sido tan tonto como para no revisarla, pero si había un pequeño agujero en el suelo. Él había inspeccionado, sin embargo, eso no había estado ahí, alguien lo había usado hacia poco, quizás en el justo momento de su llegada. Quizás iba por otra de las mujeres o quizás estaba comprobando el territorio. Camina hacia el escritorio y nota como falta una hoja, una que había sido usada para la nota que tenía en sus manos.
Se deja caer en el sofá, ¿cuánto tiempo llevaba intentando encontrarle?
Esa caza lo había llevado a perderlo todo, su esposa, su prestigio, a su mejor amigo, parecía que jamás había pisado esta casa, pero la realidad era otra, esa casa la llevaba tatuada en cada parte de su piel, una marca que le recordaba... la muerte.