Douglas, le había hecho el amor por segunda vez esa mañana. Tendría que ser el calor o la comida. Ya que, desde que llegaran a la finca no habían dejado de estar uno encima del otro. El día anterior había estado un poco fuera de contexto. Aparentando normalidad, aunque lejos de la realidad.
La bienvenida de su hermana no las sorprendió en absoluto, siempre quiso ser el centro de atención, era algo con lo que habían crecido desde pequeñas. Mila el centro de la familia. Mila el centro de todo. Pero había disfrutado con sus hermanas unas horas de piscinas y sol.
Mila, cuando quería, podía ser la mejor compañía, la payasa del grupo para unas buenas risas. Le sorprendió encontrarse con Ricardo en la cocina. Iba a por más té helado, cuando lo vio en el patio de la cocina, hablaba con alguien por teléfono por lo que no la escuchó entrar.
Estaba de perfil sin poder verla. Amelia lo pudo observar sin ser vita, Había pasado casi siete años desde la última vez que se vieron. Fue en la Comunión de su sobrina, Helena. Ella seguía soltera, y él, parecía ser feliz con su hermana y orgulloso padre de su hija. Había cambiado, se le veía más fornido de como ella lo recordaba, y su semblante algo triste, pero aún mantenía su atractivo.
Sin esperarlo la mirada de él la encontró. Amelia abrió bruscamente la puerta del frigorífico para hundir la cabeza en busca de la bebida. Sintió un poco de vergüenza al verse pillada mirándolo descaradamente. Cerró la puerta después de unos eternos segundos, buscando, quien sabe el que, cuando el té lo tenía delante de sus narices, en una jarra de cristal.
Y ahí, estaba el.
–Hola Amelia –Me alegro mucho de verte. –Esto último, lo dijo con bastante sinceridad. Se alegraba de verla. –Estas estupendas. –Recorrió la figura de ella con gran aprobación. Con el pareo transparente, anudado alrededor de su cintura como única indumentaria, dejaba un pequeño bikini revelador a la vista. –¿No me vas a dar un abrazo?
–Ohh...si… perdona, yo venía... –dijo ella, levantando la jarra para después dejarla sobre la mesa. –Amelia abrió sus brazos y Ricardo se perdió en ellos. El abrazó tan apretadamente que la hizo poner de puntillas. Hundiendo su cara en el pelo de ella, era injusto, pensó él. Pero necesita olerla y sentirla, aunque fuese con ese abrazo.
Amelia tampoco fue inmune, hacia años, desde que estuviese tan cerca de él y mucho menos imaginar tener sus brazos rodeándola por completo. Sintió su pecho firme, sus brazos bien musculosos, resultado de horas de gimnasio, he incluso el olor familiar de la colonia. Nada había cambiado en él. Ricardo seguía igual de atractivo. Fue ella quien rompió el abrazo, no era justo pensó, y además ella tenía pareja.
La sola idea de ver a su hermana entrar le erizaba la piel, sabía muy bien que estaban separados, divorciados o como ellos quisieran que todos lo vieran. Ahora él era libre, pero ella no podía.
–Tengo que irme, –dijo, mirando hacia el pasillo, –Mila y Paula están esperando…–cogió la jarra para dirigirse hacia el exterior.
Ricardo se quedó en la misma postura con los brazos caídos y sujetando su móvil. Le había gustado sentirla. Ella había cambiado y le gustaba la nueva mujer que por un momento abrigó en sus brazos, aunque reconoció un poco de su antigua Amelia... Aunque no pudo negar que le agradó bastante, volver a verla. Ahora quedaba ver quien era su pareja El resto de la tarde paso con normalidad.
Ricardo, no se unió a ellas, prefiero pasar la tarde en su habitación vaciando sus maletas, respondiendo algunos correos pendientes y después se relajó en la terraza leyendo en compañía de una cerveza. Amelia decidió no darle importancia, eran familia y llevaban muchos años sin verse, eso era todo.
La hora de la cena fue muy esperada, ahora si estaban reunidas, ella con Douglas, Paula con Carlos, Mila y… Ricardo. Eran casi las nueve de la noche cuando se reunieron en el Gran Salón que solía abrirse para ocasiones especiales.
Los hombres llevaban ropa casual y cómoda. Ellas se esforzaron un poco más. Paula no pudo evitar notarlo, su hermana Mila llevaba un vestido vaporoso con grandes aperturas en las piernas, mostrándolas al caminar, el cabello lo llevaba con un efecto mojado hacia atrás y maquillada, parecía una leona en busca de macho para esa noche. Amelia se decantó por un vestido corto con vuelo de corte griego, ajustado hasta la cintura, el cabello lo llevaba suelto y se le veía más ondulado de lo normal.
Definitivamente se habían forzado en la primera noche. Estaba deseando ver el resto de los modelitos que usarían en esas vacaciones.
Disfrutaron de una buena cena. Y después de cuatro botellas de vino tinto, tres de sangría y alguna que otras cervezas. Si había rencor entre ellos, este desapareció. Aquello albergó en ellas un quizás, algo positivo podría salir de aquellas vacaciones.
Esa noche Amelia hizo el amor con Ricardo en los brazos de Douglas. A la mañana siguiente Douglas quiso más de ella, la noche anterior había sido diferente le gusto esa sensual Amelia