COMO TE GUSTA EL PAPEL DE CELESTINA. –Carlos miró a su mujer, mientras ella se terminaba de arreglar, le gustaba como le quedaba el minivestido floral con la espalda completamente descubierta, que él le había comprado para esas vacaciones y las sandalias de tacón fino le hacía unas piernas interminables.
Sabía que su mujer se traía algo ente manos. Esa noche irían de cena, ella misma lo había planeado todo. Primero a cenar a un restaurante en la ciudad seguido de unas copas en el Club de Forever Beach. No estaba lejos, irían en taxi, de esta forma, todos podrían disfrutar de una buena noche.
Esperaba que todos estuvieran de acuerdo, ni siquiera se había molestado en dar muchos detalles. Las cosas había que hacerlas esporádicas, si se pensaba mucho, salían muy calculadas. Lourdes, la sobrina de Milagros se había ofrecido para hacer de niñera de los gemelos hasta el día siguiente.
Mila se miró al espejo antes de vestirse. ¡Qué bien me conservo!, pensó. Tenía una buena figura. En dos meses cumpliría años. Cuarenta. ¿Pero a quién demonios le importaba los años en una mujer, cuando se tenía un cuerpo como el de ella, y la vitalidad de una veinteañera? Había cuidado con detalle que ponerse. Nada muy revelador pero insinuante, la falda larga con apertura lateral de estampado animal exponía toda la pierna hasta la cadera, mostrándola al caminar, la blusa de tonalidad blanca algo transparente revelaba un escote de vértigo sin exponer sus senos, sus sandalias de medio tacón fino y un pequeño bolso a juego le daba un estilo muy favorecedor y juvenil.
Esa vez se había decidido por un maquillaje más suave, era morena por lo que se bronceaba con rapidez. El collar de cadena se perdía en la profundidad del escote. Le pareció una buena idea el salir todos juntos esa noche, y de paso conocería un poco más al escoses.
***
– Amelia, ¿Has visto mi cinturón marrón?
–Está en el cuarto de baño, lo dejaste colgado anoche detrás de la puerta.
Habían pasado dos minutos de las ocho de la tarde, el taxi los recogería en media hora, tenían mesa a las nueve en un restaurante cerca del Club de playa. Amelia se pintó los labios, se miró una vez más en espejo. ¡Perfecta!, se dijo.
El minivestido de color turquesa le favorecía mucho, con delantera de corte de barco y espalda descubierta. Se atrevió con el calzado, unas sandalias de tacón de aguja alargando más sus bronceadas piernas, en color dorado y un bolso estuche a juego.
–WOW –dijo Douglas al verla, –Si me querías impresionar, lo has conseguido, –añadió acercándose a ella, la estrechó por la cintura para soltarle un beso en el cuello. –¿Por qué no lo hacemos esperar veinte minutos? –Douglas frotó su pelvis con la de ella. Amelia sonrió,
–Me temo que no va a poder ser. –Se había vestido para impresionar a más de uno esa noche, pensó.
Días atrás su hermana la había bombardeado con preguntas después del desayuno. Tenía la vaga impresión de que Paula quería sacar algo de aquello para beneficio de ellos.
La estaba tentando, probándola emocionalmente sobre Ricardo. Y sino lo conociera un poco pensaría que él se había ofrecido al experimento, y era algo que ella misma tenía que comprobar. Por alguna razón pensaba más en él de lo habitual, he incluso lo comparaba con Douglas.
No, no y no, se regañó mentalmente. Ella estaba enamorada de Douglas. Ricardo era su ex cuñado, su ex novio.
Un taxi siete plazas se paró en la entrada principal, Ricardo fue el primero en salir, el conductor se bajó y encendió un cigarrillo mientras esperaba al resto del grupo. La primera en aparecer fue Mila, a quien notó muy animada ¿Habría decidido ponerse la careta de la felicidad esa tarde?, Pensó el, intercambiaron un par de palabras cordialmente sin entrar en un tema en concreto.
Los siguientes fueron Douglas y Amelia. Y Ricardo no pudo evitar mirarla. Se veía preciosa, pensó. Pero fue la indumentaria de Douglas la que llamó más su atención, iban repetidos en colores, algo que ella no pasó por alto tampoco.
Ricardo estaba muy atractivo con la camisa celeste cielo contrastando con su tez bronceada.
Carlos y Paula se unieron a ellos casi al instante. Y se alegró al ver que su marido había elegido colores muy diferentes. Paula lo tenía todo muy bien planeado, he incluso quien se sentaba al lado de quien.
Ricardo se adelantó y ocupó el asiento del copiloto, con la excusa de orientarlo en caso de que se perdiera. Amelia se sentó entre Carlos y Paula, Mila al lado de Douglas.
Amelia solo quería comprobar si su hermana estaba interesada en él, o era solo su imaginación. Mila no perdió el tiempo, lo tenía a su lado a escasos centímetros. Carlos, sacó su móvil, las vibraciones de dos notificaciones aparecieron en WhatsApp. Era su hermano.
Paula y Amelia hablaban sobre la lo encantadora que era Lourdes. Ricardo la miró varias veces desde el espejo de la visera, sin ser visto, pero Paula, no lo pasó por alto. Lo había pillado tres veces con la mirada clavada en su hermana. Estaba segura de que a él le seguía gustando Amelia, y esa noche lo abordaría después de la cena, cuando estuvieran en la disco, bailando y con unas copas de más.
Siempre creyó, que cuando uno iba pasado de copas, tenía la tendencia en decir verdades, solo esperaba que no cogiera una borrachera esa noche, pero lo abordaría cuando viese el momento apropiado. Y sabía de sobra que a su hermana también le atraía él. Aunque quizás Amelia podría estar un poco confundida, y con Douglas allí, pues, tampoco ayudaba mucho a convencerse de un sí o un no.
La llegada al restaurante paso con rapidez, La noche era cálida, la luz de la luna llena iluminaba una mar tranquilla. La arena blanca invitaba a pasear por la playa desierta.