La Casa Que Nos Vio Crecer

Capitulo Once: La resaca

 

PAULA MIRO TRES VECES HACIA EL RELOJ DEL comedor, sabía que su hermana bajaría en cualquier momento, y ahí, estaría ella esperandola. La había escuchado hablar por teléfono cuando pasó por delante de la puerta de su dormitorio. Estaba muy molesta. De alguna manera su hermanita le había hecho un favor, sabia hasta donde podía llegar Mila. Para ella no había límites.

Cuando quería algo, iba a por ello, sin importarle las consecuencias o a quienes hacía daño en el intento. La noche anterior se había pasado bailando con Douglas. Lo que parecía una noche estupenda, Mila lo tuvo que estropear, incomodandolo todo.

Después de dos cafés y más de cuarenta minutos de espera. Su hermana, se dejó ver en el comedor. Llevaba gafas de sol y los labios torcidos, quizás por la resaca. Pero a Paula le daba igual, ella se llevaría el sermón de la mañana.

Mila se paró al verla y decidió ir en busca de la cafetera.

–Si vas de soltar tu metralla déjame servirme un café y darle un sorbo.

Paula hizo más que eso, le entró hambre y decidió hacerse un bocadillo de jamón serrano y queso, le daría el gusto de que se acabase el café

 –¿Solo son las nueve de la mañana? creí que sería medio día. –dijo Mila, rompiendo el frio silencio entre ellas.

Paula no contestó. Se limitó a comer mientras se llenaba un vaso con zumo de naranja, ya que, con otro café, acabaría encima de la lámpara.

–Creo que iré al jardín me apetece un cigarro. 

– ¿Y tú, desde cuándo fumas? No será desde anoche ¿no?

–De vez en cuando me gusta. Además, ¿desde cuándo tengo que dar explicaciones, de lo que hago o de lo que fumo?

–Ninguna mujer, ninguna. Pero ser menos descarada, quizás ayudaría.

–Tus cumplidos son enternecedores.

–Y tu desparpajo, deja mucho que desear. –Paula ya no podía retenerlo más en su garganta. Pensó que quizás comiendo lo engulliría, pero no podía, tenía que vomitarlo. –¿Cómo lo haces? ¿Es un don especial o quizás horas de prácticas? Y lo peor de todo, lo haces delante de conocidos y familiares. ¿A que vino ese bailecito anoche con Douglas? ¿Qué metas te has puesto? ¿Quitarle los novios a Amelia, a la primera oportunidad?

–Te estás pasando un poco ¿no lo crees?

–Para nada, porque si yo fuera Amelia y me entero de lo anoche, te echaba de aquí. Y me importa una mierda que seamos hermanas, eres y has demostrado siempre ser una despiadada.

–Déjalo ya ¿quieres? porque ninguno de los que estamos aquí tenemos el cielo ganado. Y a él, se le veía que disfrutaba, despegarse no vi que lo hiciera.

–No me extraña tenías tu vagina pegada a su bragueta. Si solo le faltó bajarse la cremallera y acabar el trabajo allí mismo.

 Mila, sonrió.

–Pero no podrás negar que tengo razón, –añadió.

–¿Razón? ¿Y cuándo llegaste a esa conclusión? ¿Durante el baile? O ¿Cuándo con la excusa de fumar te lo llevaste a la playa?

–De verdad, chica, que a todo le vez el drama, que retorcida eres. Elegiste la profesión equivocada Paula. Además, le estoy haciendo hasta un favor…

–¿A quién de las dos?

–A los dos por supuesto y así de paso se da cuenta de que está perdiendo el tiempo. De todas formas, no llevan mucho juntos.

–Eres…hiciste lo mismo con Ricardo y ahora con Douglas, ¿por qué no te los buscas tu misma? Trabájatelo, en vez de quitárselo a la más cercana. Que en este caso es tu hermana.

–Lo de Ricardo, fue diferente. Lo habían dejado. Habían terminado.

–Se habían enfadado, como cualquier pareja. Llevaban años como amigos y dos de pareja. No me tomes por imbécil, como haces con Amelia. Solo porque se lo calla no significa que ha olvidado.

–Pues ya le dura. Hija tampoco es para tanto, además no se perdió nada de otro mundo. Si resultó ser aburrido y soso. Yo aun no entiendo como duraron tanto.

–¿Nunca has pensado que quizás, eres tú?

–Bueno… yo solo quiero saber una cosa ¿se lo vas a decir o lo vas a digerir con el zumo?

–Eres…Ya te encargaras tu solita en ponerte en evidencia, para eso no hay quien te gane.

Sin darle tiempo a responder, Paula se levantó para alejarse de ella, al menos por ese día. Mila, respiró aliviada. Sabía que Paula lo callaría, se había excedió un poco, pero lo había disfrutado al igual que él.

Lo bueno de todo, era, que no fueron vistos cuando se dieron un buen revolcón entre las tumbonas amontonadas en la playa. Se sentía viva una vez más. Dios, pensó. Como la ponía el escoces.  

                                                                          ***

Amelia se despertó y al girarse vio que estaba sola en la cama, desorientada cogió su móvil sorprendiéndose de que habían pasado las doce del mediodía. ¿Cómo podía dormir tanto? se habían acostado a las tres de la mañana. Lo había pasado muy bien, he incluso había disfrutado de la compañía de Ricardo.

Por años tuvo esa sensación...el miedo de volver a verlo y no saber cómo reaccionar. Con la imagen de la noche anterior en mente se levantó para ir al baño.

                                                                            ***

Ricardo se paró a tomar aire. Esa mañana había salido a correr temprano, la noche anterior se había excedido en el comer y en copas. Ahora, tocaba quemar todas esas calorías de más. Aunque lo que más deseaba sacar de su mente era la rabia de la noche anterior.

Mila había vuelto hacer de las suyas. La historia se repetía y con la misma víctima y eso era lo que más le disgustaba de la situación. Con Douglas, de buena gana le hubiera puesto en su sitio, pero estaba pasado de copas, y con Mila… Ella no era su responsabilidad. Pero aun así los dos se dejaron llevar y su ex parecía disfrutar con su juego. Hasta el punto de casi ser descubiertos por Amelia. Gracias a Paula, la noche pasó sin que ella notase nada. Todos disfrutaron, aunque el roto estaba hecho.




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