Alara estaba mirando su tarro de sopa extrañando a su prometido mientras pensaba en la extraña tranquilidad que emanaba Mara. La semana había sido larga sin él y había dormido muy poco. Ahora entendía como se sentía Shin cuando decía que los sentimientos pueden sostenerte tanto como la famosa calma de la Fuerza. Mara estaba sirviendo a alguien a su lado cuando la enfrentó para mirarla con curiosidad.
“Ali… ¿Estás bien?” Preguntó preocupada.
“No… ¿Por qué no estás enojada conmigo?” Preguntó sin cuidado la gris.
“¿Por qué habría de enojarme contigo?” Preguntó sorprendida Mara.
“No lo sé, es mi deber protegerlo… y aquí estoy de visita sin él, sin saber si está bien, sin…” Dijo ofuscada.
“Ali…” Dijo apenada Mara mientras apretaba sus manos con cuidado. “Recuerdo los días después de tu visita… Pensando en cómo había perdido a mi hijo para siempre…” Empezó con cuidado. “Nunca imaginé que iba a volver a verlo… Si aprendí algo con su regreso, es que nada en esta galaxia puede separarlos.”
Alara necesitaba algo más que palabras para sentirse mejor, necesitaba hacer algo al respecto.
“Creo que dentro de ti tienes la necesidad de rescatarlo, Ali…” Dijo con cuidado Mara. “Estoy preocupada por él, pero sé que mi hijo va a volver a tus brazos.”
“Yo…” Empezó ofuscada Alara.
“No ganas nada con sentirte como basura, Ali.” Dijo con seriedad Shia mientras apoyaba el casco sobre la barra. “Tu hombre te dejó aquí para proteger la galaxia y eso estás haciendo. Estoy segura de que está explorando alguna ruina en un planeta perdido en la Cascada…”
“Puede ser…” Dijo apenada Alara. “¿Cómo está todo en el puerto?”
“Complicado, duplicamos la seguridad y tus alumnos están siendo de mucha ayuda…” Dijo pensante Shia. “Miri está encargándose de los refugiados, por suerte todavía no son muchos. Los mandalorianos están custodiando la cadena de abastecimiento.”
“Buen trabajo.” Dijo pensante Alara. “Gracias por soportarme, Mara.”
“Es mi trabajo como suegra, Ali. Recuerda que Shin es cabezadura como su padre.” Respondió sonriente su suegra. “Así que preocuparse por ellos es en vano, siempre terminan donde quieren…”
Alara se puso de pie para terminar su sopa de un largo sorbo.
“Tu amigo está llegando con visitas, Alara. Artemios y Vatse dicen que todo está listo en Aytraza, ya nos están esperando.” Dijo pensante Shia. “Esto de la guerra no es tan divertido cuando tienes tantos amigos.”
“No voy a permitir que nos lastimen, Shia.” Dijo con seriedad Alara.
Thirin entró junto a Erdos para detenerse a saludar a Mara, terminando a su lado.
“Maestra.” Dijo con seriedad Erdos. “Terminamos con nuestras deudas en la República, estamos al servicio de los Grises.”
“Yo… yo quiero sumarme, Alara. Estoy en desacuerdo a la actitud necia que está tomando la Orden, ustedes ofrecen su ayuda y ellos la rechazan como si fuera algo sensato y premeditado.” Dijo pensante Thirin. “Mis vigilantes están listos para apoyarnos cuando sea importante… y…”
Tori y Juna entraron para saludar a Mara. Tori la abrazó con todas sus Fuerzas.
“¿Cómo estás, maestra?” Preguntó sin cuidado. “Quiero ser una de las Grises.”
“Yo también.” Agregó con decisión Juna. “Los líderes de la Orden están tomando decisiones apuradas y sin sentido…”
“Gracias por venir, chicas.” Dijo pensante Alara. “No voy a rechazar la ayuda de nadie, pero no puedo convertirlas en Grises, tampoco quiero.”
“No es algo para mañana, maestra. Solo quería anunciarnos.” Dijo sonriente Tori. “¿Saben algo de Shin?”
“Nada.” Dijo apenada Alara. “Tampoco estamos esperando mensaje, ni siquiera puedo sentirlo…”
“¿Su enlace se… rompió?” Preguntó sorprendida Juna.
“No lo sé, creo… creo que nada puede salir de la Cascada. No estoy segura…” Dijo apenada Alara. “Estamos en camino a la base en Aytraza, están invitadas a venir.”
Tori siempre estaba llena de energía.
Alara estaba mirando a Artemios discutir con Hussan sobre nimiedades del Imperio, detalles de lo que estaba pasando en la frontera de la guerra mientras esperaban por Mirabella. La espía estaba por llegar y había anunciado visitas importantes de parte de la República. Ella estaba mirando a su padawan estudiar un antiguo tomo de historia galáctica. El libro era gigantesco y podía ver el pasar de los años en sus hojas. Podía sentir a Juna caminar por el templo junto a Eridia y no sabía cómo iba a seguir su misión de proteger la galaxia. Mirabella iba a encaminarnos con su información e ideas, pero ella solo quería rescatar a Shin. Su ira poco se había aplacado desde el primer día, ya que solo podía pensar que la había dejado de ese lado por alguna razón.
“Alara, Shin nos dejó de este lado para que protejamos a todos.” Dijo Hussan para interrumpir sus pensamientos. “Yo sé que necesitas salvarlo, pero…”
“¿Cómo sabes eso?” Preguntó sin cuidado Alara.
“Porque son ese tipo de pareja…” Dijo divertido Hussan. “Shin te salva a ti, tú lo salvas a él… Supongo que es tu turno ahora.”
Alara sabía que tenía razón, ya que todo su cuerpo necesitaba salvarlo.
“Ahora entiendo lo que decían mis maestros de la Orden, todo mi cuerpo, mi sangre me está diciendo que tengo que salvarlo…” Dijo mirando la mesa.
“Es normal, Ali.” Dijo pensante Artemios. “Shin siente que tiene que salvar a todos, todo el tiempo… No dejes que esa sensación te supere. Tu hombre nos dejó aquí con una misión, nunca hace nada sin pensar.”
“Estoy de acuerdo.” Dijo pensante Hussan. “La guerra está escalando rápidamente, Malgus tiene una gran armada y parece que el Orden Sith está apoyando todo lo que haga el Ministro de Guerra.”
“La República parecía estar esperando esto, ya que no están permitiendo que avancen demasiado.” Dijo pensante Artemios. “No soy experto en estos temas, pero creo que esto no debería alargarse demasiado.”
“Ninguna guerra debería ser larga, Artemios.” Dijo de memoria Alara. “No sé qué haría Shin en mi lugar…”
“Shin te diría que es nuestro deber proteger a los débiles de los abusos de la Fuerza.” Dijo al aire Artemios. “O algo parecido.”
“A muchos de nuestros amigos no les agrada mucho nuestro altruismo…” Dijo pensante Alara.
“Es normal, recuerda que eran espías siths… Dales una oportunidad, Shin los eligió en su momento porque se salían del molde.” Dijo al aire Hussan. “Tu amiga está aquí.”
Mirabella miró a todos con curiosidad para caminar rápidamente a hacia ella.
“Ali.” Dijo con seriedad. “Luego nos ponemos al día, mi jefe quería conocerlos.” Agregó mientras se giraba hacia la puerta.
Un hombre de avanzada edad entró caminando con la ayuda de un bastón. Tenía un largo sobretodo negro y parecía un mercenario de antaño. Su barba estaba prolija y, como sus cabellos, era blanca. Sus afilados ojos marrones se posaron sobre ella para luego revisar a sus amigos. Alara se percató que estaba haciendo lo mismo que hacían sus amigos espías, revisando las caras, notando patrones, memorizando detalles.
“Alara, te presento al Director del SIS, Vaner Shan.” Dijo con prestancia su amiga.
Los tres estaban más que sorprendidos mientras el hombre se acercaba a apretar la mano de Alara.
“Director, esta es Alara Domo-Sareh, Maestra de los Grises.” Dijo de memoria Mirabella.
“Segunda de los Grises…” Dijo con seriedad Alara. “Mucho gusto.”
“¿Lo que dicen de Shin es cierto?” Preguntó ofuscada la espía.
“Es cierto, lo hemos…”
“Está explorando la Cascada en estos momentos, nos dejó a cargo de… la guerra.” Dijo divertido Artemios. “Estoy seguro de que nuestro líder estaría encantado con su presencia, Director.”
“Este es el único secreto de la República, el líder de sus espía es el hijo de Revan… Asombroso.” Dijo al aire Hussan.
Alara ya quería a su prometido a su lado.
“Estos son mis amigos, Lord Artemios, Gran Archivista de los Grises y Hussan, Gran Sombra de los Grises.” Aclaró con prestancia.
“Es un placer conocer a los Grises, una lástima que Darth Ihsahan esté de viaje…” Dijo pensante el hombre. “Aunque escuché otra historia de mis agentes.”
“Shin… se llevó la nave para evitar que salté a cualquier lugar de la galaxia.” Dijo con seriedad Alara. “El director es alguien inesperado, Mirabella.”
“Yo me enteré de que era famoso cuando tú me hablaste de Revan…” Dijo al aire la espía.
Los Grises se miraron entre ellos, decidiendo algo con solo intercambiar unas miradas.
“Cuando terminemos de hablar de nuestros asuntos Artemios va a darte una copia de todo lo que tenemos sobre tus padres, Vaner.” Dijo con cuidado Alara.
“Ah, muchísimas gracias, maestra. Mi madre me ha enseñado que debo ser mi propia persona desde pequeño. No me gusta andar diciendo a los cuatro vientos que mi padre conquistó la galaxia para luego liberarla y salvarla…” Dijo divertido el espía.
“Ya la había salvado antes de los mandalorianos…” Dijo divertido Artemios.
“Hablemos de nuestros asuntos.” Dijo pensante Mirabella.
“Maestra, queremos ofrecer nuestro apoyo a su institución.” Dijo pensante Vaner. “Ya estamos ocupados con la guerra, pero estoy seguro de que Ihsahan los armó para combatir algo en especial, algo que solo ustedes pueden enfrentar.”
“Cosa que ya encontramos.” Aclaró con prestancia Mirabella mientras dejaba algo en el centro de la mesa.
Tori lo acomodó para activarlo y que aparezca un mapa de un planeta.
“Roghan, pequeño planeta de junglas, su capital es Nadsha, famosa por sus astilleros de naves intermedias.” Empezó con prestancia Mirabella. “Hace unos días apareció un sith en busca de un tesoro sith perdido en la jungla. No sé de dónde están sacando los esclavos, pero por lo que pudimos averiguar hay una pandilla nueva en la ciudad con muy malas intenciones.”
Alara iba a opinar algo cuando Cen entró corriendo a la sala de juntas.
“¡Ali!” Gritó agitado el capitán. “Necesito tu ayuda…” Agregó mientras se percataba de lo que lo rodeaba. “Lo siento…” Terminó apenado.
“No te preocupes, Cen. Ya conoces a Mirabella, este es su jefe, Vaner.” Dijo pensante Alara.
“Mucho gusto…” Dijo apenado el capitán. “Vengo de Unyr… No sé cómo explicar lo que me pasó… Estaba ingresando en busca de mi tripulación cuando una nube negra se interpuso en mi camino, un rato después estoy de vuelta en órbita esquivando rayos y relámpagos.” Agregó mientras apoyaba su holo en la mesa.
El planeta estaba consumido por una gigantesca tormenta.
“Nadie puede descender, a excepción de estos…” Agregó mientras la imagen cambiaba. “Son siths…”
“Eso parece, Cen…” Dijo al aire Alara.
“Nosotros también veníamos con esa historia, maestra. Nuestros amigos de la Orden fueron a investigar la semana pasada pero no tenemos noticias de ellos.” Dijo pensante Vaner. “Estamos muy dispersos como para enfocarnos en estos problemas.”
Alara pensó por unos momentos.
“Artemios, tú te ocupas de la tormenta. Solo necesito que investigues. Ve con Vatse y llévate a las chicas, Darth Onix y Lady Umbra de protección. Yo me llevo a mis padawans junto a Eridia y Kaisa para liberar a esos esclavos.” Dijo con decisión. “Hussan estás a cargo del templo y de conectarnos con nuestros amigos del SIS.”
“Entendido.” Dijo divertido Hussan.
“Esa es la Alara que me gusta.” Dijo jocoso Artemios. “Nos llevamos el yate, a ti te gusta mucho el Cóndor.”
“Tori, necesito que preparen todo para el viaje con Juna. Pídele ayuda a Vitti.” Dijo pensante Alara.
“Enseguida.” Dijo la padawan para cerrar su libro y marcharse a toda prisa.
“Me disculpo por la intromisión, Ali.” Dijo apenado Cen mientras revisaba a Vaner. “Así que este es tu jefe, Mirabella. El Rey de los Espías…”
“Él mismo.” Dijo con seriedad la espía.
“No tienes que disculparte, Cen.” Dijo pensante Alara. “¿Ese era el otro problema?”
“Sí, un día nos llegan extraños reportes de ese planeta, tormentas y huracanes en toda la superficie.” Dijo pensante Vaner. “Poco después despachamos a un grupo compuesto por agentes, soldados y jedis.”
“No hemos tenido comunicación alguna de ellos desde ese entonces, pero siempre esperamos un poco más cuando hay jedis de por medio.” Dijo pensante Mirabella.
“Mirabella será nuestro enlace, ya está acostumbrada a trabajar con ustedes…” Dijo pensante el espía. “Tengo que admitir que me hubiera gustado lidiar con Ihsahan…”
“¿Por qué?” Preguntó con seriedad Alara.
“Digamos que ya sé que esperar de él y sé cómo se mueve. Tú eres una incógnita, Alara. No sé si todavía eres una jedi o has cambiado por completo tu rumbo.” Dijo pensante Vaner.
“He aprendido de mi prometido que la inacción y la contemplación son una elección, Vaner. No vamos a sentarnos a esperar por la Fuerza cuando podemos pelear por la galaxia.” Respondió al instante Alara.
“Ahora sé porque Shin te quería de mano derecha, Alara.” Dijo divertido Hussan. “Tenemos mucho que hablar, Vaner. Espero que tenga acceso a sus datos desde aquí.”
“No es un problema.” Respondió sonriente Vaner.
Alara tenía mucho trabajo que hacer.