La Cascada

2 - Shin - 1

Sentado, Shin miraba la computadora de su armadura. Parecía que la atmosfera era respirable, pero estaba esperando por el análisis completo de su mecánico amigo. Keyfour estaba detenido frente a él con su parabólica girando sin parar hace un rato. Shin estaba hambriento y no podía hablar de lo que sentía con él. La pradera era verde y lo único sobresaliente era la roca que estaba usando de asiento. El pasto era oscuro y la brisa estaba fresca. Lo que se llevaba sus pensamientos era la Fuerza, ya que no estaba presente en el planeta, en cielo o en las estrellas. Él era una solitaria isla en un mar muerto, un iceberg en un océano de nada. Su centro estaba lejos y por lo que venía sintiendo el lado oscuro iba a ser su principal arma en el camino que tenía por delante. No podía imaginar como algo podía matar a la Fuerza, pero eso era lo que sentía. Sus sentidos no servían para nada y no podía sentir a Alara. En poco tiempo se convenció de que su enlace no iba a poder comunicar nada sin la Fuerza de por medio, de medio. Ya estaba arrepentido de haber dejado a sus amigos, ya que no sabía como combatir la soledad que sentía, especialmente porque no podía distraerse con la Fuerza. Mientras intentaba ver a través de ella, fue distraído por un pitido de su amigo.
“¿Cuánto te falta, Keyfour? Tengo suerte de que a mi prometida le gusta meter comida en mi cinturón, pero necesito sacarme la máscara para comer.” Dijo jocoso el gris.
Keyfour estaba ocupado.
“Ahora no puedes quejarte de mis mejoras, eres un gran astromech de exploración.” Agregó mirando hacia arriba.
Keyfour opinaba que su análisis atmosférico era en vano.
“Voy a contarte una historia. Una de las cosas que me gustaba hacer cuando tenía tiempo libre en el Imperio, era explorar hiperlanes en el lado oeste de la galaxia. Rutas olvidadas o listas para ser descubiertas. Encontré un planeta verde como este siguiendo unos viejos mapas de un Dark Lord…”
Keyfour ya sabía que quería decir.
“Déjame terminar la historia, eres mi astromech favorito, pero Jeythree sabe conversar conmigo.” Dijo jocoso Shin.
Keyfour estaba ofendido.
“Mi traje estaba mostrándome estas mismas lecturas y como nunca sabes cuando vas a necesitar tu oxigeno desacoplé mi traje.” Agregó sin cuidado. “Al cabo de cinco minutos estaba sacudiéndome en el suelo por un ataque. Con ayuda de la Fuerza pude recuperarme y volver a la nave. Donde pude ver el resultado del mismo análisis que estás haciendo tú. Resulta que había un polen en el aire en todo el planeta que las plantas usan para reproducirse. No era muy amigable con mis pulmones…”
Keyfour estaba sorprendido.
“Desde ese día espero un poco antes de quitarme la máscara.” Terminó pensante Shin.
Su amigo quería saber como se sentía.
“Estoy bien, solo un poco cansado y estoy extrañando a Alara… Quería disculparme por traerte hasta aquí, Keyfour…” Respondió apenado Shin. “Ya sé que para eso son los amigos…” Agregó luego de la respuesta del astromech.
El análisis terminó con un largo pitudo de Keyfour, anunciando aire limpio y respirable. Shin se quitó la máscara para devorar una barra de proteínas en un segundo.
“¿Encontraste algo?” Preguntó luego de tomar un trago de su cantimplora.
Keyfour empezó a andar mientras anunciaba grandes energías en esa dirección.
“Esperemos que sean amigables en su planeta natal…” Dijo al aire Shin para empezar a seguir a su amigo.

Shin caminó por la pradera sin poder confiar en la Fuerza, sin poder sentir la vida que lo rodeaba. Pensando en eso se percató de que no había visto un solo animal, solo había encontrado plantas, especialmente pasto. Se agachó a mirar una flor para luego levantar la mirada hacia el frente y seguir a Keyfour. Horas pasaron hasta que divisó algo en la distancia. Una mancha gris anunciaba una gigantesca ciudad. Shin no sabía porque no había caminos que llevaran hacia ella y estaba impresionado con el silencio que traía el viento. Keyfour los detuvo frente a la metálica muralla mientras él saltaba para ver hacia la ciudad. Silencio fue lo primero que sintió. La ciudad era estéril y parecía que todo estaba construido en metal y cemento. Aterrizó mientras Keyfour volaba hacía él con su nuevo jet. Levantó la mirada para ver las ventanas en los edificios mientras se ocultaban detrás de lo que parecía ser un contenedor. Shin se percató de que no había más que luces en los edificios. Sus formas eran extrañas y parecía que todo el cableado de la ciudad era subterráneo. Unas antenas llamaron su atención cuando notaron que todo estaba desierto. Keyfour analizó el suelo para empezar a seguir un gigantesco cable. Shin no pudo ver a nadie y todo estaba demasiado limpio para ser una ciudad de ese tamaño. Las calles eran de metal y parecía que había algo mecánico que pasaba por los rieles que estaban sobre los cables que seguían. Frente a él había una pequeña casa. Estaba cerrada y Keyfour quería entrar a toda costa. Su mecánico amigo se conectó a la interfaz mientras él custodiaba los alrededores.
“¿Estás captando algo con tus sensores?” Preguntó en voz baja Shin.
Su voz resonó en la ciudad mientras Keyfour pitaba a toda velocidad.
“Debe estar encriptada…” Dijo al aire Shin. “Ten cuidado, Keyfour no quiero que te conectes a algo que no puedas manejar.”
Keyfour siempre tenía cuidado.
“Lo sé…” Dijo ofuscado Shin. “¿No te parece que la ciudad está… vacía?”
Keyfour pensaba lo mismo que él, pero estaba ocupado con la puerta. La puerta se deslizó en silencio para dejarlos en un pequeño cuarto repleto de pantallas. Keyfour se acercó a una interfaz mientras él intentaba leer algo. Sus ojos estaban siendo inútiles en estos momentos, pero se percató de algo peculiar. Lo que parecía ser un guardarropa era un taque contenedor. Dentro había una de las criaturas que habían peleado con él. Parecía estar en un profundo estasis. Estaba flotando en un líquido verdoso y parecía estar ahí hace tiempo, ya que le piso estaba inmaculado y no había marca alguna que demostrara movimiento.
Keyfour había descubierto algo.
“No puedo creer eso, Keyfour… ¿Estás seguro?” Preguntó asombrado Shin.
Su amigo estaba seguro y se acercó a subir un software a su computadora. Su visor empezó a traducir las pantallas al instante. Lo que decía que su amigo era cierto. Lo que tenía enfrente era una máquina, la diferencia con el resto de los droides de la galaxia era su hardware, ya que este era biológico. Los tanques contenían a las interfaces en reposo mientras lo que lo manejaba parecía descansar en el servidor. Shin levantó la mirada mientras intentaba entender lo que tenía enfrente, lo que tenía que enfrentar perdido en la oscuridad. Sus enemigos eran software, eran una inteligencia que vivía en esos servidores, por eso no había nadie en las calles, por eso todo estaba muerto. Shin escuchó movimientos afuera y se asomó a ver que pasaba. Por la muralla se movía un pequeño grupo de enemigos a toda velocidad. Shin se percató de algunas diferencias con los que había peleado. Todos llevaban mochilas y parecía que sus armaduras estaban desgastadas por el uso. El gris saltó hacia ellos para interrumpirlos. Lo primero que hizo fue levantar sus manos, ya que estaba seguro de que no eran enemigos. Ellos estaban ocultándose de algo más, de alguien más. Sus palabras fueron inentendibles, pero Keyfour se asomó a traducir.
“¿Los entiendes?” Preguntó sorprendido Shin.
Keyfour respondió al instante.
“Ah, su idioma es parecido al de las computadoras… Diles que quiero ser su amigo.” Dijo divertido Shin.
Keyfour levantó una de sus antenas y una de sus luces se encendió para distraer a sus nuevos amigos. El grupo completo levantó su brazo para leer algo en la computadora de sus armaduras. Keyfour estaba traduciendo para él.
“Mi nombre es…” Empezó con cuidado.
Shin fue interrumpido por sus nuevos amigos. Uno de ellos tiró de su brazo para esconderlo detrás de un contenedor mientras algo pasaba flotando sobre la calle. Era un silencioso vehículo llevando varias planchas de metal hacia algún lugar de la ciudad. Shin intercambió una mirada con su nuevo amigo para luego seguirlos por un callejón que seguía la muralla. Keyfour lo interrumpió justo antes de empezar a hablar, ya que sus nuevos amigos querían viajar en silencio. Shin analizó sus armaduras y armas, todo parecía reciclado y podía ver un poco de su forma real bajo ellas, sus cascos eran completamente distintos y parecía que su piel venía en varios tonos de verde. Sus nuevos amigos se detuvieron frente a una alcantarilla. Uno de ellos sacó una herramienta para abrirla y se lanzó a la oscuridad sin dudarlo. Shin los siguió de cerca mientras custodiaba a su amigo, ya que no estaba cómodo con las miradas que estaba recibiendo. Shin siguió un delgado pasillo hasta un pequeño acueducto, el agua pasaba entre sus pies mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad de lugar. Sus custodios no parecían ser muy charlatanes y en silencio terminaron frente a una compuerta. Shin pudo ver los rifles apuntados a él mientras el gigantesco pedazo de metal se levantaba para abrir paso. Todo parecía gastado, usado y percudido por el tiempo. Shin los escuchó hablar notando la sorpresa en sus voces. Su dialecto a veces parecía un pequeño suspiro y no podía discernir ni una sola palabra de lo que decían. Keyfour, en cambio, resumió todo en pocas palabras. Estaban hablando de qué hacer con él y su máquina. Keyfour estaba preocupado por como usaban la palabra máquina, ya que parecía tener un impacto negativo en ellos. Uno de sus custodios se acercó con una pequeña caja para ellos. Keyfour dijo que era un supuesto programa de traducción. Shin siguió con cuidado a sus nuevos amigos por un pasillo siendo juzgado por las máscaras que lo seguían. Luego de un rato entraron a lo que parecía ser un túnel de tren. Bajo sus pies había un solitario riel y el piso era un desgastado cemento gris. La iluminación era baja y podía escuchar en eco a la distancia. Los túneles eran altos y sentía humedad en al aire. Keyfour subió otra rutina a su armadura, de repente podía entender a sus custodios.
“Esta criatura debe venir de las estrellas, como los antepasados.” Decía uno.
“El druida va a poder decirnos que hacer con él, Musha.” Respondió que el parecía el líder.
Keyfour estaba contento con el resultado y Shin notó que estaba haciendo algo mientras andaba. Sus silenciosos amigos no hablaron mucho más que ello y podía sentir la mirada del que parecía el líder en su espalda. Quería ver debajo de sus armaduras para estudiarlos un poco más, pero mientras pensaba en eso notó que tenían colas, cosa que los diferenciaba de los monstruos con los que había peleado. El túnel tenía señales del pasaje de carros y quemaduras de disparos en las paredes. Un aroma extraño llegó a su nariz cuando llegaron a una pesada compuerta. Esta era de un denso metal y el líder golpeó cuatro veces para que le abrieran con cuidado. Pasaron a otro túnel, pero este parecía tener un vagón de un moderno tren eléctrico que había sido convertido a una pequeña casa. Las paredes del túnel estaban llenas de hollín y estaba oliendo algo rostizándose dentro de lo que ahora era una casa. Sus custodios se quitaron sus armaduras y dejaron sus armas en una gaveta. El único armado era él y el que parecía el líder. Keyfour pitó un par de veces para que este mirara su antebrazo y leer algo.
“¿Eres amigo de esta máquina?” Preguntó con seriedad el líder.
“Sí, su nombre es Keyfour… Buen trabajo, tardaste poco en hacer ese programa…” Dijo sorprendido Shin.
Keyfour solo había copiado la estructura de lo que había obtenido de sus amigos.
“Mi nombre es Shin Aleaus Karadin, Primero de los Grises.” Agregó sin cuidado.
“¿Qué clase de nombre es ese?” Preguntó con seriedad el líder. “Yo me encargo de ellos, lleven las noticias al Comandante. Mi nombre es Myśliwy. Soy uno de los exploradores.”
“Mucho gusto…” Dijo sonriente Shin mientras se quitaba la máscara. “Me gustaría hablar con alguien que conozca un poco de historia del planeta o de esta zona de la galaxia.”
“Eres un visitante de las estrellas.” Dijo con seriedad Myśliwy. “Las historias dicen que estamos en un brazo inaccesible de la galaxia.”
“Podría decirse.” Dijo divertido Shin.
Myśliwy empezó a caminar por el túnel, exactamente para el lado opuesto que el resto de sus compañeros. Shin los estudió a la pasada para notar que parecían ser anfibios, tenían grandes ojos redondos y su piel era de diversos tonos de verdes y marrón. Eran tan altos como él y le recordaban a sus amigos de Aridus. Sus colas flotaban sobre el suelo y se movían con mucho sigilo. Sus trompas tenían dientes de omnívoros y estaba seguro de que podían moverse con sus cuatro extremidades si era necesario.
“¿De dónde vienes?” Preguntó con seriedad Myśliwy mientras tomaban un delgado y húmedo túnel lateral.
“Depende, de un planeta llamado Kyros-4, pero en podría decirse que vengo desde el lugar que está bloqueando esta parte de la galaxia.” Dijo pensante Shin. “¿Qué hace un explorador?”
“Viajamos a la superficie para rescatar recursos.” Dijo con simpleza Myśliwy.
“¿Por qué no viven en la superficie?” Preguntó sin cuidado Shin.
Myśliwy se detuvo para mirarlo con fijación, pero no podía saber que estaba sintiendo en esos momentos con el metálico casco que llevaba puesto. Shin notó que no tenían cuernos como él esperaba. Myśliwy tenía una cicatriz en la cara y su cabeza estaba quemada. Sus ojos eran fríos, distantes y su mirada lo estaba atravesando.
“Las máquinas son las dueñas de la superficie, nosotros somos los sobrevivientes, los que nos hemos adaptado al fin del mundo.” Dijo con seriedad para seguir caminando.
“Supongo que las máquinas con los Wat’Enon? ¿O son ustedes?”
“Esa palabra ya no nos representa, visitante.” Dijo con seriedad el cazador. “Nos llamamos Enon, los últimos. Las máquinas nos han cazado por las estrellas, las historias dicen que somos los últimos sobrevivientes.”
“Hmm, mis visiones no me contaron este lado de la historia… ¿A dónde nos llevas?” Preguntó divertido Shin.
“Con uno de los aprendices de los Druidas del Infinito.” Respondió al instante Myśliwy mientras entraban a lo que parecía ser una estación de tren.
Shin levantó la mirada para revisar todo. Las luces eran lo único tecnológico del lugar. Las casas estaban hechas con partes de tren, por lo que podía ver, y llamarlas casas era una exageración. Lo primero que notó fue un corral repleto de una especie de mamífero peludo y un grupo de niños que corrieron hacia ellos. Myśliwy se interpuso mientras los curiosos niños lo miraban sin cuidado. Toda la gente del lugar estaba mirándolos con detenimiento y no pasó mucho tiempo que los niños estaban con sus padres, juzgándolos desde lejos, nombrando las diferencias entre ellos y lo feo que el małpa era. La austeridad del lugar era evidente y Shin solo siguió al cazador por una especie de mercado. Las tiendas eran de tela y tenían objetos usados y percudidos por el tiempo. Lo único que llamó su atención fue un puesto de comida, lamentablemente no podía preocuparse por eso ahora, ya que su guía parecía apurado. Las tiendas y habitáculos parecían calcados, no tenían diferencias evidentes y la gente cerraba las puertas o cortinas cuando pasaban frente a ellos. Keyfour era el que recibía las peores miradas, ya que como pensaba, la palabra máquina era un tabú para ellos. Una escalera, que solía ser la que llevaba a un mirador los dejó en la casa más sobresaliente de la estación. Esta estaba gastada, pero estaba hecha por alguien con insignia, ya que tenía un extraño pájaro en un escudo sin palabras. Dentro, Myśliwy lo sentó de pronto en una mesa para pasar a buscar a alguien. Shin quería abrazar a su prometida cuando notó a Keyfour escaneando una extraña arma colgada en la pared. Parecía ser un bastón, este era de una madera que no podía imaginar en ese planeta, ya que no había visto un solo árbol en toda su visita. Una de las paredes del lugar tenía una puerta mucho más moderna que el resto y llevaba a lo que solía ser una oficina. Shin miró las luces para notar que eran blancas y frías, la mesa estaba gastada y tenía unos cuantos agujeros en el centro, como si alguien siempre clavara un cuchillo allí. Shin estaba buscando insectos cuando un enon entró antes que Myśliwy. Este llevaba una túnica marrón con una peculiar insignia, una pequeña rama estaba detrás de una hoja verde. Shin quería conocer a una de las criaturas extrañas de la galaxia como en las viejas historias de los grises, en cambio, estaba frente a unos anfibios que podría haber encontrado en su lado de la galaxia. El enon se detuvo a mirarlo con curiosidad mientras Myśliwy miraba con desprecio a Keyfour.
“Es feo, sí.” Dijo el desconocido.
Shin sonrió divertido.
“¿Dónde lo encontraste?” Preguntó con curiosidad.
“Cerca de la muralla.” Dijo con seriedad el cazador. “¿Qué hacemos con él?”
“Mucho gusto, mi nombre es Shin.” Dijo sonriente el gris. “Este es Keyfour.”
Keyfour no estaba cómodo en ese lugar.
“¿Qué quieres de nosotros?” Preguntó el enon.
“Información más que nada.” Respondió al instante Shin. “En nuestro lado de la galaxia no sabemos nada de estas estrellas y en mis visiones he visto un poco de su historia…”
“¿Visiones?” Preguntó sorprendido el enon.
Myśliwy lo miraba con fijación.
“Visiones, este lugar está bloqueado por una antigua estación espacial de origen desconocido, unos antiguos habitantes de la galaxia bloquearon este lugar por miedo a lo que había dentro. En mis visiones he visto un ritual y la muerta de la Fuerza.” Aclaró sin cuidado Shin.
El enon intercambió una mirada con Myśliwy para luego pasar por la puerta que estaba a su derecha.
“¿Qué pasa, Myśliwy? Pensé que ya éramos amigos.” Dijo sonriente Shin.
“Tus patrañas han llamado la atención del skryba.” Dijo con seriedad el cazador. “¿Has peleado con las máquinas?”
“Sí, una de sus naves estaba esperando para que la estación fallara y pasar para el otro lado de la barrera… Mataron a varios de los nuestros, pero pudimos derrotarnos y traer la nave hasta aquí.” Dijo pensante Shin. “¿Esta es la única ciudad?”
“¿Klejnot?” Preguntó en voz alta el cazador. “Mi padre solía contarnos historias sobre las maravillas de la ciudad, pero siempre han sido historias. Siempre hemos vivido en los túneles, donde los trenes viajaban por los rieles…”
Shin estaba pensando en cuanto tiempo habían pasado en esos túneles. El enon sirvió algo caliente para tomar, los cuencos eran metálicos y estaban gastados. Sus alargadas lenguas no eran usadas para beber. Keyfour metió uno de sus sensores en el líquido para anunciar que era comestible. El té era amargo y tenía un desagradable gusto metálico de fondo, pero era exactamente lo que necesitaba en esos momentos.
“Mi nombre es Kacper…” Dijo al aire el enon. “Soy uno de los aprendices de los últimos Druidas. Quiero escuchar más sobre la superficie.”
“Parece que tu amigo podría decirte más que yo…” Dijo pensante Shin.
“Nadie ha viajado fuera de la muralla.” Dijo con seriedad Myśliwy. “Solo subimos en busca de materiales.”
“Hace generaciones que no hay nada útil en la ciudad.” Aclaró Kacper.
“Praderas, algunas rocas. Ahora dejé un cráter con la nave…” Dijo pensante Shin.
“¿Has venido en una nave interestelar?” Preguntó con prestancia Kacper.
“Sí, es una de las suyas… O de las máquinas.” Respondió pensante Shin. “¿Ustedes son las máquinas?”
Sus nuevos amigos intercambiaron una mirada.
“La oscuridad cayó desde las estrellas…” Dijo pensante Kacper. “Las máquinas arrasaron con todo y todos, en cada una de las estrellas el sufrimiento fue el mismo… Los Druidas no pudieron hacen nada contra ellas, ya que la madre naturaleza nos ha olvidado para siempre…”
Shin pensó que la historia era vaga y superficial, pero no podía hacer mucho al respecto, ya que si lo que decían era cierto, era probable que la gente no tenga archivos sobre lo que pasó en un pasado tan distante como ese.
“¿Por qué preguntas?” Preguntó con curiosidad Myśliwy.
“Keyfour entró a una de sus bases de datos, parece que esas máquinas son solo hardware.” Dijo al aire Shin.
“¿Hardware?” Preguntó confundido Kacper.
“Son máquinas, sus mentes viven en los servidores… en esos gigantescos edificios.” Aclaró sin cuidado Shin. “¿Alguien recuerda o tiene información sobre lo que pasó?”
“Yo solo conozco las historias de mi maestro…” Dijo pensante Kacper mientras miraba a Myśliwy.
“No quiero ser una molestia, pero me gustaría visitar a este maestro tuyo…” Dijo sonriente Shin. “Solo tienen que indicarme el camino.”
“Morirías en un instante, visitante.” Dijo con seriedad el cazador.
“Ya he derrotado a varias de esas máquinas.” Dijo divertido Shin.
El gris levantó su mano para intentar probar su valía con su Fuerza. Se sintió como un novato al intentar levantar el bastón que estaba en la pared, ya que sentía que estaba intentando levantar arenas con las manos. El objeto tembló un poco, llamando la atención de los espectadores. Shin tuvo que hacer fuerza para traerlo hacia sus manos. Como un latigazo, el bastón terminó entre sus manos. La visión fue oscura y borrosa, pero su dueño, el verdadero, usaba el instrumento como una conexión a la naturaleza, a la magia. El bastón siempre tocaba la tierra cuando usaba sus habilidades. Shin sentía que estaba fabricando la mayoría de la visión, pero todo terminó en oscuridad. En un pitido en su cabeza y el dolor que ya había olvidado.



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Editado: 03.11.2023

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