La Cascada

5 - Alara - 3

Alara se separó de su enemigo para escuchar a sus aprendices pelear con los soldados del otro lado de la excavación. Ilarion la miraba con curiosidad mientras desactivaba su anaranjado sable para luego cambiar su mirada hacia el campamento. Los gritos de Kaisa eran tan poderosos como su reputación decía.
“Parece que Inteligencia los ha subestimado, jedi.” Dijo con seriedad el sith. “Estás bien entrenada, supongo que es importante para Ihsahan tener súbitos en este nivel.”
“Su nombre es Shin.” Interrumpió al instante Alara.
“Ah, ese era el nombre. Su líder era más formidable cuando era parte de la Orden Sith, jedi. Ahora es solo un pobre diablo que rechazó su destino.” Dijo pensante Ilarion. “Esto se termina ahora.”
Alara sintió como la presencia del sith se incendiaba mientras levantaba ambas manos para atacarla con su telequinesis. La explosión fue formidable y mandó a volar por los aires al caza que estaba a sus espaldas. Ella, en cambio, simplemente absorbió el impacto para usarlo como velocidad. Con un giro atacó su cuello. El sith, sin moverse un centímetro, hizo que su sable bloquee el ataque con facilidad mientras empezaba a crepitar con su violenta electricidad. Alara esquivó el relámpago al saltar hacia arriba para caer con un extraño ataque que había aprendido de Shin mientras escuchaba otro grito de Kaisa. Su sable doble cayó sobre el sith que no pudo seguir ignorándola. Su fuerza era descomunal y su pierna se enterró entre sus costillas para hacerla rodar por el suelo. Alara se puso de pie al instante para notar la violenta sonrisa de su enemigo.
“No soy un sith sediento de sangre, jedi. No me gusta que me vean pelear de esta manera, pero ya no eres rival para mí.” Dijo mientras caminaba lentamente hacia ella.
Alara estaba odiando su enemigo en estos momentos, ya que estaba malgastando su tiempo con él. Tiempo en el que podría estar buscando a Shin. Alara saltó directamente hacia él propulsada por su odio. Sorprendido, Ilarion no pudo moverla del lugar como había hecho antes y la luz combinada de sus sables estaba iluminándolos.
“Ah, esta es la sorpresa…” Dijo divertido mientras se separaban con un salto. “Así que esto es un Gris.”
Alara saltó directamente hacia su enemigo para atacarlo con todo lo que tenía. Sus golpes eran rápidos y precisos. Intercambiaron ataques por toda la pista de aterrizaje. Alara aprovechó un bloqueo para partir al medio su sable y derrotar a su enemigo de un solo ataque a las piernas. Sorprendido, Ilarion no pudo hacer nada al respecto cuando perdió las piernas a la altura de sus rodillas. Alara no estaba controlando su cuerpo y el remate iba directo hacia su cabeza. Su sable se enterró en el suelo. Dejándolos cara a cara. Ella no iba a ser un sith. La gris noqueó al sith antes de que dijera algo estúpido y se dedicó a recorrer el lugar bajo la mirada asustada de los soldados. Usó su telequinesis para correr el camión mientras notaba que sus aprendices ya no estaban allí. En una tienda encontró un contenedor repleto de provisiones perfecto para sus nuevos amigos. Mirabella apareció en el holo al instante.
“Siths derrotados, Mirabella. Voy a ponerlos en sus propias jaulas y me encargaré de los refugiados.” Dijo pensante Alara.
“Eres demasiado rápida, Alara…” Dijo sorprendida la espía. “Vas a tener que esperar un par de días.”
“No es problema.” Dijo pensante Alara. “Todavía tenemos que recorrer la excavación.”
“Justo envié a la gente que quiere trabajar contigo a una misión.” Dijo pensante Mirabella. “¿Algún problema?”
“Tengo un sith aquí, debería tener información sobre Malgus.” Dijo pensante Alara. “Todavía no sé qué hay en la nave, primero voy a sanar a nuestros nuevos amigos. Nos vemos luego, Mirabella.”
Alara tenía trabajo por hacer.

Luego de encerrar en sus cárceles a los soldados, Alara volvió al campamento con la caja flotando detrás de ella. La arrojó hacia la jungla para llegar al mismo lugar antes y pasearla sobre los árboles para no molestar a la naturaleza. Siguió la presencia de sus padawans para encontrar el claro repleto de gente. Sus aprendices estaban acomodando a todos mientras la caja se detenía entre ellos. Se acercó a ellas para notar que Tori tenía un nuevo amigo. El animal era peludo y parecía una esfera con grandes ojos. Su gruñido era gentil y se paseaba en el hombro de su padawan.
“Maestra… ¿Estás bien? Hice un nuevo amigo.” Dijo sonriente Tori. “Lo rescaté de una vieja red, vive con su familia en aquel árbol.”
“Nada que lamentar, Tori.” Dijo pensante Alara mientras notaba que Tori la miraba con fijación. “¿Qué pasa? Traje un container de provisiones.”
“Tus ojos…” Dijo sorprendida Tori. “Estás usando tus sentimientos, pero no se notan en tu presencia.”
“Ah, lo siento.” Dijo Alara mientras intentaba tranquilizarse.
“Has estado entrenando, maestra.” Dijo divertida Juna. “¿Vas a enseñarnos a hacer eso?”
“No lo sé, Shin dice que no quiere que todos seamos grises…” Dijo pensante Alara. “Yo quiero que aprendan a lidiar con sus sentimientos porque además de hacerlas más poderosas, las va a hacer más… estables. Es una lección difícil de aprender… Hablemos más tarde, primero tenemos que atender a esta gente. Estoy contenta con que no hayan matado a nadie, Eridia.”
“Kaisa se lució al noquear a todos con sus gritos…” Dijo sorprendida Tori. “Fue extraordinario.”
“Puedes aprenderlo, padawan.” Dijo pensante Kaisa. “No sé si tu maestra se ofenderá.”
“Depende como lo enseñes, Kaisa.” Dijo divertida Alara. “Yo me encargo de los heridos. Kaisa, encerré a todos en los calabozos… No sé porque llevan jaulas para todos lados, pero estas nos resultaron útiles.”
“Entendido.” Dijo pensante la sith. “Eridia hizo amigos rápido a pesar de ser roja…”
“Es fácil ser amigo de tu salvador…” Dijo pensante la purasangre. “Yo reparto la comida.”
“Juna puede ayudarte junto con Tori.” Dijo pensante Alara.
“Tori va a resultarte útil, maestra. Ha estado entrenando.” Dijo divertida Juna mientras abría la caja con su telequinesis. “Es toda una sanadora…”
“¿De verdad? ¿Cuándo aprendiste?” Preguntó sorprendida Alara.
El animal la estaba oliendo con curiosidad cuando se acercó a Tori.
“Shin me enseñó en mi última visita, dice que tengo talento…” Dijo apenada Tori. “Estuve practicando en el templo. Shura es una maestra difícil…”
“Ah, estúpido…” Dijo sonriente Alara mientras acariciaba con cariño a su padawan. “Siempre lo mismo…”
“Shin es un gran maestro.” Dijo divertida Tori. “Mi amigo me está haciendo compañía.”
“Eso parece.” Dijo pensante Alara. “Veamos que puedes hacer…”
“Ya hice triaje.” Dijo con energía Tori para salir disparada hacia una tienda.
Alara notó las marcas del Imperio en el lugar, pero todo era mucho más simple de lo que esperaba. En la tienda encontró a unas cuantas personas con diversas heridas, especialmente las manos y las piernas. Otros estaban agotados por trabajar en la excavación. En poco tiempo ya era amiga de todos y gracias a Tori pudo sanar a todos en menos de lo que esperaba. Mientras limpiaba sus manos notó que Eridia aparecía con el Cóndor, que entraba de casualidad en un borde del claro. Luego de poner el día a sus aprendices se dedicó a charlar con la gente para ver si necesitaban algo. Eridia se acercó con un holo para dejarlo entre sus manos.
“Noticias de Hussan.” Dijo pensante Eridia. “Podríamos llevarlos a las barracas ahora que están sanos…”
“Estaba pensando eso, Eridia. Ahora hablamos con Kaisa. ¿Se comportó bien?” Preguntó mientras leía la maestra.
“Sí, pensé que iba a tener que detenerla, pero… me ha sorprendido. Usó sus habilidades con mucha clase con los problemas que teníamos.” Dijo pensante Eridia.
“Shin va a estar feliz de escuchar eso… ¿Habrá vuelto a escribir?” Pensó en voz alta Alara.
“Supongo que ya lo sabrías, Alara.” Dijo con seriedad Eridia. “¿Quieres abrir esa nave?”
“Sí, pero primero quiero acomodar a esta gente.” Dijo pensante Alara. “Este campamento no está pensado para tantas personas.”
“Es un puesto de vigía, Shin solía explorar lugares cuando tenía tiempo libre. Estuvo explorando hiperlanes en busca de aliados…” Dijo pensante Eridia. “Siempre dejaba esto en el lugar por si alguien tenía que volver.”
“Ah, suena raro para un sith…” Dijo pensante Alara.
“Shin era un sith particular, por eso tenía tantos seguidores.” Respondió sonriente Eridia.
Alara notó que su aprendiz sonreía mucho más seguido que antes.
“Estúpido…” Dijo apenada. “¿Cómo quieres hacer esto?”
“Creo que voy a poner a todos en la nave…” Dijo pensante Eridia. “Ustedes pueden ir a pie y preparar todo.”
“Entendido.” Dijo pensante Alara. “Empecemos.”



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Editado: 03.11.2023

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