La cascada de los deseos.

El corazón de Pharos.

  -¿Con quién hablas amor mío?

 

Se escucha una dulce vocecita acariciando sus oídos.

 

  -¡Con nadie más que conmigo, vocecita! No vayas a creer que estoy medio loco o algo así, lo que pasa es que así me des aburro.

 

Contesta dándose la vuelta pensando que la chica de las largas pestañas estaba detrás de él.

 

  -¡No amor mío! No me busques que esta noche no podrás verme, solo yo disfrutaré tu belleza física porque me pareces hermoso. –contesta Luz de Luna, sin dejarse ver.

 

  -¿Y eso como por qué? Digo, si se puede saber. –pregunta buscándola a su alrededor con la mirada.

 

  -¡Porque aunque falten pocas noches para la que la Luna brille con toda su intensidad en el cielo! Esta noche la luna media lucirá preciosa y si me hago visible, le quitaré intensidad al brillo de las estrellas que adornan su estela, y esta noche quiero que me veas como la Luna firiana, porque quiero lucir hermosa para ti. –dice Luz de Luna.

 

  -Pues de eso precisamente quiero hablarte, necesito pedirte un favor y para eso necesito que te hagas visible.

 

Comenta esbozando su acostumbrada media sonrisa, ya que el comentario de la chica le cayó como anillo al dedo, para plantear su petición y enseguida, la maravillosa proyección nocturna delineando con luces de claro de luna, la divina presencia de aquella diosa firiana, le ofreció un maravilloso espectáculo de luz y sombra, jamás visto ni imaginado en el romántico y sub real mundo de aquél hombre con corazón de poeta.
 

 

  -Tus deseos son órdenes amado mío. –dice Luz de Luna con una maravillosa y sensual sonrisa.

 

  -¡Diablos! Es tan linda y angelical que la verdad no creo que sea capaz de comer corazones, en fin, tendré que preguntarle. –pensaba mientras buscaba la manera de plantearle el tema.

 

  -Preciosa, la otra noche no me respondiste a una pregunta que te hice.

 

  -¿Ah sí, y cuál fue? –pregunta Luz de Luna como tratando de recordar.

 

  -La de si era cierto todo lo malo que me habían contado de ti, lo del embrujo de la Luna firiana. –plantea la pregunta tratando de ser conciso y directo.

 

  -Creo que te platiqué lo del canto de las sirenas y el encanto de las ninfas, y también creí que había quedado claro de que la Luna de tu mundo, solo era fascinante y encantadora, sin encantamientos mágicos que alguna vez hayan perdido a alguno de los humanos; ¿Oh no?        

 

Le contesta Luz de Luna lubricando su mirada con enojo contenido, mirada que no pasó desapercibida a sus sagaces ojos, provocándole una de sus acostumbradas medias sonrisas, ya que sabía que la chica se estaba preparando para atacar.

 

  -Tal vez la Luna terrestre no tenga maldiciones, pero por lo que según sé, la Luna firiana si las tiene y una de ellas es muy fea. –dice encausando el tema de conversación.

 

  -Nada en mí es feo amor mío, yo nací para ser hermosa y adornar las noches de nuestros mundos, y todo lo que hago es para cumplir con el propósito para el que he sido creada.

 

  -Seré franco y conciso contigo, sé que eres hermosa y la mera verdad me tienes encantado con eso, pero desde que llegué a Fíria, la mayoría si no es que todos con los que me he topado me han hablado muy mal de ti, diciéndome cosas que me cuesta trabajo creer, ahora dime; ¿Puedo confiar en ti?

 

Le pregunta tratando de tomarla por un hombro, para darle la vuelta sin lograrlo, ya que la chica al sentirlo se configuró en etérea.

 

  -Ahora sé que no, lástima, veo que no eres tan hermosa como pareces.

 

  -¿Por qué me dices eso? ¡Claro que soy hermosa, más que cualquier criatura creada por Gaia o por los humanos, más hermosa que cualquiera de las diosas! Deberías de estar agradecido porque tienes el privilegio de que yo esté en estos momentos contigo; ¿Sabes cuantos demonios y titanes, dioses vigentes y olvidados morirían por un beso de mis labios?

 

Dice la chica de las largas pestañas opacando el brillo de sus ojos, con la furia desbordada que le provocaban sus palabras.

 

  -Tal vez, pero yo no, tal vez existió la posibilidad de que yo muriera por un beso tuyo, pero ahora que veo lo horrible que eres detrás de ese disfraz de ángel que utilizas, yo jamás nunca haría ni la más mínima cosa por ti, ni siquiera por una mirada y ya mucho menos por tu sonrisa, y ahora, nunca morir por un beso de tus labios, vete Luz de Luna y ya no me hagas más daño con esta decepción.

 

Dice dándose la vuelta para meterse en la galería, lugar donde sabía que la chica no podría seguirlo, porque el techo no dejaría pasar los rayos de la Luna.




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