Andrés se esmera en colocar la cubertería. No puede fallar. La cena será en casa. Ellos nunca han sido de celebraciones ostentosas, pero un día es un día. Se ha quitado la barba y ha pedido algo de dinero. El traje nuevo y los manjares cocinados no son baratos. Están a punto de ser las 21 h, la hora en que se conocieron hace treinta años. De repente, suena el teléfono. Es su hija Daniela. Lamenta tener que dejarla con la palabra en la boca y contradecirla. Esa comida es importante. Da igual que su mujer se haya ido hace tiempo.
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Editado: 02.05.2023