La cenicienta de Queens

Capítulo 4: Oliver

«Hay momentos decisivos en la vida de cada persona. Hay momentos que pueden llegar a marcarnos de por vida, incluso lo puedes ver pasar muy lentamente delante tus ojos. Por ejemplo; encontrar a la mujer a la cual amas con locura, parada en la entrada de tu departamento con comida Italiana y una amplia sonrisa de complicidad después de un agotador día y una intensa rutina de ejercicio, son pequeños placeres que cualquier hombre atesoraría. Excepto si te encuentras acompañado de otra mujer. Aquella a la que le debes lealtad y agradecimiento, la que paga tus cuentas, pero no amas. Entonces esos placeres se vuelven un completo inconveniente. Es que se suponía que era un día como cualquier otro, la perfecta rutina que he desarrollado por años. 

Me levanté temprano como habitualmente lo hago. Como cualquier otra persona con responsabilidades en esta gran ciudad. Luego de una larga ducha y una exhaustiva exfoliación hidratante me preparé para ir a correr, pero no sin antes beber mi bebida energética. Motivarme delante el espejo viendo mis pectorales es tan importante como todo lo ya expuesto. Alguien dijo una vez, cada cuerpo es un templo pero el mío es una obra de arte, amo cuidarlo después de todo mi cuerpo es mi trabajo. 

De igual forma reconozco que soy un malnacido por pensar esto, pero es sólo que en algún momento pensé que podría llegar a tenerlo todo. Dinero y amor, puestos en esa pequeña balanza llamada vida. 

Por supuesto que hay otras formas de ganarse la vida. Sin embargo quién no elegiría el camino fácil... supongo que después de todo, somos lo que somos.

Muchos suelen tachar de imprudente o vulgar lo que hago. Para mí por  supuesto me gusta más el término empresario, pero lo que me agrada pensar es que con mi trabajo ayudo a las mujeres infelices, la parte monetaria claro es una pequeña reintegración por su felicidad. Ser un padre de la caridad todo el tiempo no es mi única pasión, amo escribir siendo genial también en eso; por supuesto nunca pensé que esta profesión sería para toda la vida, por supuesto que todo iba a terminar una vez estuviera casado con... Lucy, cierto el tema aquí es Lucy. 

Soy una mierda de persona, un narcisista extremadamente imbécil. Ella ahora está enojada de esa rara forma pasiva amigable y es comprensible, pero que continúe dos semanas evitando mis llamadas y mensajes, me pone ansioso, me lastima y la extraño demasiado. La  amo más que ejercitarse, no trato de ser superficial, es sólo que el ejercicio es una parte crucial en mi vida, ello me ayudó a canalizar cierto problema de irá. 

Soy un imbécil que está totalmente arrepentido. Incluso es comprensible que haya cambiado la cerradura de su departamento; hace una semana la espere en su habitación con pétalos de rosa por todos lados y me comporte más idiota que nunca, tratando de restarle importancia a sus sentimientos ¡Pero qué mierda es lo que pasa por tu cabeza Oliver!»: 

—¿Cómo entraste aquí? 

—¿Me encuentras desnudo en tu cama cubierto con pétalos de rosas y es lo único que preguntarás?

—Es obvió que entraste por algún lado Oliver, te pedí tiempo... Esto no es algo que se pueda resolver haciendo el amor.

—Lucy pequeña y te lo estoy dando, pero yo te amo, esta pelea es ridícula y con respecto a la pregunta, le pague cien dólares a Louis. 

—N-Necesito que salgas de aquí ahora. 

—Vamos bellissima ya perdóname creo que estas siendo muy injusta, Lu. Mi manchi... y sé que tú también estás temblando cuando me acerco, es esa la reacción que causó en ti. 

—Oli, yo... Debes irte. ¡Por favor! 

—Tranquila cariño, no llores, si.  Me iré ahora. Pero recuerda esto, me ganaré tu perdón después de todo vamos a sposarsi. 

—Con respecto a eso... 

—¿Por qué me das tu anillo? Es tuyo, no puedes dar por pérdida nuestra relación por un mal entendido, ¡Perdona questo idiota! 

—Me fuiste infiel Oliver, sólo vete ahora. 

—Pero era una mujer de sesenta años y créeme cuando te digo que no siento absolutamente nada por ella. Es sólo que todo es más complicado de lo que crees, pero no la amo... 

—¿¡Acaso eso cambia algo!? En serio pretendes que me case contigo luego de lo que me has hecho…

—¡Yo… yo…, Lu! 

—Por favor, lárgate ahora.

—Ti amo... Que mierda estoy diciendo, por favor perdona no debí decir eso Lu, yo te lastime perdona y estar aquí sólo empeoró las cosas. 

—Ya vete Oliver. 

«Y ese soy yo, Oliver Barbieri, un hijo de puta, que no mide sus acciones ni lo que sale de su boca». 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.