—¿Cómo es eso que no vieron por dónde se fue? Tenían que estar pendiente de ella.
—¡Por favor! ¿Dígame qué está bromeando? ¡Por favor, se lo ruego! —exclamo con escepticismo, su guardaespaldas de inmediato—. Yo no estoy aquí para cuidar de ella
—arrojó con franqueza. Escuchar el reproche de Edwards le parecía fuera de lugar y ridículo—. Y le recuerdo que mi deber es para contigo.
—Yo tenía la situación bajo control Ashton —replicó caminando atento en la calle atiborrada de gente de la 5ta avenida.
—No me diga. Porque yo solo vi a un tipo más fornido y totalmente fuera de sus estribos.
—Creo que olvidas que soy ganador de esgrima y sé defensa personal... Lo tenía... bajo... control —Volvió a reiterar con seriedad.
—Si, y definitivamente en una pelea de esgrima le hubiese ganado —añadió con sarcasmo—. Señor, creo que está jugando con aguas turbias. Todo esto terminará mal, muy mal —repuso, su tono estaba cargado de preocupación—. Es que ni siquiera debería estar caminando por estas calles como si fuera un ciudadano común.
—¡Tranquilízate hombre! No pasará nada, estoy perfectamente camuflajeado. Ahora, lo único que me interesa saber es en dónde está. Deberíamos revisar el área, quizás no esté muy lejos. Ella no se encontraba bien y tal vez paró en algún lado y antes de que digas algo con respecto a ello… solo es mera empatía.
—No creo que hoy sea posible, está comenzando a llover —anunció haciendo que Edwards, se percatara del clima.
—Vamos Ashton, que solo es una pequeña llovizna —alegó seguido de un relámpago y varios truenos—. Tú, vamos, dile a nuestro malhumorado amigo que sólo es una pequeña e inofensiva llovizna —reiteró dirigiendo su atención a el otro guardaespaldas. Esté siempre solía mantenerse en silencio, al margen de las discusiones de Ashton y Edwards.
—Yo... yo... —balbuceo mientras miraba la cara áspera de Ashton y el rostro imponente del príncipe. Definitivamente no quería quedar en medio de esto—. Tal vez, deberíamos buscar un refugio mientras pasa la lluvia —agregó y justo comenzó a llover a cántaros haciendo que estos le tomarán la palabra, mientras él soltaba un suspiro de alivió.
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Catedral de San Patricio
—¡Hola Dios! Lo sé, ha pasado un tiempo desde la última vez que hablamos —exclamó la morena en un tono decaído mientras se ponía de rodillas a la hilera derecha de las bancas y observaba una escultura—. Bueno para ser honesta desde que pensaste que llevarte a mi tía Anne, la única familia que he conocido, era lo correcto. Es decir, desde pequeña mi tía me enseñó que debemos hacer tu voluntad sin contradecir, porque de lo contrario sería una pecadora y ardería en las llamas del infierno por toda la eternidad... ¡¿Pero qué clase de persona le enseña eso a una niña de siete años?! —alegó en voz alta, poniéndose de pie con bastante cuestionamiento—. Es qué...
—Shhh... —le interrumpió una señora dos asientos detrás de ella, poniendo un gesto severo para que guardara silencio.
—¡Lo siento, lo siento! —se disculpó en voz baja volviendo a ponerse de rodillas y tratando de
tranquilizarse— ¡Mira no quise gritarte, sé que así no funcionas y no podrás atender a mis plegarias, así que te pido una disculpa! Pero me sería de mucha ayuda si me dejaras hablar con mi tía Anne, y no quiero presionar, pero mi fe comienza a deteriorarse un poco. No es chantaje ni nada por el estilo, aviso. Y bien sé, que esto no es una línea directa donde pides hablar con las personas y de la nada. ¡Poom! Consigues escucharlos, claro que no. Aunque sería irónico que aquello me pasara ya que el fin de semana vi una película donde si podías comunicarte con tus seres queridos de esa forma y es que vamos sería muy beneficioso, incluso aquello aumentaría las plegarias y las ganancias, ya sabes por esto del escepticismo hoy en día. No lo sé, sólo digo que podrías tratar de invertir en ello, imagina todas las personas que... Oh, si cierto, estoy divagando nuevamente.
—Shhh... Shhh...
—¡Lo siento, lo siento! —Volvió a disculparse retomando el tema—. Bueno hagamos esto, yo hablo y tú escuchas, y al final de todo lo que tengo para decir me das una señal que me ayude aclarar mis ideas, pero trata de ser un poco claro por favor, ya que tienes reputación de hacer tus caminos misteriosos y tomaré tu silencio como un si. Mi vida hasta hace un mes era perfecta y no quiero sonar soberbia ya que sabemos que es un pecado capital. Bueno está bien, tal vez me engañó un poco sobre que era perfecta, pero yo estaba feliz como era. Hasta que descubrí la verdad sobre Oliver y entendí que los cuentos de hadas no existen como creí toda mi vida y no quiero cuestionarte tía Anne, mucho menos señalar culpables, pero todo esto es tu culpa. En fin, luego viaje a París y yo... bueno... dormí con un desconocido y si ya sé que el sexo antes del matrimonio es pecado, aunque yo lo había cometido desde antes cuando le entregué mi virtud a Oliver, aunque para ser justos yo me iba a casar con él así que no fue un pecado como tal. La cosa es que yo aún amo a Oliver, adoro su sonrisa y sus perfectos colmillos que puedes notar cuando se ríe, me encanta su pelo rubio y liso que cae un poco hasta sus ojos y su fornido cuerpo me hace sentir segura. Además es sensible, le gustan las novelas y películas románticas —decía mordiendo el labio inferior de su boca y sintiéndose un poco acalorada—. Aunque siento que nunca lo conocí realmente y aún hay cosas de su vida que desconozco por completo. Pero ahora también está Chad, el sujeto de París, bueno tú ya debes de conocerlo mejor que yo. Él... es, bueno, es muy guapo hay que reconocerlo y tiene estos hoyuelos que se forman en sus mejillas cuando sonríe, aquello es muy lindo. También me gusta su barba y no puedo dejar de pensar en sus labios rosados, sus lentes lo hacen ver extremadamente inteligente y me consta que lo es ya que usa palabras rimbombantes y sofisticadas acompañadas de ese acento inglés, además sus trajes lo hacen ver jodidamente sexy...