—No creo que pueda viajar ahora... Sólo dame unos días. ¡Y prometo que te compensare! Es que ella está destrozada en estos momentos. No se ha movido del sofá desde anoche, ella solo está ahí, quieta, sin decir nada y sin prestar la más mínima atención a su alrededor. Es como si su cerebro aún no procesa el daño.
Lucy escuchaba desde la sala, como Sarah le susurraba excusas a alguien por el teléfono. Pero aquello ni siquiera podía importarle menos.
—Lo entiendo... es tu amiga, debes estar ahí con ella —afirmó en un tono comprensivo su interlocutor— ¿Tú… por casualidad, has visto las noticias esta mañana? —inquirió con curiosidad—. La están llamando... la llaman, Cenicienta de Queens.
Aquellas palabras hicieron que Sarah dejara escapar un suspiró intranquilo.
Lucy era como aquella hermana menor que siempre anhelo. Era pequeña, curiosa, bondadosa, parlanchina y molesta y ni hablar de ese estúpido positivismo ante las dificultades de la vida, que a Sarah le fastidiaba bastante. En pocas palabras la chica era todo un sol. Pero ahora la veía desvanecerse, apagarse ante sus ojos. El amor había noqueado de manera feroz a Lucy Andrews, por segunda vez.
Sarah se dio la vuelta cuando escuchó una puerta abrir a su lado, encontrándose con unos enormes ojos azules interrogantes. Ella negó con la cabeza y la otra persona resoplo un tanto frustrada.
—¡Yo... te mantendré al tanto! —señaló, terminando la llamada de inmediato y dirigiendo su atención hacía Louis.
Louis caminó unos cuantos pasos desde el pasillo y asomó la cabeza hacia la sala en dirección a Lucy. El escenario era lamentable. Aún llevaba aquel vestido, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar toda la noche y de un color negro por el rimel que se extendía hasta las mejillas. La chica risueña ni siquiera pestañeaba, sólo empequeñecía los ojos mirando hacía un punto fijo y arrugando la frente de vez en cuando, cómo si tratara de entender lo que había pasado.
—Sabía que era una muy mala idea la nota de París. Pero Lucy no suele escuchar. Si ella no hubiese salido del club, tal vez...
Sarah llevó dos dedos hacía su sien y los frotó despacio. Se sentía afligida y aunque era loco también sentía un poco de culpa.
—Lucy ser adulta —apuntó Louis algo obvió—, pero tal vez yo alentar demasiado, nunca querer que tonta Lucy se amoureux, yo... solo querer que experimentar sobre su sexualité
—aseguraba como tratando de justificarse.
—Es lamentable, pero no hay una forma de que podamos bloquear el dolor que siente. Así que lo único que podemos hacer ahora, es estar para ella.
Louis afirmó de manera compresiva ante las palabras de Sarah. Luego caminaron hasta el sofá, sentándose a ambos lados de su destrozada amiga.
Lucy, ni siquiera volteó a verles a la cara, sólo inclinó la cabeza en el hombro de Sarah mientras Louis le sujetaba la mano con fuerza. Ya no había lágrimas, no había palabras, solo un inmenso silencio.
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Hotel plaza - gran salón de eventos
Lucy, observaba desde una esquina a las personas elegantemente vestidas que se paseaban por el luminoso salón, riendo y conversando animadamente mientras disfrutaban de copas de champagne. Ella ponia atención a los alrededores y apuntaba en un pequeño block de notas cada detalle, desde la decoración, hasta como iban vestidas algunas de las personas mas influyentes de la élite de Nueva York; heredero, magnates, famosos, políticos, entre otros. Aunque de vez en cuando, revisaba su teléfono y levantaba la vista hacia la multitud como si buscará a alguien en particular.
—¡¿Champagne madan?! —exclamó a modo de pregunta, uno de los muchos meseros que iban y venían por todo el lugar de manera sincronizada.
Ella negó con la cabeza mientras el camarero asintió respetuosamente antes de continúo su trayecto. Dado su problema de resistencia al alcohol, no era una muy buena idea intentar beber, especialmente esta noche.
«Tal vez, nunca debería intentar beber de nuevo»
—¡Tú dijiste que él vendría de camuflado...! ¿Qué pasó?
Desde una corta distancia de Lucy, se escuchaba la voz de un preocupado e impotente Alberth, quien estaba decidido a conservar su empleo a toda costa. Él le reprochaba a Yuan, quien se percibía inquieta y un tanto ansiosa.
—Tú no eres el único que tiene el puesto en juego aquí —respondió de vuelta, con un tono decidido—. Y tu compañera no piensa ayudar a idear un plan —replicó señalando en dirección a Lucy.
—Ya basta de culpar a otros por tus fracasos. Tu tomaste las riendas y te equivocaste, ahora solo arreglalo. Por cierto, si no te diste cuenta a la única que le respondió la pregunta fue a ella —concluyó Alberth airadamente, dejándo a Yuan con la palabra en la boca antes de alejarse.
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—¡Alto, está ocupado! —exclamó un seguridad en un tono severo.
Habían varios hombres parados afuera de la puerta del baño y le negaban el paso a todo aquel que pretendía entrar.
—Señor podría terminar con lo que está haciendo. Otras personas necesitan usar el baño —sugirió Ashton en un tono gruñón.
—Pues déjalos entrar —planteó el príncipe de manera despreocupada, mientras escribía un mensaje en su teléfono.
—Negativo.
Para: Lucy
Perdona, tuve una urgencia
de negocios, pero ya estoy en camino.
Pd: También tengo un buen gusto para la lencería. Solo quiero señalar aquello
9:30 pm
Enviado: 12 de abril del 2013
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La música entusiasta y suave que ambientaba el lugar, comenzó a bajar de a poco, las luces tomaron otra tonalidad un poco apagada. Y Todos voltearon hacía el escenario, aplaudían como por instinto mientras el príncipe caminaba hasta el lugar específico donde se encontraba un micrófono.