Capítulo 4.
Capítulo 4:parte II.
14 de abril, 2015.
Estoy impactada, él acaba de decir que yo Spencer April “Soy la excepción de las excepciones. O sea, repito continuemente cada sílaba que salió por esa boca.
- Das la labia más original que he escuchado. – ríe fuertemente.
- Eso no me lo esperaba. – dice sonriendo. – Pero de ti no me puedo esperar algo normal.
- Soy como Bibi, me siento alagada.
-¿Qué te parece si nos vamos?
- De acuerdo. – me extiende su mano, no la tomo y me quedo parada algo insegura. – Hagamos un trato.
- Tienes mis oídos solo para ti.
- Eso sonó sexy ¿Sabías? – me mira picaramente.
- No viene al caso.
- Hoy serás libre de besar, abrazar y agarrar las manos que quieras.
- ¿Y yo que ganó? – lo observo intrigada.
- ¿Confías en mi?
- No cuando tengo que entregarle mis primeros besos y caricias a un practicamente desconocido. – y sí lo dije en voz alta.
- No me dañes la sorpresa ¡Por favor! – hace un puchero de bebé y se ve súper adorable.
- Lo haré. Espero que sea épico lo que me des. Y son tres besos nada más.
- Ya verás. ¿Trato? – asiento la cabeza. Extiende su mano nuevamente, pero está vez la sostengo y no se siente mal, al contrario, siento un caliente que abomina mi pecho, pero se siente bien.
Salimos de la gran casa, cierra la puerta y la asegura, luego nos dirijimos hacia su carro, repite nuevamente la acción de abrir la puerta para mi y luego entrar él y de inmediato encender el auto.
- ¿Dulce favorito? – pregunta de repente.
- Todo aquello que por nombre se llamé dulce es mi favorito.
- Te llamaría caramelo viviente.
- Buen apodo, pero yo la reina de ellos.
- Ah sí, haber ¿cúal es el mío?
- Halagador de rarezas.
- Es bueno, pero no se compara con la excepción de la excepciones. – sonríe. – Y menos si te pondré así de roja.
- Que chistoso. – río falsamente. - ¿Cuál es es el tuyo?
- Las gomitas acidas.
- Buena elección, otro punto por el que me caígas bien, estamos avanzando.
- Y llegamos. – detiene el auto. Miro por la ventanilla, y observo el entorno.
- ¿ A donde me traíste? – digo mientras él abre la puerta para mi.
- A una librería. Me dijiste que te encantan.
- Cuando te dije que me encantaban las librerías te explique con mucho aclaramiento que odio las novelas literarias románticas.
- Relajaté ¿vas a desconfiar de mi en este momento? – lo miro directamente a esos hermosos ojos.
- De acuerdo. – me agarra de la cintura suavemente para guiarnos a la librería que es raro que este abierta a estas horas. Entramos rapidamente. Noto que no hay nadie.
- Hola Andrew. – Saluda Leythan al hombre que esta sentado en la silla aql lado de la puerta.
- Hola chico. Te has demorado demasiado. – dice el hombre con acento aproximado al cubano.
- Es que tuvimos algunos inconvenientes en el camino, dirije su mirada hacia mí y me observa con diversión.
- De acuerdo, aquí están las llaves, recuerda cerrar bien cuando salgas.
- Muchas gracias Andrew. – El hombre asiente, se despide y se va.
- ¿Pretendes leer cada libro romántico de este lugar? – pregunto. Él me extiene la mano nuevamente, la tomo.
- Esta no es la mejor parte esta librería. – me guía hacia una puerta de cristal, adentro se encuentra una gran cantidad de libros de diferentes tipos. – Elige los que quieras.
- ¿De verdad? – asiente lentamente para torturarme. Y sin darme cuenta le brinco encima haciendonos caer al piso.Reímos. – Lo siento.
- Podría robarte uno de esos tres besos que me permitiste por el día de hoy.
- Podrías, pero ya no sería un robo porque ya lo sé.
- ¿Me estás probando? – Dice pasando su lengua por la comisura de sus labios, y eso sí que fue sexy.
- No… – me calla cubriendo mis labios con los suyos, haciendome sentir segura, no es un beo brusco, es suave y delicado, luego succiona la parte inferior de mi labio, pero no pierdo tiempo le doy espacio para que pueda adentrar su lengua a mi boca y también participar en el beso y así disfrutar más de este, procede a pronfundizar un poco más el beso, y empieza a explorar mi lengua con dulces roces, nuevamente succiona mi labio y luego lo mordiquea, luego de unos minutos de saborear nuestros labios nos detenemos a conseguir oxigeno.