Capítulo 6:
27 de mayo, 2015.
- ¿Hermanos? – le pregunto.
- Dos duplicados, una hembra y un varón.
- ¿Mellizos?
- Exacto.
- Yo soy un duplicado. – río ligeramente.
- ¿Tienes un mellizo?
- Son dos. Somos trillizos.
- Cuando creo que ya no puedes ser más interesante, mandas una bomba.
- Leythan no soy tan interesante como lo crees.
- Para mi sí lo eres. – dice volteando verme para inmediatamente volver su mirada al frente. – Dulcería andante llegamos a tu primer hogar. – me río y luego dirijo la mirada a una pequeña tienda de dulces.
- ¿En serio?
- Muy en serio. – Salimos del auto, toma mi mano y me guía a la pequeña dulcería. Al entrar me doy cuenta que no es tan pequeña despúes de todo, tiene diferentes variedades de dulces.
- Nunca había venido aquí. Pero que ocurrencia para una segunda salida.
- O simplemete segunda cita. – me río. - ¿Qué quieres?
- De esos dulces que se explotan en la boca y para ti unas gomitas acidas.
- Vas aprendiendo. Aunque aún no me has dicho porque le tienes miedo al amor.
- No le tengo miedo, solo que no es de mi agrado.
- ¿Y por qué no es de tu agrado? O sea, sé que no es perfecto o como en los cuentos de hadas, pero es fascinante.
- ¿Fascinante? La palabra correcta es locura, las personas llegan a un grado en el que lo dan todo por amor, y no solo hablo de sexo fuera del matrimonio o dar la mayor parte del tiempo a esa persona, sino que se aferran tanto al amor o lo que sea que sienten que ponen su vida en riesgo o las de otros, traen ciertas consecuencias, problemas psicologicos, por ejemplo.
- ¡Wao! Eso si que no me lo esperaba. Pero todas esas conjeturas supongo que no nacieron solas ¿o si?
- Listo, su pedido esta hecho. – dice el empleado de la dulcería, había olvidado que estabamos ahí. Noto que el hombre le pasa una funda con mucho más dulces de los que pedí y al instante abro mis ojos como dos platos.
- Yo no pedí todo eso.
- Usted no, pero su joven acompañante sí. - volteo a ver a Leythan quien sonríe tiernamente y me guiña un ojo. Me derrito.
- ¿Nos vamos dama?
- Por supuesto caballero,
- Sé que me gané un beso, pero te entiendo si no me lo quieres dar. – me susurra al oído antes de salir. Salimos de la dulcería y cuando abre la puerta del auto para mi le robo un roce en los labios y me adentro al auto, ríe complacido y luego rodea el auto y se acomoda.
- Muy bueno, pero te enseñaré como se hace. – acerca su rostro lentamente y luego toma mi cara suavemente con varias caricias y cuando nuestros labios estaban a punto de chocar sus labios con los míos suena su telefóno. Una llamada. – me lo deberás.
- Pinky promise. – ríe. Agarra su celular y atiende la llamada.
- Mamá calmate. Sí, sí. Todo estará bien. – responde un poco tenso. Luego me da una mirada penosa. – Voy para allá, pero tienes que tranquilizarte. – cuelga la llamada.
- ¿Qué sucede?
- A mi padre se ha desmayado, varios días atrás se había sentido mal y la enfermera lo estaba cuidando, no le ha faltado ninguna comida o en los analisis no se le diagnostica algo fuera de lo común, tengo que marchar a ver como van las cosas y tratar de tranquilizar a mamá. Lo siento mucho.
- Calma, no es tu culpa. Vamos.
- ¿Segura que quieres ir? Porque si quieres te puedo llegar a tu casa.
- No, vamos a ver tu padre, es la prioridad ahora. – se queda observandomé fijamente por unos segundos, luego me agarra nuevamente por el rostro y me besa suavemente, dando varios roces con su lengua en la parte inferior de mis labios y luego finaliza mordiendolo. Suspiro, ha tenido esta manía de morder mi labio, pero yo no me quejo, vuelve a guiñarme el ojo y pone en marcha el auto.
- Gracias por entender. - sonrío.
Desde que salimos de la dulcería no hemos tenido un tema de conversación concreta, solo diversos temas escasos y de poco interés.
- ¿Entonces no pretendes responderme la última pregunta que te hice en la dulcería?
- ¿Cuál de todas?
- No me vengas con esa, ya sabes que no voy a caer. ¿De dónde sacaste las conjefaturas?
- Momentos del pasado que no quiero recordar.
- El entrometido no se entrometerá. – me río. – ¿Me tengo preocuparme?
- No, es del pasado.
- Entonces puedo morir en paz. – río fuertemente.