¡Oh, hermoso caballero! Tú me has dado inmenso privilegio. Es para mí tan grato saber un poco de ti... Y quiero que sepas que me tienes aquí. Frente a tus lindos ojos que me alumbran, las oscuras sendas por las que camino... Frente a tus ojos yo veo el reflejo, de mi triste y vagabundo rostro... ¿Qué tú piensas al mirarme? Si soy no más un plebe ante tus pies. Haz de mí hoy lo que tú quieras, y sonríeme para yo ser feliz. Dame tu mano y te daré, todo mi cariño e inmensurable amor. ¡Oh, dulce caballero de armas fuertes! Eres tan divino como sol naciente. Entre las montañas te observo llegar, y mi corazón a tu merced queda... ¡Caballero de ojos miel! Es honorable para mí saber de ti...
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