El aire fresco del patio trasero era un alivio para mis sentidos sobrecargados, pero la calma no duró mucho. Después de un rato, decidí que no podía quedarme afuera toda la noche. Jaden y Jayla seguro que me estarían buscando, o al menos, eso me dije a mí mismo para justificar el hecho de volver adentro. La verdad es que no podía dejar de pensar en la chica que había visto antes a través de la ventana.
Regresé a la casa, la música se hacía más fuerte a medida que me acercaba al salón principal. Era como si la atmósfera misma vibrara con la energía de la fiesta. Alcancé a distinguir a Jayla en la distancia, riéndose con un grupo de amigas, así que me dirigí hacia la barra improvisada para tomar algo. Nada demasiado fuerte, solo lo suficiente para no sentirme como un completo extraño en mi propia piel.
Mientras observaba el lugar, entre sorbos, la vi.
Al principio, me sorprendió reconocerla entre la multitud, pero no había duda. La chica de la ventana, estaba allí, en medio de todo, hablando con varias personas como si hubiera sido parte de nuestro círculo desde siempre. No podía dejar de observarla mientras se movía con facilidad entre la gente, su expresión tranquila pero atenta, como si estuviera absorbiendo cada detalle de la escena.
El contraste entre su actitud reservada en la ventana y su presencia en la fiesta me desconcertaba. No era lo que había esperado. Había imaginado que sería más introvertida, como yo, y aquí estaba, integrándose sin esfuerzo. La vi conversar con varios chicos y chicas, cada uno de ellos cautivado por su manera de hablar, aunque mantenía un aire distante. Era como si se acercara lo suficiente para captar su atención, pero se mantuviera a una distancia segura para no revelar demasiado de sí misma.
Me quedé en mi lugar, dudando si debía acercarme. Algo me frenaba, quizás era el hecho de que no tenía ni idea de qué decirle, o tal vez la simple certeza de que en ese momento, no pertenecía a su mundo.
Finalmente, mi atención se centró en un rincón donde Jaden estaba rodeado de su grupo habitual de amigos. Y allí estaba ella, conversando con mi hermano. Algo en la manera en que sonreía mientras Jaden hablaba me molestó, aunque no supe por qué. Jaden, como siempre, estaba en su elemento, contando alguna historia exagerada o haciendo una broma, y ella parecía interesada, aunque su expresión era difícil de leer.
Me quedé allí, observando desde lejos, sintiéndome cada vez más fuera de lugar. Había algo en esa escena que me incomodaba, como si estuviera viendo algo que no estaba destinado a mí.
Después de un rato, me di cuenta de que aquella chica había desaparecido. No estaba junto a Jaden, ni en el grupo de amigos donde la había visto antes. Sentí una extraña urgencia de encontrarla, de saber qué estaba haciendo. Me abrí paso entre la multitud, buscando su rostro en medio del mar de personas.
Finalmente, la vi.
Estaba en medio de la pista de baile, rodeada por la multitud. La música había cambiado a algo más rápido, más intenso, y ella se movía con una fluidez que parecía completamente natural. En una mano sostenía una botella, y daba vueltas entre la gente, bailando con una energía que no había mostrado antes. Había una sonrisa en sus labios, pero no era una sonrisa que llegara a sus ojos. Parecía estar disfrutando, pero a la vez, había algo en su expresión que me desconcertaba, algo que no lograba descifrar.
La observé, sintiendo una mezcla de fascinación y confusión. No sabía qué esperaba encontrar en ella, pero la imagen que había construido en mi mente se desmoronaba con cada movimiento que hacía. No era la chica misteriosa y reservada que había imaginado; era algo más, algo que no podía comprender completamente en ese momento.
Me quedé allí, a un lado de la pista, observándola sin atreverme a acercarme. No sabía si quería intervenir o simplemente seguir viéndola desde la distancia. Y mientras la música continuaba y las luces parpadeaban a su alrededor, me di cuenta de que esa chica era un misterio que solo se haría más profundo cuanto más intentara desentrañarlo.
—¿Qué tanto miras, hermanito? —La voz de Jayla me sacó de mis pensamientos mientras se recargaba en mi hombro.
Por unos segundos la ignoré, incapaz de apartar la vista de la chica, que seguía bailando en el centro de la pista. Había algo en su manera de moverse que me hipnotizaba, como si estuviera en su propio mundo, ajena a todo lo que la rodeaba.
Finalmente, me giré hacia Jayla, esforzándome por poner una expresión neutra.
—No es nada, ya quiero irme —dije, aunque sabía que era una mentira. La verdad era que quería quedarme, seguir observándola y tratar de entender por qué me fascinaba tanto. Pero esa misma fascinación me aterraba, y la mejor salida parecía ser huir.
Jayla alzó una ceja, claramente escéptica, pero no insistió.
—Voy a buscar a Jaden —dijo, dándome una última mirada antes de alejarse entre la multitud.
Me quedé solo otra vez, con la música y el ruido de fondo, pero mi atención ya no estaba en la fiesta. Mis ojos seguían buscándola, que ahora había desaparecido en medio de la multitud. Era como si se desvaneciera y reapareciera a su antojo, un fantasma en medio de la fiesta.
Unos minutos después, vi a Jayla y a Jaden acercándose a mí. Jaden, como siempre, parecía estar en su propio mundo, despreocupado y sin rastros de la intensidad que había visto en él cuando hablaba con ella.
—¿Nos vamos? —pregunté, esperando que dijeran que sí.
—Sí, pero espera un segundo —respondió Jaden, mirando a su alrededor con una expresión que no pude descifrar—. Alguien va a venir con nosotros.
Fruncí el ceño, sorprendido por sus palabras. No entendía a quién se refería hasta que la vi acercándose. Caminaba hacia nosotros con una sonrisa en los labios, pero, de nuevo, esa sonrisa no alcanzaba sus ojos. Sentí un nudo en el estómago cuando me di cuenta de que ella venía con nosotros.