Varios días habían pasado desde nuestro cumpleaños. Entre los recorridos por el crucero, fiestas, cenas y demás actividades, el viaje había sido como una burbuja fuera del tiempo, alejada de todo lo que había sucedido antes. Diane parecía disfrutar de todo tanto como nosotros, y eso me daba cierta paz. Hoy habíamos decidido pasar una tarde tranquila en la piscina del crucero. Jayla, Jaden, Diane y yo caminábamos hacia la zona de la piscina, bromeando y riendo, con las toallas al hombro.
Diane llevaba un bikini azul marino que resaltaba perfectamente contra su piel. Desde el momento en que la vi, me fue imposible no admirarla en silencio. Había algo en su sonrisa, en la forma en que la luz del sol parecía reflejarse en sus ojos, que me hacía imposible apartar la vista de ella. Mi mente vagaba, perdida en esa imagen, mientras intentaba, sin mucho éxito, mantener la compostura.
—Hace días que no hacemos algo relajado como esto —dijo Jayla mientras se acomodaba en una tumbona junto a la piscina.
—Ya era hora de un poco de sol —agregó Jaden, tirando su toalla sobre una silla antes de saltar al agua sin pensarlo dos veces—. ¡El agua está increíble!
Diane se sentó al borde de la piscina, mojando sus pies lentamente. Yo me acerqué, sin quitarle la vista de encima.
—¿Vienes? —le pregunté, intentando sonar casual.
Diane me sonrió, y en esa sonrisa pude sentir todo lo que me tenía enganchado desde hacía meses. Asintió, y poco después ya estábamos los dos en la piscina, junto con Jaden y Jayla, disfrutando del agua y de un poco de tiempo sin preocupaciones.
—Podríamos jugar a hacer preguntas, como cuando éramos más pequeños —sugirió Jayla, siempre buscando la manera de animar las cosas.
—Vale, empiezo yo —dijo con una sonrisa—. Javon, si tuvieras que elegir vivir en una ciudad de este país por el resto de tu vida, ¿cuál sería?
No me tomó mucho tiempo pensarlo.
—Nueva York —dije, encogiéndome de hombros—. Es una ciudad llena de vida. Creo que siempre habría algo por descubrir.
Jayla me miró con una sonrisa burlona, pero no dijo nada más. Entonces Jaden, desde el otro lado de la piscina, lanzó la siguiente pregunta.
—Diane, ¿cuál es tu recuerdo más vergonzoso de la escuela?
Diane se rió antes de contestar, y su risa me dejó atrapado por un momento.
—Oh, eso es fácil. Me resbalé en medio del gimnasio durante una asamblea. Todo el mundo me vio, y no dejé de escuchar sobre eso durante semanas.
Nos reímos, pero antes de que pudieran hacerme otra pregunta, vi de reojo cómo dos chicos y una chica se acercaban. Algo en su forma de caminar y en la expresión de Diane me hizo darme cuenta de que no era solo gente del crucero. Estaban caminando directamente hacia nosotros. Y entonces uno de ellos, el chico más alto, habló.
—Diane, ¿eres tú?
Me tensé de inmediato al oír esa voz desconocida. Diane, por su parte, se congeló por un momento antes de responder.
—Mason... —murmuró, visiblemente incómoda.
Mason. No sabía quién era, pero el nombre y la manera en que Diane lo miraba me decían suficiente. Este tipo había sido alguien importante en su vida, y yo no podía evitar sentir cómo una punzada de incomodidad crecía dentro de mí.
—No esperaba verte aquí —continuó Mason, con una sonrisa que no me gustaba ni un poco—. ¿Cómo has estado?
Diane intentó mantener la calma, pero se notaba que la situación la había tomado por sorpresa.
—Bien... he estado bien —respondió, sin mirarlo directamente—. ¿Tú?
—Igual, bien. Me mudé, pero volví hace poco... no pensé que te encontraría en un crucero —dijo Mason, claramente disfrutando de la conversación.
Yo seguía observando, intentando controlar las emociones que comenzaban a revolverse dentro de mí. Quería intervenir, pero no estaba seguro de cuál era la mejor manera de hacerlo. Y luego apareció una chica que parecía acompañarlos.
—¿Y quiénes son ellos? —preguntó, señalando hacia mí y los demás con una sonrisa curiosa.
Diane hizo un esfuerzo por responder sin titubear.
—Son mis amigos —dijo, lanzándonos una mirada rápida—. Esta es la familia Walton.
No podía quedarme en silencio más tiempo. Me acerqué un poco más y extendí mi mano hacia Mason, decidido a hacerme notar.
—Soy Javon —dije, sin darle oportunidad de ignorarme.
Mason me miró por un segundo antes de aceptar el apretón de manos. Pero, por la manera en que seguía mirándola, su interés claramente no estaba en mí.
—Bueno, supongo que los veré por aquí —dijo finalmente, alzando la mano en un gesto despreocupado.
Cuando Mason y sus dos amigos finalmente se alejaron, solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. El ambiente a nuestro alrededor cambió de inmediato. Jayla soltó una pequeña risa.
—Eso fue raro.
—Mucho —agregó Jaden, sacudiendo la cabeza.
Yo, por otro lado, solo podía pensar en Diane. La miré, esperando algún tipo de señal de que estaba bien.
—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja, acercándome lo suficiente para que los demás no nos oyeran.
Diane me miró por un segundo, sus ojos reflejaban una mezcla de incomodidad y nostalgia.
—Sí... solo fue inesperado —respondió, pero su tono me decía que había algo más.
—Si no quieres volver a hablar con ellos, podemos alejarnos de aquí —le sugerí, queriendo hacerle saber que no tenía que enfrentarse a esa situación si no lo deseaba.
Diane me miró y sonrió con agradecimiento. No dijo nada más, pero ese pequeño gesto fue suficiente para que entendiera. Todo lo que ella necesitaba ahora era estar rodeada de personas en quienes pudiera confiar.
La tarde pasó en un suspiro. Después del incómodo encuentro con Mason y sus amigos, todo volvió a la normalidad entre nosotros. Reímos, jugamos en el agua y nos olvidamos de los extraños que se habían acercado. Diane volvió a sonreír, lo cual me alivió enormemente. Cuando el sol empezó a esconderse, Daelo llegó corriendo hacia la piscina, chapoteando agua a su alrededor.