Capitulo 17

Había estado golpeando el saco durante lo que parecían horas. Cada vez que mis guantes conectaban, sentía un alivio momentáneo, como si el peso en mi pecho se disipara con cada impacto. Pero apenas me detenía para tomar aire, todo regresaba. Los pensamientos. Las imágenes de Diane y Mason en el crucero, el beso que no podía borrar de mi mente.

Estaba tan inmerso en mi rutina que apenas noté cuando Jayla entró al gimnasio. La vi acercarse por el espejo, cruzada de brazos, con esa expresión que decía que estaba a punto de decir algo importante.

—¿Vas a seguir así todo el día? —preguntó, interrumpiendo el sonido constante de mis golpes.

—¿Qué? —murmuré, deteniéndome a medio golpe, aún con los guantes en alto.

Jayla dio un paso más cerca, entrecerrando los ojos.

—¿Me vas a decir qué pasa o tengo que adivinarlo?

Solté un suspiro y me quité los guantes, dejándolos caer al suelo mientras me pasaba una mano por el cabello, empapado de sudor.

—No pasa nada, Jayla —dije, sin mirarla directamente. Sabía que no me creería.

—Claro, nada... —respondió, sarcástica—. Llevas días encerrado aquí, ignorando a todos, sobre todo a Diane. ¿Qué pasa contigo, Javon?

Sentí un nudo formarse en mi estómago al escuchar su nombre. Apreté la mandíbula, intentando controlar la ola de emociones que me golpeaba cada vez que pensaba en ella.

—No es nada —insistí, aunque mi voz sonó débil.

Jayla se cruzó de brazos, impaciente.

—¿Sabes que no soy tonta, verdad? ¿Qué pasó entre tú y Diane? Porque algo pasó, y tú estás actuando como un idiota.

Su franqueza me descolocó. No sabía cómo responder sin que todo saliera de golpe, sin mostrar la rabia, la confusión. Pero ya no podía seguir esquivando el tema.

—La vi... —dije al fin, las palabras saliendo antes de poder detenerlas—. La vi con Mason. Besándose.

Jayla me miró fijamente, sorprendida por un segundo, pero luego su expresión se suavizó.

—¿Y por eso llevas semanas evitándola?

—No entiendes —continué, sin poder contenerme—. Ella... no sé. Pensé que... después de todo lo que hemos pasado, pensé que las cosas iban a ser diferentes. Y luego la veo con él. ¿Cómo se supone que debo reaccionar?

Jayla suspiró y se sentó en uno de los bancos cercanos, haciéndome un gesto para que me sentara junto a ella. Me dejé caer, agotado, pero no físicamente. Era un agotamiento mental que me había estado consumiendo poco a poco.

—Mira, no te voy a decir que no te entiendo. —Jayla habló con una calma que me sorprendió—. Sé que te importa Diane. Es obvio. Pero no puedes actuar como si ella te debiera algo, como si fuera una traición. Las cosas entre ustedes no eran claras.

—No es solo eso... —murmuré—. No quiero que me vea como alguien débil. No quiero que piense que todo esto me afectó.

Jayla me observó durante unos segundos, y luego sonrió suavemente.

—Pero te afectó, Javon. Y eso no te hace débil. Lo que te hace débil es seguir ignorándola y negando cómo te sientes.

Me quedé en silencio, las palabras de Jayla resonando en mi cabeza.

—Deberías venir a la fiesta de Allison esta noche —dijo, cambiando abruptamente de tema.

—¿Fiesta? —pregunté, desconcertado por el cambio.

—Sí, es tu amiga, ¿recuerdas? —dijo, con una pequeña sonrisa—. ¿Por qué no vendrías? Te vendría bien distraerte un poco.

Quise decir que no, pero antes de que pudiera responder, Jayla ya estaba de pie, lista para irse.

—Te recojo a las ocho —dijo mientras salía del gimnasio—. Y por favor, intenta no quedarte encerrado aquí todo el día.

Suspiré, sabiendo que no tenía escapatoria. Quizá tenía razón. Quizá una distracción era justo lo que necesitaba. Lo que no sabía era que esa fiesta traería más complicaciones de las que esperaba.

Esa noche, llegamos a la fiesta de Allison, una de mis amigas de toda la vida. Al entrar, todo estaba como de costumbre: luces, música alta, gente por todas partes, riendo y charlando. Saludé a algunos conocidos y me dejé llevar por el ambiente, tratando de olvidarme de todo por un rato.

Pero mientras avanzaba por el lugar junto a Jayla, algo me incomodaba. No veía a Jaden por ningún lado, y esa sensación extraña no me dejaba en paz.

—¿Dónde está Jaden? —le pregunté a Jayla, después de un rato.

Ella me miró de reojo, con una sonrisa que ya me advertía que no me iba a gustar la respuesta.

—Debe estar por ahí con Diane —dijo, con total naturalidad.

Mi estómago se tensó de inmediato al escuchar su nombre. No pude evitar fruncir el ceño mientras intentaba disimular lo poco que me agradaba esa idea.

Jayla me observó detenidamente y soltó una pequeña risa antes de continuar:

—Desde que te has portado como un idiota con ella, ha pasado mucho tiempo con Jaden.

Sentí un nudo en el pecho, pero intenté mantener la compostura.

—¿Qué? —respondí, tratando de sonar indiferente, aunque por dentro me carcomía la curiosidad y los celos.

Jayla señaló hacia el otro lado de la piscina, y ahí estaban. Jaden y Diane, riendo juntos, hablando como si el resto del mundo no existiera.

—Oh, mira. Están por allá —dijo Jayla, divertida.

Me quedé quieto, observando la escena desde lejos. La risa de Diane llegaba a mis oídos, y la imagen de ellos dos juntos me golpeó más fuerte de lo que esperaba. No podía apartar la vista, aunque todo dentro de mí me gritaba que lo hiciera.

Jayla me dio una pequeña palmada en el hombro, como si supiera exactamente lo que estaba pasando por mi mente.

—¿Vas a seguir haciendo esto? —susurró—. Porque si no haces nada, tal vez ya sea demasiado tarde.

Me quedé callado, sin saber qué responder. Todo lo que había estado reprimiendo estaba a punto de desbordarse, y en ese momento, no sabía cómo contenerlo más.

El nudo en mi estómago crecía a medida que observaba a Jaden y Diane juntos, como si todo estuviera bien entre ellos. No podía soportarlo más. Me aparté de Jayla sin decir una palabra y caminé hacia la casa, ignorando las risas y el bullicio a mi alrededor. La música, las luces, las voces... todo se sentía distante, como si estuviera atrapado en una burbuja que no dejaba entrar nada más que mis propios pensamientos.