Esa semana había sido un caos. Los preparativos para el cumpleaños de Diane avanzaban, y cada detalle importaba. Entre reuniones secretas con Jayla y Jaden, y los entrenamientos para la pelea en Orlando, apenas tenía tiempo para respirar. Pero lo que realmente pesaba sobre mí era el silencio incómodo entre Diane y yo. Evitarla se sentía necesario para no arruinar la sorpresa, pero sabía que estaba notando mi ausencia, que algo en mi comportamiento la estaba alejando. Esa mañana, lo sentí más que nunca.
Todo comenzó cuando Diane me encontró solo en la cocina, apoyado en la barra mientras intentaba concentrarme en lo que me quedaba de desayuno. La había estado esquivando durante días y su mirada dejaba claro que estaba cansada de ser ignorada.
—¿Podemos hablar? —preguntó, cruzando los brazos con un tono que no daba lugar a excusas.
Intenté desviar la conversación.
—¿De qué? Estoy algo ocupado.
—Ocupado, claro... —resopló, frustrada—. Has estado evitándome, Javon. No sé qué está pasando, pero ya no puedo con esto. Me siento como si… como si lo que pasó en esa fiesta no importara.
La culpa se enredó en mi garganta. Sabía que Diane estaba malinterpretando todo, pero si decía la verdad, todo el esfuerzo de las últimas semanas se iría por la borda. Intenté calmarme y responder de la manera más neutral posible.
—No es nada, Diane. Solo… cosas que estoy manejando —dije, sin mirarla directamente.
—¿Eso es todo? Porque no lo parece. Después de esa fiesta, las cosas entre nosotros parecían estar bien. Pero ahora actúas como si yo no importara. —Su voz temblaba de frustración, y podía ver que estaba conteniendo las lágrimas.
No podía permitir que la conversación se profundizara. Todo el maldito plan dependía de mantener la sorpresa. Así que me mantuve distante, frío.
—No te preocupes tanto por eso, estoy bien, en serio. —Solo déjalo —repetí, deseando que el tema muriera ahí mismo.
Diane me miró en silencio por unos segundos, como si intentara descifrar algo en mí, algo que yo estaba decidido a ocultar. Sus ojos se oscurecieron, como si estuviera llegando a una conclusión que no quería aceptar.
—¿Eso es todo? —preguntó en voz baja—. ¿Es lo único que vas a decirme?
No respondí. Solo mantuve la mirada fija en el plato frente a mí. La tensión en el aire era palpable, y en ese momento, sabía que no tenía vuelta atrás. Diane sacudió la cabeza, incrédula, antes de soltar un suspiro de frustración.
—Sabes, pensé que esto iba a ser diferente —dijo, con una mezcla de tristeza y enojo en la voz—. Pero si ya no te importo, al menos podrías decirlo. No tienes que hacerme sentir como si fuera invisible.
Y con eso, se dio la vuelta y salió de la cocina. El golpe de la puerta resonó en mis oídos, dejándome solo con mis pensamientos. Sabía que había metido la pata, pero no podía corregirlo sin arruinar la sorpresa. Me quedé ahí, en la cocina, preguntándome cuánto tiempo más podría seguir así antes de que todo se desmoronara.
Horas después, aún agobiado por lo que había sucedido con Diane, decidí que necesitaba hablar con alguien. Y la primera persona en la que pensé fue Allison. A veces, solo ella podía hacerme ver las cosas desde otro ángulo. Agarré mi teléfono y le mandé un mensaje rápido, pidiéndole que nos viéramos en el parque donde solíamos hablar de todo.
Allison llegó puntual, siempre con esa energía despreocupada que parecía desafiar cualquier problema. Nos sentamos en uno de los bancos, mientras ella sacaba una botella de agua de su bolso y me miraba con curiosidad.
—Así que… ¿qué te pasa, Walton? —preguntó, cruzando las piernas y apoyando los codos sobre sus rodillas—. Porque tienes cara de que el mundo se te está cayendo encima.
Suspiré, mirando las hojas de los árboles moverse con la brisa suave.
—Es Diane… y lo del cumpleaños. He estado evitándola para que la sorpresa salga bien, pero creo que me pasé de la raya. Hoy me confrontó, y casi me derrumbo. Ahora está enojada, y no sé cómo manejarlo sin arruinar lo que planeamos.
Allison dejó escapar una pequeña risa y me dio una palmadita en la espalda.
—Vaya, te estás metiendo en un lío solo, ¿eh? Mira, lo que estás haciendo es lindo, pero si sigues así, vas a arruinar más cosas de las que piensas. A veces, sorprender a alguien no vale la pena si terminas alejándola en el proceso.
—Lo sé… —dije, frotándome la cara con frustración—. Pero ahora ya está. Y su cumpleaños es en pocos días. Quiero pedirle que sea mi novia, Allison. Pero si sigue enfadada…
Allison sonrió y me miró directamente a los ojos.
—Entonces asegúrate de que valga la pena. No la evites más, pero tampoco dejes que se te escape lo que tienes en mente. Mantén el plan, pero recuerda que tienes que mostrarle que te importa antes de que llegue el gran momento. No seas un tonto.
Asentí, sabiendo que tenía razón. Tenía que ser cuidadoso, pero al mismo tiempo no podía seguir actuando como si Diane no existiera. De alguna manera, debía encontrar el equilibrio.
El día del cumpleaños de Diane finalmente llegó. Desde temprano, la tensión en mí era palpable. Teníamos todo planeado: el restaurante "The Sun Dial" estaba reservado, las decoraciones estaban listas, y Jayla, Jaden, y yo habíamos organizado hasta el más mínimo detalle para que fuera un día inolvidable. Pero mientras el momento se acercaba, no podía dejar de sentir los nervios trepar por mi piel. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si Diane aún seguía molesta por el malentendido?
Desde el desayuno, todo parecía marchar según lo planeado. Mi madre y Jayla mantenían a Diane distraída, mientras yo intentaba evitarla para no revelar nada. Estaba preocupado de que pudiera notar mi ansiedad y comenzar a hacer preguntas. Para ser sincero, no había dormido bien en días. Cada vez que cerraba los ojos, la idea de pedirle a Diane que fuera mi novia rondaba en mi cabeza. Este era su día especial, y todo debía ser perfecto.