Capitulo 21

Allison me mandó un mensaje apenas Diane estaba a punto de llegar. La cena ya estaba lista, la decoración impecable, y todos en el restaurante esperaban en silencio. El "Sun Dial" se veía increíble con las luces tenues y las mesas perfectamente preparadas. Todo el esfuerzo valía la pena.

Unos minutos después, las puertas se abrieron y vi a Diane entrar, con los ojos vendados y tomada de la mano de Allison. Mi corazón comenzó a latir más rápido. Estaba nervioso, más de lo que pensé. Allison la guió hasta el centro de la sala y entonces, en voz alta, le dijo:

—Ya puedes quitarte la venda.

Diane se quitó lentamente la venda y, en cuanto abrió los ojos, todos gritamos al unísono:

—¡Sorpresa!

Su expresión fue de completo asombro. La vi sonreír ampliamente mientras miraba a su alrededor, tratando de procesar lo que estaba pasando. Sus nuevos padres estaban allí, sonriendo desde una mesa cercana. Jayla, Jaden y Daelo también. Había algunos amigos de la preparatoria que habían venido, todos con sonrisas y palabras amables para ella. Pero yo... no me acerqué de inmediato.

La observaba desde la distancia. No quería arruinar el momento, ni incomodarla. Aún sentía un poco de esa tensión entre nosotros desde el malentendido, y no estaba seguro de cómo se sentiría al verme después de esos días confusos. Así que me mantuve al margen, mientras los demás se acercaban a abrazarla, a felicitarla.

Jayla fue una de las primeras en abrazarla, seguida por Jaden, y entonces vi a Diane girarse hacia sus padres adoptivos. Parecían contentos, incluso emocionados por ver lo querida que era Diane por todos nosotros. Hablaron entre ellos por un rato, y luego todos empezaron a moverse hacia la mesa larga donde serviríamos la cena.

La música suave empezó a sonar en el fondo, mientras platos llenos de comida pasaban de un lado a otro. Diane estaba sentada casi frente a mí, y aunque intenté concentrarme en las conversaciones que ocurrían a mi alrededor, mis ojos no dejaban de buscarla. Ella se veía feliz, hablando con Allison y otros amigos, riendo con Daelo y Jaden, mientras yo solo... observaba. El ambiente era perfecto: risas, luces brillantes, y una leve brisa entrando por las ventanas abiertas del restaurante. Pero en mi cabeza, solo podía pensar en lo que quería decirle.

Cada vez que levantaba la vista, nuestros ojos se encontraban por un segundo, pero luego uno de los dos se apartaba, rompiendo el contacto. Durante la cena, los brindis comenzaron. Allison, siempre la más extrovertida, fue la primera en levantarse, copa en mano:

—Diane, hemos pasado por muchas cosas en estos últimos meses, pero esta noche se trata de celebrar lo increíble que eres. ¡Feliz cumpleaños! —dijo, sonriendo mientras todos levantaban sus copas en su honor.

Todos la siguieron, levantando sus copas y brindando por Diane. La sonrisa en su rostro me hacía sentir bien, pero a la vez aumentaba mi ansiedad. Sentía que el momento de hablar con ella se acercaba, y no sabía si estaba listo.

La noche avanzó entre bailes y más brindis. Diane pasó gran parte del tiempo hablando y riendo con sus nuevos padres, con Allison y con Jayla. Los vi moverse entre las mesas, mientras las canciones de fondo cambiaban de ritmo. A veces bailaban, a veces simplemente se sentaban a charlar.

Y yo seguía a distancia. Fingí estar ocupado en conversaciones con algunos amigos, o ayudando con algo de la logística de la fiesta. Pero la verdad era que estaba esperando el momento correcto. Diane se veía relajada, divertida, como si no estuviera pensando en todo lo que había pasado entre nosotros. Tal vez yo era el único que seguía atrapado en esa tormenta interna.

En un punto, Allison se acercó a mí, dándome un pequeño codazo:

—Vas a seguir mirándola desde lejos, o ¿piensas hacer algo al respecto?

No tuve tiempo de responder antes de que se alejara de nuevo, pero sus palabras se quedaron dando vueltas en mi cabeza.

Cuando las cosas finalmente se calmaron, después de las risas y los brindis, me armé de valor. Sabía que no podía postergarlo más. Tenía que hablar con Diane. Me acerqué a ella, todavía con el corazón martillando en mi pecho, y la llamé suavemente.

—Diane... ¿podemos hablar?

Ella se volteó, cruzando los brazos con una expresión que me cortó un poco el aire. Todavía había ese muro entre nosotros, el malentendido. No iba a ser fácil.

—No lo sé, Walton. ¿A mitad de la conversación me vas a ignorar? —respondió con un tono frío, y aunque trataba de bromear, podía sentir que aún estaba molesta.

Mi primer impulso fue explicarle, darle todas las razones de por qué la había evitado estos días, pero me detuve. Eso no era lo que ella necesitaba escuchar en ese momento. Necesitaba algo más. Así que, en lugar de seguir con una explicación apresurada, solo dije:

—Ven conmigo. Te prometo que todo tendrá sentido. Pero... tendrás que confiar en mí.

La miré con un poco de expectativa, pero también con nervios. Diane suspiró, dudando por unos segundos antes de asentir.

—Pero hay una condición —le dije, mostrando una venda de tela negra que había preparado.

Ella levantó una ceja, desconcertada.

—¿Es en serio?

—Es en serio. Necesitas ponértela. Por favor —dije, intentando suavizar el ambiente.

Con una pequeña sonrisa sarcástica y un gesto de resignación, Diane aceptó. Le coloqué la venda suavemente sobre los ojos, asegurándome de que no pudiera ver nada. Luego, con mucho cuidado, la tomé de la mano y la guié por las escaleras que subían hacia la azotea del restaurante. Mi mente iba a mil por hora mientras subíamos, repasando cada pequeño detalle, preguntándome si todo estaría perfecto. Cada paso sentía como si me acercara más a un punto sin retorno, pero también me daba una sensación de calma, como si por fin estuviera haciendo lo correcto.

Cuando llegamos, me detuve frente a la puerta que daba a la azotea. Diane seguía de pie, expectante pero sin ver nada, y yo, con una mezcla de emoción y nervios, abrí lentamente la puerta. La brisa de la noche nos envolvió y un aroma suave de rosas llenó el aire. La vista era aún más hermosa de lo que recordaba. Todo estaba en su lugar.