La Chica de Jesse

Capítulo 4

El jueves por la mañana me encontraba en mi camino hacia los casilleros cuando alguien me tomó del brazo obligándome a detenerme. Al girar para ver quién era, me encontré con el rostro angustiado de Vera.

—Tengo que hablar contigo —dijo en un tono de claro remordimiento.

—¿Sí? —pregunté, haciéndome la desentendida mientras me apoyaba en la pared y me cruzaba de brazos.

Vera se mordió el labio inferior.

—Lo siento, Mel —dijo tras un breve silencio. Miró hacia abajo y luego volvió a elevar su mirada hacia mí—. No estoy orgullosa de lo que hice. ¿Me perdonas?

Por supuesto que yo estaba en mi derecho a hacerme la difícil, la ofendida, a decirle que debía pensarlo y tenerla un día más sufriendo, pero yo no era la clase de persona que pagaba con la misma moneda, aunque muchas veces quisiera hacerlo.

—Está bien —suspiré alzando los hombros—. No importa.

—¡ importa! —exclamó Vera indignada—. Me enfadé contigo por nada, te traté mal y no contesté tus llamadas. Eres mi mejor amiga, mi hermana. No te merecías eso.

—Vera, ya te dije que está bien. Sí, te comportaste como una idiota y cometiste un error. Pero no puedo enfadarme contigo por eso, fue solo una tontería. Además, entiendo por qué te molestaste.

—Me descargué con la persona equivocada —musitó.

—De acuerdo, ¿quieres que finja estar enojada contigo por uno o dos días?

Vera me miró horrorizada.

—¡No, por favor! Es que... Bueno, olvídalo.

—Eso es lo que quiero hacer y lo que quiero que tú también hagas.

Ella respiró hondo y asintió. Enlazó su brazo con el mío sonriendo y supe que todo había vuelto a la normalidad tras aquel último par de días locos.

Después de la escuela, Vera me convenció de tomar el autobús más tarde para ir a pasar el rato a nuestra cafetería favorita.

Estábamos sumergidas en una conversación trivial cuando Vera hizo una pausa silenciosa y se removió un poco en su silla antes de dirigirme una mirada inquieta.

—Dado que no voy a ir al baile —comenzó ligeramente vacilante—, y que por eso mis planes con Jesse quedaron arruinados, estaba pensando en hacer otra cosa con él.

Alcé la mirada hacia ella con el corazón repentinamente desasosegado.

—¿Ah, sí? ¿Y qué tienes en mente?

—Llevarlo a Nueva York conmigo este fin de semana.

¿Qué?

—Sé que es un poco rápido pero, como te dije, realmente quería ir al baile, y ya me había gustado la idea de ir con él, así que traté de buscarle una solución a este cambio de planes inesperado. Le pregunté a mi papá si le parecía bien que lleváramos a Jesse con nosotros y dijo que sí. —«Guau, Steven Lane efectivamente es merecedor del premio al mejor padre del mundo», pensé en un tono sarcástico—. Ayer por la tarde se reunió con los padres de Jesse para convencerlos de que lo dejen ir, ¿y sabes qué? ¡Uno de los socios de mi padre es un viejo amigo del padre de Jesse! Así que hicieron buenas migas enseguida, y Jesse vendrá con nosotros a Nueva York.

Mi cerebro estaba en llamas, procesando a la mayor velocidad posible todo ese caudal de información que salía de la boca de Vera.

—¿Entonces Jesse dijo que sí cuando lo invitaste? —fue lo primero que conseguí preguntar.

—Bueno, dijo que dependía de sus padres, y ellos fueron los que dijeron que sí. Jesse estaba un poco sorprendido cuando le hice la invitación. La verdad es que es un poco chocante pensar que el fin de semana asistirás a un baile de la escuela y, de repente, enterarte de que estarás en primera fila en un desfile de alta moda en Nueva York.

Sentí el impulso de decirle que no creía que Jesse fuera la clase de persona a la que le encantaba asistir a desfiles y eventos de ese tipo, pero Vera estaba tan complacida y eufórica por lo que el fin de semana le deparaba que opté por mejor callar.

No sabía qué parte de todo lo que acababa de oír me impresionaba más: que Jesse (en cierta forma) hubiera aceptado viajar a otro Estado con alguien a quien apenas conocía, o que Vera hubiera planeado todo a mis espaldas. Quizás había sido cosa del momento, pura improvisación, pero ella nunca hacía nada respecto a un chico sin antes consultarlo conmigo. Eso me hizo pensar que, posiblemente, Vera no terminaba de tragarse la frase «no me gusta Jesse, en serio» que yo había repetido varias veces últimamente, y por eso había decidido contármelo todo una vez que su plan ya estuviera listo. Por un lado me alegraba que hubiese actuado así, aunque enterarme de que ella y Jesse pasarían un fin de semana prácticamente a solas en una de las ciudades más hermosas del mundo no habría dejado de resultarme impactante sin importar en qué momento ocurriera.

—Qué genial que vayan a pasar el fin de semana juntos —solté cuando pensé que mi silencio comenzaba a ser sospechoso—. Espero que se diviertan y que me cuentes todo cuando vuelvas. —Le dirigí una mirada cómplice a la que ella respondió con una risita, mientras por dentro le suplicaba que no lo hiciera, que no me contara nada, que se lo guardara todo, que buscara la manera de borrarme la memoria para olvidar cada una de las cosas que acababa de decirme porque, sinceramente, no quería saber.

Ya no quería saber nada acerca de cualquiera fuera la relación que había entre ella y Jesse. Ya no quería... Pero saber que no podía huir de eso, no mientras ambos fueran mis amigos, fue lo que me persiguió y torturó durante el resto de ese día y del siguiente, aun cuando ninguno de los dos habló del tema. Ahora entendía el súbito silencio de Jesse, y por qué cada vez que abría la boca era para referirse a alguna cosa bastante alejada del baile de San Valentín, de Vera y de la ciudad de Nueva York. Pese a que desconocía la razón por la que evidentemente prefería mantenerme al margen de todo eso, la consideraba válida, ya que me ayudaba a no pensar tanto.

Puesto que Sarah y Bryan nunca asistían a los bailes ni a ningún otro evento escolar, la única opción que me quedaba era ir con Regina y Karen; pero no me quejaba. A diferencia de Vera, no las veía solo como dos personas «aceptables»: me caían muy bien y las consideraba mis amigas. Y, para ser sincera, los días en los que Vera estaba especialmente alterada, era un alivio quedarme unos minutos a solas con ellas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.