— Debes descansar más. Aquí tienes unas pastillas para la fiebre y el dolor de cabeza — Dice el médico.
— Muchas gracias — Hago una reverencia.
— Si las pastillas no tienen efecto, no dudes en venir nuevamente.
— Entiendo, gracias.
Decidí tomar unas pastillas antes de salir del hospital para luego irme para la casa. Le escribí a mi hermana y me respondió de que Bangchan ya le había comentado, suponía que lo haría.
Estaba en la parada cuando vi aquel chico peli-negro. Cruzamos miradas y eso hizo que apartara mi vista lo más rápido que pude.
Espero que no me haya reconocido.
— Hola — Se acerca el chico peli-negro — Lo siento por lo de ayer, no era mi intención hacer todo eso.
Me reconoció...
— Tranquilo, finjamos que no sucedido nada — La verdad es que yo también estuve fuera de lugar. Digo para mí misma.
— Me parece bien. Sé que te parecerá raro pero — Sonríe un poco — ... ¿Tienes algo de dinero que me puedas dar?
Increíble.
— ¿Para qué lo necesitas? — Pregunto. No vaya a ser y quiera comprar droga con mi dinero.
— La verdad es para... Comprar algo de comida — Dice apenado — Entiendo si no quieres.
— ¿No has comido nada?
— No, no sabía que a la gente le costaba darle dinero a un desconocido — Se pasa la mano por la nuca.
— Entiendo...
La verdad quería llegar a casa y dormir porque estaba algo cansada pero, por alguna razón siento la necesidad de ayudarlo.
— Bueno, yo tampoco he comido — Le digo mientras busco su mirada — Podemos comer algo por aquí, y si quieres, me puedes contar cómo es que llegaste a este punto.
— Muchas gracias — Hace varias reverencias.
— No es nada.
Fuimos a una tienda de comida rápida por lo más barato, y cuando ya estábamos sentados decidí preguntarle un poco sobre lo de ayer.
— Oye, sé que apenas llegamos y eso pero, ¿Cuéntame qué fue todo eso de ayer?
— Bueno, llegué a esta situación porque me escapé del lugar de donde estaba, y esos hombres que nos perseguían me estaban buscando para llevarme de vuelta.
— Entiendo, y ¿Ese lugar qué es?
— ... Disculpa, pero no puedo decirte — Suspira.
— ¡No, tranquilo! Me pasé con las preguntas — Digo avergonzada.
— No te preocupes.
Se hizo un silencio algo incómodo hasta que llegó la mesera con nuestro pedido. Comimos mientras hablábamos de cualquier cosa, lo que hizo que fuera agradable.
— Muchas gracias por la comida, estaba deliciosa — Hace una reverencia.
— No fue nada, yo también tenía algo de hambre. Mmm, aquí tienes un poco de dinero
— Gracias — Lo acepta un poco apenado — Bueno, no te quito más de tu tiempo. Que le vaya bien, chao.
— Igualmente.
Cuando el chico peli-negro se dio la vuelta yo hice lo mismo para ir a la parada de autobús, esta vez sí iba para mi casa.
Ahora que lo pienso, no le pregunté su nombre.
— ¡Espera!, ¿Cómo... — Cuando miré, ya no estaba — Te llamas?
Desapareció.