Viendo a aquella Hermana media dormir sintió lastima por el destino que le aguardaba, se notaba a simple vista que era una persona dulce. ¿Cómo se había permitido tal falta? se había cagado el equilibrio del universo. Él y solamente él era culpable; desde que había salido el sol, los miembros más poderosos de la orden se habían reunido al redor de los grandes monolitos y uniendo las runas en sus manos habían invocado una antigua energía protectora que emano de la tierra como un cristal de color magenta. Cuando el llamado de Morgana se hizo más fuerte fue hora de actuar el como uno de los miembros más jóvenes y poderosos era el encargado de reducir el espectro a la piedra en que estaba contenido descalzó sus pies y se dirigió al centro del monumento donde los cinco Hermanos del medio tocaban y grababan su música se percató antes en las tres mujeres que lucían hermosas cual hadas seguro así lucían las de Avalon, la que tocaba el arpa era pequeña y de cabellos negros como el petróleo, la pianista de tez canela y cachetes salpicados de pecas y la joven del violín, solo la vio de espaldas sus ondas sinuosas caían sobre sus hombros esperaba poder protegerlas.
Se colocó sobre la piedra y extendió sus brazos y sus compañeros que habían cerrado el circulo aumentaron la intensidad de la invocación. Él era canalizador de la energía que llega a sus manos y cabeza y la trasmitía por sus pies descalzos hacia la roca que adquirió una capa protectora, no supo cuánto tiempo estuvo así porque cerro sus ojos para mayor concentración. Si fallaba se liberaría un poder infame sobre la tierra. Más tarde escucho un ligero alboroto y un olor a sangre –¡oh rayos! – pensó, era sangre mágica, un olor así era fácil de reconocer; era tenue pero ahí estaba. Si algunas de las chicas tenia sangre mágica y era poseída por esa infame, la mezcla seria catastrófica. Hubo silencio y oyó como todos se fueron, no sabía que había pasado, pero se aliviaba de ello, de pronto sintió a alguien no todos se habían ido como pensó. Quedaba alguien, esperaba que no fuera una chica sin embargo cuando su energía femenina se acercó a él confirmo sus peores sospechas.
Algo de pronto inexplicable lo hizo temblar –no puedo fallar, no pudo hacerlo, esto es por mi padre y por el mundo cuándo el despierte estará muy orgullo de mi–. Algo pasaba el esfuerzo físico y mental estaba siendo monumental en ese momento. No puedo fallar pensaba se repitió una y otra vez; de pronto sintió una presencia delante de él –abre los ojos –. Le dijo una voz
–¡Mírala!
–No, no, no — un sudor frio caía por su espalda y su frente no podía rendirse solo un tiempo más se irá las 13:00 y poder descansar
–Vamos mírala
¿Quién de las tres chicas podía ser? No quería verla no soportaría fallarle a veces pensaba que no podía ser tan malo una magia como la de Le Fay, pero no quería comprobarlo. ¡Abre los ojos mírala!, una fuerza extraña abrió sus ojos. ¡wow! qué mujer tan bella era pequeña, su cabello en ondas implacables de un café rojizo y mirada dulce, era la violinista, su expresión era de ¿miedo? ¿sabría lo que había allí? Se sentó en el suelo alzando un poco su hermoso vestido lavanda había dejado su instrumento a un lado y practicaba ejercicio de respiración, ella no iba a ser víctima del caos eso él lo evitaría.
Talvez el espíritu en la roca sintió su presencia porque de esta empezó a emanar una magia aún más fuerte, la estaba llamando y la barrera no podría contenerla por completo así que volvió a cerrar los ojos. Tenía que contenerla porque no podía fallar de lo contrario dañaría el legado de 400 años de su orden además de condenar a la humanidad y eso jamás se lo perdonaría; la lucha entre las dos energías era descomunal así que decidió nuevamente abrir los ojos necesitaba salvarla, necesitaba verla para luchar más, pero ella ya estaba de pie con la mano extendida. Él vio como aparecía en la roca la runa que anunciaba el regreso de esa aquella mujer infame. —No, por favor no lo hagas — pensó. La barrera protectora la mantuvo alejada por unos segundos, pero de repente un escalofrió recorrió su espina dorsal de pronto sintiendo como se fracturaba la barrera salió expulsado por el aire su cuerpo dio contra una roca. Callo con un dolor implacable en su espalda y su alma había fallado y ahora estaban perdidos.
—Si señora, asumiré las consecuencias —decía frente a Agatha una de las ancianas de la orden; aun sabiendo que esas palabras no ayudarían—. Merezco cualquier castigo que deseen darme ya que ustedes confiaron en mí y he fallado.
Agatha perpleja por la situación y viendo como los hermanos de la orden estaban en tal grado de confusión y perplejidad al igual que ella decidió actuar y decir lo que creyó lógico.
—Mira hace muchos años se creó un plan de contingencia por si tal situación llegaba a pasar, pero por ahora necesito que la sigas y cuando sepas donde vive llames a la orden y enviaremos a alguien para vigilarla —dijo con tal severidad que Edward paso saliva—. Luego vendrás a nosotros y decidiremos tu futuro.
—Así lo haré —fueron las únicas palabras que se le escaparon antes de dirigirse a el aparcamiento donde horas antes habían visto llegar a los estudiantes decidió subirse al techo del auto y esperar a que salieran para marcharse.
La primera en salir en salir fue la pianista que llevaba unas bolitas de algodón en su nariz, así que era ella la de la sangre mágica ese olor la delata ante los suyos —pensó. Al avanzar unos cuentos pasos ella se quedó estática alzo la mirada hacia él. ¿Podía verlo? Los humanos no podían verlos desde hace mucho, pero ella tenía sangre mágica sin embargo su mirada parecía atravesarlo.
—¿Pasa algo mi vida? —dijo un hombre a su espalda.
—Nada, no te preocupes Fernando —respondió ella —. Entremos al auto por favor.
Poco a poco cada uno fue llegando y el auto arranco iban a Londres eso era seguro de un momento a otro se tuvo el coche se tuvo y violinista que por lo que había oído se llamaba María se bajó decidió seguirla no quería perderla de vista. Era increíble ella decidido comprar un helado mientras él planeaba el hueco donde sería su tuba y todo por su culpa. Se acercó más a ella si se la llevaba justo a ahora nadie podría encontrarla, pero esa no era la orden, estaba a unos escasos centímetros para darse cuenta que él le llevaba una cabeza de diferencia, que su cabello ligeramente rojizo seguro por un tinte era tan rizado como el de su hermanita y le dieron ganas de halar uno de esos resortes como lo hacía con Liz. Sin pensarlo había alzado una de sus manos cuando se dio cuenta de ellos la retiro, pero un exquisito aroma herbal lo invadió, pero ella se había puesto la mano en la nuca porque había sentido su respiración así que saco una paleta del congelador, la pago salió de la cafetería y entró al auto.