La chica de las alas negras

Capitulo 10

—Hazlo por mí —dijo Vera. Era la enésima vez que se lo pedía, dedicar el fin de semana para visitar Londres e ir a una discoteca, se había preocupado desde la última semana aunque la enfermera de la facultad les había dicho que los síntomas que presentaba era un caso de estrés síntoma común en el síndrome del inmigrante. —Vamos por favor, has estudiado y trabajado desde que llegamos, necesitas distraerte —dijo haciendo un puchero—. Además esta ciudad tiene cosas geniales ¿Vamos a terminar el máster sin visitarla? Tú me dijiste alguna vez que querías subir al London Eye.

.  —Está bien pediré permiso en mi trabajo —tras decir esto Vera sonrió de oreja a oreja.  —Me alegro mucho, pero ahora iré a mi clase —dijo tomando su mochila—. Gracias, nos vemos más tarde. —Dale. Ella tenía un espacio antes de la próxima clase así que practicará, quería tocar en el concierto de Navidad para la reina y la familia real. Lo ofrecía cada año la Orquesta Filarmónica de Londres y solían invitar a tres estudiantes del máster aunque los únicos que pasaban las pruebas solían ir en semestres más avanzados, sin embargo lo intentaría. Enceró las cerdas del arco para colocarlo en las cuerdas de su violín, tocar en esos momentos daba una paz increíble, la música era algo curativo después de todo. Quería saber muchísimas cosas, pero el sonido del violín la hacía olvidar, agradeció que Verá estuviera a su lado, pero aún así sentía que le ocultaba algo aunque no pudiera descifrar qué; poso el violín sobre su hombro y llevó sus dedos en la primera posición sobre el diapasón, las notas empezaron a salir de su violín a medida que pulsaba la cuerdas con sus dedos y frotaba el arco sobre las mismas. Una calma reconfortante recorrió su cuerpo y se instaló en la habitación. Estaba en paz, los dolores de cabeza habían desaparecido y no volvió a tener alucinaciones, la semana anterior no había sido ella, no volvió a ver aquel hombre que la seguía, no volvió a sentirse observada, pero aun así no dejaba de sentir que había algo que escapaba a su razón e imaginación. Sin embargo recordó su propósito allí, debería ser la mejor violinista y compositora que su país haya visto, recompensará a su madre y hermana por todo su apoyo su amor, absolutamente todo.

***

La vista desde allí era increíble, el Támesis era un hermoso espejo gris y el atardecer lavanda era precioso. Había estado bien hacerle caso a Vera estaba siendo su mejor sábado en mucho tiempo, después de llamar a su mamá fueron al restaurante Slug & Lettuce no era la gran cosa, pero la comida estuvo deliciosa aunque tuvieron que gritar un poco para escucharse, después caminaron hasta el London Eye donde esperaron para subirse y más tarde irían a una discoteca aunque sería un poco ajetreado por la celebración de Halloween, pero no le importaba quería divertirse con su amiga olvidándose de todos sus problemas y ansiedades.

Tras ver como el último rayo de luz desapareció una sensación familiar la abrazó, empezó a sucederle de nuevo ¡no podía creerlo! ¡no de nuevo!pero una corriente le recorrió la espina dorsal para convertirse en un severo dolor de cabeza que la interrumpió de sus pensamientos. Se llevó las manos a la cabeza para evitar que le explotara en mil pedazos. Quería echarle la culpa a la altura donde se encontraban, pero sabía que no era así, la voz que decía su nombre se lo confirmó. Busco sosiego en su amiga, sin embargo al dirigirle la mirada Vera para calmarse vio que se encontraba en shock ¿qué estaba pasando? se preguntó. Y una sensación de náusea se sumó a su condición al ver que le sangraba la nariz, aquel líquido carmesí se le escurría entre los dedos de sus manos, quiso ayudarle como debió hacerlo la vez anterior, pero Vera se alejó inmediatamente. En ese lugar y en esas condiciones ellas ya no podían escapar a la certeza que algo estaba pasando, algo que a María no le cabía en su sentido común, algo a lo que Vera quería enterrar a un kilómetro bajo tierra, algo que las unía aunque ellas no lo quisieran asumir. Cuando por fin terminó el recorrido en la Noria, y el dolor de cabeza había mermado, se atrevió a preguntarle Vera que había sido todo eso.

—Quiero que me expliques ¿por qué te sangra la nariz tan seguido? y no querías que te ayudará, no te entiendo.  Vera callada no sabía qué responderle. Ante su silencio Maria continuo

—Siento que me ocultas algo, estás enferma ¿no es así? ¿Qué es?¿problemas de coagulación?¿leucemia? —Vera hizo caso omiso de las preguntas y apresuró el paso, así que Maria la siguió—. Quiero que me respondas se supone que hemos entablado una muy buena amistad y que me ocultes esto no bueno para ti. Yo compartí contigo lo que me pasaba.

Ante esta afirmación Vera paró en seco.

—No es cierto —la acusó—. Tú solo me dijiste las cosas por encima, no me has dicho toda la verdad. ¿Que?¿Sabía de las alucinaciones?¿se notaba?, decidió esquivar sus palabras lo mejor posible.

—Entonces somos un par de mentirosas: tú me ocultas lo que te pasa y yo no te he dicho todo. Vera la miro a los ojos pero no pudo sostener la mirada así que se voltio y siguió caminando rumbo a la discoteca. —Eso parece, pero nos acabamos de conocer creo que debemos conocernos más para después hablar de este tipo de cosas.

—Creerás que sobrepasó tu confianza, pero he desarrollado un gran afecto por ti lo que me hace ver que necesitas hablar con alguien. Cualquiera que sea tu problema yo te puedo ayudar.

—María te equivocas nadie me puede ayudar, he soportado durante mucho tiempo— pasó saliva como si fuera el trago más amargo—. Y lastimosamente es algo que no me va a dejar hasta que muera.



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En el texto hay: magia, musica violin, romane y amistad

Editado: 30.03.2021

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