Gray
Al caer la noche se giraron las tornas en mi contra y vuelvo a pensarte. El techo grisáceo de mi habitación me palpita en la cara. Alzo la mirada y me pierdo en sus manchas que forman tus facciones entre la luz y la sombra que titilan turnándose una con la otra.
- ¿Olvidé acaso arreglar la bombilla de luz? - De forma irónica, casi absurda, un zumbido eléctrico me iluminó la pregunta con oscuridad. Ansioso, suspiro y descanso mis manos sobre mi pecho, juego con mis dedos mirando hacia ti... Ahora la imagen de tu rostro es más clara que nunca. Acá, dentro de la oscuridad es donde te veo mejor. Vienes a mí tal como vienen las sirenas, sonriente, bella, reluces afligiéndome a través de recuerdos felices; cada uno, más feliz y doloroso que el anterior
- Debo dormir... Tal vez el sueño me quite lo idiota- digo con una tenue voz cansada. Me acomodo bajo las sabanas y abrazo la almohada como si esta me brindase alguna compañía, la acomodo en mi pecho, bajo mi barbilla; la guardo de la misma forma con la que acobijaría entre mis brazos a alguien que quiero mucho.
- ¿Sabes algo?, si ella me recordara... No creo que lo haga con algo feliz. - Digo con voz quebrada, apenas logrando contener las lágrimas a media garganta.
- ¿Crees..?, ¿crees que algún día, ella logre perdonarme? No..., yo tampoco lo creo, mi nombre será crucificado junto con el de su madre. Al menos... No estaré solo. – Me cubro la cara con ambas manos y las arrastro por mi rostro.
– Ya no aguanto más... ¡Siento que voy a enloquecer! – Por un momento su imagen me mira preocupada. Me pregunto si todavía me amas... La cama se siente fría, tan sola, tan espaciosa haciéndose una con la oscuridad que envuelve la habitación. Pareciese no acabar jamás esta noche... o quizás solo es mi idea.
Y vuelves como un fantasma dispuesto a rondar los cimientos que quedaron de la vieja casa que embrujo, como un monstruo al armario de la niña que alguna vez asusto, como un asesino a su escena del crimen, como el dolor a una herida ya sanada.
Me pregunto si todavía me amas...
Recuerdos de un nosotros se impregnan en las paredes mientras el tiempo se detiene ante la presencia de la última vez que te tuve a mi lado. Te veo tan claramente, eres increíble, serena... Tus ojos son el crisol del adiós y no me había percatado de lo bien que te ves lejos de mi. Allá en el cielo mismo de tu libertad, tus alas relucen mejor.
Ya no me amas.
Aún tengo la carta que nunca te di, porque no encontré el momento ni las circunstancias eran las correctas...
"Querida Blue:
Te pido perdón. Hay muchas cosas que hice mal, mucho que no debí hacerte. No merecías que te tratara así. No merecías que te dejara esperando hasta que yo pudiera acomodar mi mundo, pero tú me querías, lo hiciste por mí, porque realmente querías estar conmigo sin importar qué. Y, al principio, yo también quería estar contigo, de eso no tienes que tener duda, al principio creí que era lo correcto. Porque creía que tú me podrías salvar de mí mismo. Así que te deje cosas de mí con las que tú no tenías por qué lidiar. Mis inseguridades, mi dolor, mi miedo al compromiso, el miedo a que me hirieran de nuevo. El no saber quedarme mucho tiempo.
Te pido perdón, por prometerte cosas que no iba a cumplir, pensé que podría hacerlo, pero no pude. Y no quise. Porque ya no te quise. Y tú no tienes nada que ver con eso, porque tú eres una mujer maravillosa, divertida, llena de amor para dar y recibir. Eres exitosa, inteligente, luchas inalcanzablemente por lo que deseas. Eres soñadora, lo supe desde que te conocí, la manera en la que durante años me describiste tus sueños y yo fui viendo como los cumplías. Supongo que siempre quise formar parte, pero no sabía cómo.
Perdón por herirte, por todo el daño que te cause, tu dolor fue mi dolor. Perdón por jugar contigo, siempre supe que sentías demasiado y pensé que iba a poder manejarlo. Pero no pude."
Atentamente.
Gray.
Ahora que me ha sacado de su vida por completo solo puedo preguntarme todos los días en cómo era la vida antes de conocerla, antes de saber de ella, necesito recordar y saber como vivía sin reconocer su presencia, sin sentir su ausencia. Porque cada día solo puedo levantarme y pensar en si ella también ha soñado conmigo, o si es solo un intento en vano por convencerme, que muy en el fondo, ella tampoco dejó de amarme, a pesar de haberse alejado tanto.
Hay días en los que ya no dueles tanto. El problema son las noches, los momentos en los que de la nada te apareces por mi mente con los recuerdos de las noches que tuvimos, y es difícil. Difícil olvidar tu mirada, los segundos eternos antes de besarnos, la manera en la que me mirabas, cómo si estuviéramos en un sueño. Supongo que así fue, que ambos estuvimos dentro de un sueño y tuvimos que despertar. Y por la mañana, no estabas aquí, ni yo allá.
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Editado: 14.10.2021