Sucesos Inesperados
I can hear music ~ The beach Boys
Me puse el audífono, y esperé paciente hasta que él buscará la canción.
Empezó una voz en coro, luego el vocalista principal empezó a cantar, se notaba muy antiguo, como sacado de esos tocadiscos viejos que tenía mi papá guardado en el garage, era melódica, te transportaba a un lugar tranquilo, que daba paz, la música empezó a ser más sonora.
A medida que avanzaba la canción, trataba de entender la letra, porque digamos que mi inglés no era muy avanzado. Lo único que termine por comprender, fueron oraciones desordenadas, y palabras al azar, pero de absolutamente todo, la que más me llamo la atención fue una frase que se repetía, siempre que estés cerca puedo escuchar música.
I can hear music
Sweet sweet music
Whenever you touch me baby
Whenever you're near
¿Qué quería decir con eso?
Era muy confuso.
La música seguía sonando y retumbando en mis tímpanos, pero yo no podía olvidar esa oración, siempre que esté cerca escucho música.
¿Qué quería decir con eso?
El coro empezó a cambiar de forma diferente indicando el final de la canción, desvaneciéndose junto al volumen de esta; casi de inmediato Spencer, voltio donde mí y me miro atentamente, esperando una reacción, cualquier reacción.
La verdad no sé si podré cumplir con las expectativas que él tendría en la cabeza, solo me limita da darle una sonrisa de boca cerrada y preguntarle por aquello que me estaba carcomiendo la cabeza.
— ¿Te crees que soy una reproductora de mp3? —lo mire fijamente a esos ojos color avellana, que me estaban empezando a encantar.
Soltó una leve risa y me contestó: —No es eso.
—Entonces, ¿Qué es? —le pregunte con duda.
—No sé si estás preparada para saberlo —me miro en silencio, por un largo momento que me pareció eterno.
—Estoy muy preparada para saberlo —contradije.
—Yo creo que no, ya te lo diré después, pero cuéntame, ¿Qué te pareció la canción? —pregunto con un sonrisita.
—Estuvo bien, aunque sigo queriendo que me digas que a lo que te referías —lo empuje un poco por el hombro, en forma juguetona.
—Ya te dije Titi, no estás preparada para tan grande información. Tu cabeza no podrá con eso.
—Entonces para qué me muestras, si no me lo vas a decir —le reñí, parándome del lugar, dispuesta a irme, no me gustaba que me dejarán a medias.
¿Acaso me creía tonta?, ¿Acaso no podía entenderlo?, ¿Eso es lo que él pensaba?, ¿Qué era una burra, que no comprendía?
—Esa canción me hace acordar a ti —me dijo sosteniéndome del brazo para que me volviera a sentar.
—Bien —le di un manotazo y me fui
Me había ofendido otra vez, me había dejado a medias, colgando, sin darme respuesta, eso no lo toleraba, ahora era yo la que lo dejaría a medias, la que se iría, sin explicación, que sienta algo de lo que yo siento.
Qué se quede con ganas, tal cual él había hecho conmigo al no decirme lo que quería.
Y sí, soy caprichosa, pero mis caprichos no molestan a nadie, así que se joden.
Ay Tatiana.
Con ese pensamiento en mente llegué a casa, atravesé todo el salón principal, sin responder al “hola” de mamá, subí corriendo a mi habitación, abriéndome paso entre la ropa que tenía tirado en el piso. Mi vista se fue directamente al primer cajón de mi mesita de noche en la cual rebusque el iPod que me regalaron en mi último cumpleaños, cuándo al fin lo tuve entre mis manos, busque la canción.
Me tira en la cama, le subí todo el volumen y la volví a escuchar, con una tonta sonrisa en la cara.
Sí que era una buena canción.
(…)
— ¡Tati! —exclamo Rose con entusiasmo
—¿Qué pasó?
— ¡No sabes! ¡No sabes! —soltó un chillido de emoción.
—No, no lo sé, anda cuéntame —la tomé por el brazo y la ayudé a esquivar a una chica que se cruzó por nuestro camino a la cafetería.
—¡Jo me invitó a salir! —dio una vuelta sobre su propio eje y me tomo de las manos para que yo haga lo mismo, está claro que la mire mal y la aparté.
—¿Te invito a salir?, ¿Salir a dónde? —le pregunte extrañada.
No era algo nuevo que Rose viniera emocionada porque un nuevo chico la invitó a salir, lo extraño era la confianza con la que lo decía, sus padres no la dejaban salir mucho, dudo que ellos le den permiso, y eso ella lo sabe.
—A la feria ¡Me invitó a la feria! ¿¡Te lo imaginas?! —volvió a soltar un chillido agudo que hizo que quisiera meterme fuego en los oídos.
—Rose —llamé su atención—, cálmate, no creo que tu papá te dejé ir.
— ¡Pero qué pesimista eres!
—Solo soy realista.
—Bueno, por esa razón yo tengo un plan, ¡Grandioso! —hizo un puño con su pequeña mano y la levanto a la altura de su rostro.
—Espero que tu plan no me incluya, querida amiga —le advertí mirando alrededor de la cafetería buscando un sitio para sentarnos, después de ir a comprar.
—Ay Tatiana, me tienes que ayudar ¡No seas así! —me tomo por los hombros y me sacudió.
—Rose —llamé su atención—, cálmate, no creo que tu papá te dejé ir.
— ¡Pero qué pesimista eres!
—Solo soy realista.