La Chica De Las Nubes

Capitulo 6: Peor que un castigo

Peor que un castigó

 

Mi grito hizo retumbar los tímpanos de Rose, que al instante los tapo con sus manos y me miro con cara de querer asesinarme.

 

Solo hizo falta ese grito para que un montón de personas se reunieran en la puerta del baño, presenciando lo que pasaba, entre ellas la directora que nos miraba furiosa.

 

Se acercó al lugar donde se encontraba parado Spencer y lo jalo del gorro de su chaqueta, sacándolo así del baño.
 

 

Pocos minutos después vino a por mí y me miro de arriba a abajo centrándose especialmente en mi rostro.

 

—¿Por qué tiene el rostro con sangre alumna?

 

—Quería parecer una asesina serial, y armar una escena dramática —murmuré con la cabeza agachada, aguantando las ganas de rodar los ojos.

 

—Hable más fuerte, no se le escucha.

 

—Me caí, y me manché la cara con la sangre de mis manos —les mostré las palmas ensangrentadas y sucias.

 

—¿Se puede saber cuál fue la causa de su grito escandaloso que desoriento a los estudiantes?

 

—Había un chico en el baño de las chicas —me encogí de hombros—. Qué ¿No lo pudo ver, cegatona? —murmuré para mí misma otra vez.

 

—¡Que hable fuerte alumna! —Demando.

 

—No dije nada, señorita directora.

 

—¿Me puede decir el nombre del alumno que interrumpió sin permiso en el espacio de aseo de las damas?

 

Está señora está más ciega que una gallina vieja, ella misma saco a Spencer de aquí, ¿Para qué rayos necesita que lo diga en voz alta?

 

—Spencer Rochht.

 

La directora me dio una mirada de arriba a abajo y se movió frente a mí, caminando de izquierda a derecha, moviendo los brazos como un ave bebé aprendiendo a aletear, murmuraba un castigo entre dientes, antes de voltearse frenéticamente a la puerta y salir.

 

Agh, cuánto la detesto.

 

Termine de lavarme la cara, me limpie como pude y sin que Rose se diera cuenta, quite el cristal que tenía en la muñeca, no salió casi nada de sangre al hacerlos, aunque si dolió un poco, pero no me quejo, eso me pasa por intentar huir.

 

Los alumnos que anteriormente estaban en la puerta del baño se dispersaron por los pasillos y se perdieron de mi vista, Rose me acompañaba a la siguiente clase muy callada, y eso fue lo realmente raro.

 

Rose nunca se calla.

 

En serio nunca.

 

Es como una muñequita de trapo que busca atención. Y yo sé la doy con gusto.

 

No le gustan los silencios.

 

No le gusta no ser admirada.

 

No le gusta mantener un perfil bajo.

 

Es Rose.

 

Si no está hablando, posiblemente ni siquiera este aquí.

 

—¿Rose? ¡Vuelve a la tierra! —pase mi mano frente a su cara, tratando de llamar su atención.

 

—¿¡Ah?! —me miro desconcertada.

 

—¿Dónde estabas?

 

—A tu lado —me contestó obvia.

 

—No tonta, ¿Qué dónde estaba tu mente? —le tire un ligero codazo

 

—En mi cabeza.

 

—¡Rose! —la miré sería.

 

—Estaba pensando —murmuro finalmente.

 

—Tú no piensas —le solté.

 

—¡Oye! —me miro mal.

 

—Bueno no lo quise decir así, me refiero a que por lo general lo dices directamente, no eres de las que se calla algo y lo medita.

 

—Agh, meditar —hizo una mueca—. Estaba pensando en lo que paso.

 

—¿Y qué pensaste?

 

—¿Te gusta Spencer? —voltio a mirarme.

 

—Bueno, que directa amiga.

 

—Eso ya lo sabes, pero contesta.

 

—Recién lo conozco —me encogí de hombros.

 

—O sea que sí.

 

—¡Hey!, yo no dije eso.

—Wow, te gusta un montón —me miro sorprendida.

 

—Anda tonta, yo no dije nada.

 

—Pero no lo estás negando súbitamente, como siempre, o sea que si —me puso una cara rara, hasta parecía tristeza y desvió la mirada a cualquier parte y siguió caminando.

 

—¿Y ahora que te paso? —la abracé por detrás, pasando mis brazos por sus hombros y apoyando mi cabeza en ellos.

 

—No paso nada —dijo volteando a verme.

 

—¿Entonces porque te pones así?

 

—¿Así cómo? —dijo algo nerviosa.

 

—Rara, como si te molestará que me gustará Spencer.

 

—Entonces si te gusta —me sonrió pícara—, yo sabía que tenía razón.

 

—¿Qué? ¡No quise decir eso!

 

—Ah si, pero no lo contradices —me jalo del brazo y me envolvió en un fuerte abrazo—. Me alegra que por fin alguien te interese.

 

—Rose, no me interesa.

 

—Ajá.

 

—Me asfixias —traté de alejarla, pero no logré mi cometido porque las palmas de mis manos ardían además que me dolía la muñeca.

 

Se está aprovechando de eso, la conozco.

 

—Eres una buena chica, Tati, dale la oportunidad de conocer esa parte de ti

 

—Ya, ya, doña dramática, espacio personal, por favor.

 

Se separó de mí y me frunció el ceño.

 

—Tú me abrazaste primero, así que no te quejes —me tiró un codazo y seguimos caminando hasta llegar a clases.

 

El resto del día fue relativamente tranquilo, a excepción que Spencer ni me dirigía la mirada y se la pasaba hablando con Eliana, que de rato en rato volteaba a verme y me lanzaba miradas amenazadoras.

 

Agh, cuan mal me cae esa chica.

 

El timbre que indicaba que las horas de clases habían acabado, se escuchó por todo el colegio, y las voces de los alumnos aumentaron de volumen, haciendo así una gran bulla. El profesor de turno nos miró a todos, luego miro al techo como buscando paciencia y luego salió de un portazo, seguido de muchos estudiantes más, que casi parecían criminales saliendo de prisión.



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En el texto hay: bullying, primer amor, amor inocente

Editado: 04.11.2021

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