La Chica De Las Nubes

Capítulo 8: Sonrisas Verdaderas

 

 

Sonrisas Verdaderas

 

— ¿Orgullo y Prejuicio? No pareces una chica a la que le gusta el romance y las declaraciones bajo la lluvia.

                           

—¿Y? Está interesante.

 

—¿Ya llegaste a la parte donde Lizzy rechaza al Sr. Darcy?

 

—¡Lo rechaza! ¿Pero, cómo? ¡No, no me digas! No más spoilers, por favor.

 

—Ah, entonces estás por la parte en la que Darcy y Wickham, se reencuentran.

 

—¡Que te calles! —levante el libro dispuesto a lanzárselo a la cara, pero luego lo considere mejor, y el libro no merecía tal deshonra de mi parte.

 

Se empezó a reír de mí y me tendió una mano, para ayudarme a parar del silloncito.

 

Algo dentro de mí hizo que no rechazará su ayuda, fue tan inesperado, que él ya había dado por hecho que no aceptaría, pero cuando tome su mano, la cara de sorpresa que puso me causo tanta gracia que se me hacía digna de una fotografía.

 

—¿Por qué estás aquí? ¿Me estás siguiendo o qué?

 

—¿Seguirte?, Neh, vine a la feria con unos amigos, pero me encontré con Rose y ella me dijo que estabas por aquí, así que vine a buscarte.

 

—¿Para qué?

 

—Titi, sé que te alegras de verme, igual que yo me alegro de verte a ti.

 

—Imbécil.

 

—Tu Imbécil.

 

—No empieces, Spencer.

 

—Sé que te gusta que sea así, puedo notarlo, solo hace falta ver tu rostro cada que te miro —por instinto mis manos viajaron a una velocidad impresionante hacia mis cachetes, tratando de comprobar, si lo que decía era verdad, y lastimosamente si lo era.

 

—No es cierto.

 

—¡Oh!, Claro que sí, y lo sabes, pero bueno, ya que tú estás sola y yo también estoy solo, podemos estar solos juntos.

 

—Prefiero que un auto me atropelle.

 

—No lo digas tan a la ligera, que si pasa, yo me muero —se burló.

 

—¡Dios, que dramático eres!—lo mire mal y este solo me sonrió antes de pasar su brazo por mi hombro y guiarme fuera de la carpa. Le tire un codazo y lo aleje de mí.

 

Pero claro, las cosas con Spencer nunca son fáciles.

 

Y eso es lo que tanto te gusta.

 

—¿Qué tal si vamos a la montaña rusa?

 

—Me dan miedo las alturas.

 

—¿Qué tal si vamos a la vidente?

 

—No me gustan las videntes.

 

—Ya, bueno, entonces ¿Qué quieres hacer?

 

Empecé a ver a mi alrededor buscando algo para hacer y encontré algo perfecto.

 

—¿Sabes montar bicicleta? —sonreí maliciosa.

 

—Sí, soy un experto.

 

¿Un experto? Ja, ya lo veremos.

 

—Te reto a una carrera, entonces.

 

—Pero ahora no tengo mi bici.

 

—¡Ahí están alquilando algunas! —le señalé un puesto que no estaba muy lejos de nosotros.

 

—Entonces, acepto el reto, pero si gano quiero algo a cambio.

 

—¿Algo a cambio?

 

—Si —sonrió como un niño pequeño.

 

—¿Qué cosa?

 

—Ya lo sabrás, ¿Aceptas o no?

 

—Claro que acepto, Spencer Rochht.

 

Fuimos corriendo hacia el pequeño puesto, y pedimos una bicicleta cada uno, las llevamos caminando hasta un pequeño descampado junto al lugar donde se realizaba la feria, nos pusimos a la par y nos miramos fijamente antes de subir a la bicicleta.

 

—Vamos hasta la casona de allá —señalo una mancha verde que apenas se podía ver—y luego volvemos, el que llegue primero gana, pero…

 

—Pero… —lo incité a seguir.

 

—Para hacerlo más difícil, durante todo el camino no puedes dejar de hablar.

 

—¿Ah?

 

—Tal como lo has escuchado, ninguno de los dos puede dejar de hablar, vamos a conversar sin parar todo el camino.

 

—Pero…

 

—No acepto peros, es eso o nada.

 

—Ya que —le reste importancia—, no entiendo para qué sirve eso, igual te ganaré —me subí sobre la bicicleta —. ¡Tres…!

 

—¡Dos…! —me siguió Spencer

 

—¡Uno…!—gritamos al unísono, antes de empezar a pedalear.

 

—Cuéntame algo interesante sobre ti —me dijo con la vista fija por donde iba

 

—No tengo nada interesante.

 

—Todos tenemos algo de interesante.

 

—Aja, gran frase, me la tatuaré en el pecho —conteste con ironía.

 

—Cool, yo me lo tatuaré contigo.

 

—¡Ves cómo eres!, no puedes mantener una conversación, sin hacer… —trate de buscar una palabra parecida a la que era, porque no la quería decir, así que lo único que encontré en mi escaso vocabulario fue—… eso

 

—¿Eso?

 

—Sí, eso — afirmé.

 

—¿Te refieres a coquetear contigo?

 

—Sí, eso

 

—No se llama eso, se llama coquetear, CO. QUE. TEAR. —me hablo como a una niña pequeña.

 

—No lo hagas.

 

—¿Por qué?

 

—Porque no

 

— ¿Por qué no?, sé que te gusta, no entiendo por qué finges que no

 

Ay, ¿por qué siempre tenía que tener razón?, eso era tan molesto.

 

—¿Cómo le haces para que todo sea tan fácil ah? —trate de desviar un poco el tema.

 

—¿Fácil? —me miro extrañado.

 

—Sí, haces eso conmigo como si lo hicieras desde que naciste. No tienes miedo de decir lo que piensas, muestras tus sentimientos abiertamente, eres tan libre y no puedo entender como una persona puede ser así, ¿Es que acaso nunca has sufrido?, ¿Por qué eres tan bueno en estas cosas del amor y eso? Un chico tan bueno como tú no puede ser real.



#21957 en Novela romántica
#3656 en Chick lit

En el texto hay: bullying, primer amor, amor inocente

Editado: 04.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.