Abrió sus ojos, sintió el frio de la habitación del hospital, pero en sus manos abrigó la tibieza de quienes la amaban. De un lado su abuela Tita, del otro su tía chichita ambas la miraba con el semblante preocupado y contenido. No habían dormido en días eso era notorio, más aún su Tía Chichita que ni siquiera llevaba maquillaje un imposible en ella.
_Minerva hija…Minerva ¿cómo te sientes?-La abuela Tita no podía con las palabras, salían todas atropelladas, con impaciencia.
_Minerva…mi linda mi niña linda-repetía una y otra vez la Tía Chichita besando su mano.
Las miró a ambas y esbozó una sonrisa sincera.
_Perdón…
_Pero que dices hija-dijo La tía Chichita levantándose y besándole a frente-Perdona a estás dos viejas ridículas que no supimos cuidarte.
La abuela Tita parecía no animarse a mirarla a los ojos.
_Abuela…no debes sentirte culpable…lo entiendo, no me preguntes cómo pero lo entiendo y sé que o que somos y a lo que nos enfrentamos no es sencillo, pero estoy dispuesta a aprender y a enfrentar juntas lo que venga.
_Mi niña-Se abrazó a ella y lloró, el llorar tal vez para muchos es de débiles, de finales, de tristezas, de despedidas, para la abuela Tita el llorar era de calma de respiración, de valor.
Los días siguientes fueron de tranquilidad y de muchas palabras entre las tres mujeres, Minerva se emocionó, se destornilló de risa con las historias de su tía chichita y andanzas de actriz de tenor dramático pero que solo hacia morir de risa a los demás.
Junto a la hoguera de la cabaña, taza de chocolate mediante y pastel de manzanas la abuela Tita se sinceró con ella.
_ ¿Sabes hija?...no es que me resulte difícil contarte esto…el alma y los recuerdos de una mujer se sumergen en un abismo que solo ella mantiene a raya…y no quiere que se hereden…pero tú mi niña caíste en ellos. Al contrario de ti siempre supe cuál era mi estirpe, me educaron para ser…digamos una buena bruja…y eso puedo asegurarte que no era m mayor orgullo, yo era “la rara” del pueblo y de hecho lo éramos, tu tía y yo siempre fuimos muy diferentes, chichita era extrovertida, bella, divertida…no llevaba el peso de ser quien era para la hermandad yo…la bruja roja. Fue hasta que cumplí los 18 años cuando mi vida dio un giro de todos os grados que puedas imaginarte. Al pueblo pequeño perdido en la nada llegó una familia rica que habitó el castillo de Arrayon, la única atracción turística del lugar. Eran un verdadero misterio hasta que una tarde regresando de la escuela con tu tía un jinete casi nos arrolla con su caballo, yo caí con tan mala suerte que mi cabeza golpeo en una roca, perdí el conocimiento, al despertar estaba en el castillo Arrayon y lo primero que vi al despertar fueron los ojos más hermosos del mundo. No sé cuándo el alma de una mujer se enamora, hija, pero yo en ese momento deje de ser yo y tal vez esa fue la jugada del destino. Me cuidaron hasta que mis padres vinieron por mí. Él se llamaba Lorenzo de Alba hijo de un conde, lo que muy tarde supe es que el era mi verdugo, lo que jamás imaginamos ambos fue el gran error de enamorarnos. El pertenecía a la casta de los Dinamos, para que lo entiendas la sangre negra de nuestra estirpe, aquellos que están al servicio del maldito. Pero nos enamoramos y creímos que nada podría contra nosotros…éramos dos jovencitos cegados por un amor imposible…escapamos juntos, jamás nos dejaron en paz…hasta que un día nos atraparon, el murió defendiéndome…jamás supo que en mi vientre llevaba a tu madre. Los dinamos iban a terminar conmigo ser la bruja roja tenía ese destino…_La voz de la abuela Tita se quebró, Minerva se acercó a ella y tomó su mano._ El supremo me miró a los ojos y de inmediato llevó las manos a mi vientre y se dio cuenta, “Está embarazada” dijo y allí comenzó mi verdadero infierno…Mi corazón solo latía junto al de tu madre, pero el terror que sentía al saber que al nacer sería sacrificada en el río de plata me mataba cada día. El día del parto no sé cómo ni porque artilugios del destino y tal vez la magia. Una tempestad azotó el lugar, todo se desplomó, sentí unos brazos fuertes que me sacaron de allí en medio de la tormenta más terrible que presencie en mi vida. Cerré mis ojos y apreté mis manos no solo era el dolor del parto, era “el dolor” de saber que ya nada sería como lo habíamos soñado. La hermandad me salvó y a tu madre nos trajeron a Argentina a este pueblo junto a tu tía quien no me habló por tres meses, hasta que un día simplemente me pidió que le preparara una taza de té…Tu madre creció como tu sin saber, jamás quise ni siquiera mencionar la posibilidad…pero el destino va tejiendo sus caminos, sus poderes como los tuyos comenzaron a manifestarse en ella aún más fuertes…La hermandad exigió que lo supiese…Mi niña se desesperó sintió su mundo caer…y conoció a Benició…tu padre, era buen chico, el no sabía el daño que podía ocasionarle a mi hija…era un dinamo, no lo sabía, se enamoraron pues la atracción que sienten las fuerzas opuestas se manifiestan para crear una fuerza superior. La hermandad intervino más aún cuando supo que tu madre estaba embarazada…atraparon a Benició, lo desaparecieron, Tu madre enloqueció, los dinamos la acorralaron…ella…_