- No quiero complicaciones - le respondí mirándolo de frente.
- Y crees que yo si las quiero
-Entonces que haces aquí - le pregunté sin reparos.
No me sentía como una joven de 17 años, sino como una mujer que sabe lo que quiere y como lo quiere.
-Eso mismo me pregunto yo, crees que no se que eres menor de edad, que puedo meterme en muchos problemas solo con estar charlando aquí contigo, acaso crees que lo me he dicho a mi mismo que es una locura lo que estoy sintiendo. Eres una niña, por Dios! - me habló casi al borde del desespero.
-No soy una niña - le hablé sosegadamente.
Se escucharon ruidos por la ventana, eran mis compañeros avisándome que superiores se acercaban a ese salón en particular.
Nos movimos de allí y entramos a otro salón consiguiente que se encontraba vacío. Teníamos que ser muy sigilosos, sino queríamos que nos descubrieran, Aunque no estábamos haciendo nada escandaloso, otros no podían pensar lo mismo.
-Que vamos a hacer? -me preguntó.
-Vamos? Que harás tu? Yo no voy a hacer nada - le dije y salí por otra puerta, lo dejé allí dentro, no podía seguir estando a solas con él, no si no quería mostrarle que me estaba resultando difícil ser fuerte en su presencia.
El resto de la semana pasó muy movidita parecíamos al gato y al ratón. Él entraba por una puerta y yo salía por la otra, nunca estabamos en el mismo lugar pues yo lo evitaba constantemente. No se que excusa tendría para estar toda la semana en el Instituto, me lo preguntaba constantemente.
Hasta que el viernes no dieron resultado las espadas pues me vi en un momento acorralada por Él.
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Editado: 14.08.2021