- Acaso no ves que estoy loco por ti? Que no he podido olvidarte? Que he luchado por arrancarte de mi corazón diciéndome que sólo eras una niña que necesitaba a alguien su edad, estás grabada a fuego y sangre en mi corazón, no ves que te amo con locura - me decía besándome el rostro, abrazándome con fuerza - no ves que fuiste tú quien me ha mantenido con vida todo este tiempo, que por ti he luchado con la misma muerte para volver a tenerte, estar cerca de ti, amarte como tú te lo mereces, brindarte mi vida si la quieres.
Sus manos se detuvieron a cada lado de su cuerpo, su rostro estaba gacho en señal de rendición mientras hacía su confesión.
Ahí lo tenía, rendido a mis pies, confesando que me amaba y que quería estar conmigo.
¿Que más quería?
Levanté su rostro y lo miré con todo el amor que sentía por él, tenía esa expresión que tanto adoraba y lo besé, lo besé con mi vida misma, con mi alma, con mi corazón.
Era mi hombre, el soldado que un día miré en un autobús y me enamoré irremediablemente y que a pesar de los años seguía haciendolo, era mi primer amor y sabía que sería el único.
A la mañana siguiente mientras yacíamos en mi cama no podía dejar de disculparse conmigo por el intrato que había recibido al creer que mi padre era mi amante pues le dije que ese viejo decrépito como él lo llamaba tenía parentesco conmigo.
Sin embargo, podia ver en su rostro que se sentía orgulloso de haber sido mi primer hombre en la intimidad, no podía creer que en todo ese tiempo yo me había guardado para él. Y si, lo había hecho, no podía imaginarme con otro hombre, no me veía siendo tocada y manoseada por alguien que no fuera Él.
Oh, cuanto lo amaba. Es cierto que el amor a primera vista existe y que lo que está destinado a estar juntos tarde que temprano todo se da. Sólo hay que ser pacientes y nunca desfallecer.
FIN
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Editado: 14.08.2021