Hoy no te vigilaría te dije.
Tus ojos tristes me miraron y aunque dijiste que estarías bien, yo no pensaba lo mismo.
¿A donde iras? Preguntaste.
Al infierno dije.
Y así era.
Iría al infierno por ti.
Todo para que duermas tranquila y para que no vuelva a ver tu cuerpo lleno se moretones, ni tus labios partidos o tus costillas rotas y por sobre todo.
Para no ver tus ojos tristes.