Al día siguiente, Susana se levantó y se preparó para ir a la universidad. Mientras terminaba de desayunar recibió un mensaje de su amiga, disculpándose, ya que hoy no podría pasar por ella, tomo su bolso y salió a toda prisa de su casa en busca de un taxi, no le gustaba llegar tarde a clases y solo le quedaban unos cuantos minutos.
Iba entrando al recinto cuando visualizo a Cristian abrazando a la chica de la noche anterior, ella le acariciaba el cabello y dejaba besos en el mentón. Susana arrugó el entrecejo, por ir distraída, viendo al chico choco con un bote de basura que casi la hace caer de bruces. En ese momento deseo que la tierra se abriera y se la tragara, su rostro se tornó rojo de la vergüenza y aligeró el paso, rogó al cielo para que el chico no la haya visto.
Entro al salón y tomo asiento en el lugar que siempre lo hacía, rogaba para que Cristian no entrara a clase, pues no soportaría verlo a la cara, se moriría de la pena. Cómo si Dios no hubiera escuchado su súplica, entro Cristian sin que ella se percatara, dado que tenía la cabeza fundida en su libro.
—Hola, chica de los rizos — le susurro al oído.
Susana dio un brinco al escuchar esa voz inconfundible y por inercia llevó su mano derecha a su pecho. Levantó la cabeza y lo vio sonriéndole como si nada. —Perdón si te asusté —dijo él sonriendo de forma genuina.
—Tranquilo, estaba sumamente concentrada leyendo este artículo, que no me percaté de tu presencia —respondió levantando y mostrándole el folleto. Cristián había notado la presencia de Susana y el incidente que tuvo con el bote de basura. No tenía intenciones de entrar a clases esa mañana, pero al ver a la chica, se despidió de la rubia y fue tras ella.
La clase dio inicio y después de una hora finalizo, la maestra salió del aula y luego los estudiantes. Cristián se acercó a Susana y le pregunto si hoy podrían reunirse para empezar a hacer el trabajo que la maestra les había orientado.
—¡Claro!
Susana se incorporó y empezó a tomar sus cosas.
—¿Te parece después de las cuatro, en mi departamento? —pregunto el chico observando lo hermosa que se veía hoy con ese atuendo.
—Sí, está bien —respondió tranquilamente. La chica iba a sugerir que lo hicieran en el restaurante de su mamá, pero recordó que estaba reservado para un evento. Cristian se asombró al ver que la chica no se opuso.
—Nos vemos luego —dijo la chica tomando sus cosas para retirarse del lugar. No quería estar cerca de él, pues su sola presencia lo ponía muy nerviosa. Cristián iba en su auto cuando recordó que no le había dado la dirección de su departamento, pero al instante se acordó que tenía su número, así que luego la llamaría para pasar por ella.
Susana llegó al local de su mamá y empezó a ayudarle con los preparativos del evento, la comida bebida y demás cosas. La chica ordenaba unas copas cuando recordó que no le había pedido la dirección a Cristián, así que tomó su teléfono para marcarle, pero antes que ella lo hiciera su teléfono sonó, era el quién la llamaba, esta enseguida contesto.
—Hola chica de los rizos —saludo desde la otra línea. —Hola —respondió, a ella le gustaba cuando la llamaba así.
—¿Quieres que pase por ti, o te envió la dirección? —Indagó el chico.
Susana se quedó pensando unos segundos y luego respondió.
—Te agradecería que pasarás por mí.
El sonrío con malicia. Se despidió de ella y luego colgó la llamada.
Susana fue al baño a cambiarse de ropa, se colocó un pantalón negro y una camisa blanca de mangas. Se aplicó un poco de labial color rosa y dejo su hermoso cabello suelto. Estaba por salir cuando le llegó un mensaje de Cristián avisándole que estaba afuera. Cristián se encontraba recostado en su auto, traía puesto unos vaqueros, un polo en color blanco ajustado a su cuerpo y su respectiva chaqueta de cuero negra, la cual sostenía con su mano izquierda. Se veía tan fresco que llamaba la atención de todas las mujeres que pasaban por el lugar, algunas le coqueteaban. Susana observó maravillada a aquel chico guapo que últimamente invadía sus pensamientos y su tranquilidad. Una sensación desconocida se apoderó de su ser al ver con el descaro que las chicas le coqueteaban.
—Nos vamos — dijo la chica fingiendo una sonrisa. Cristián sonrió, luego fue a abrirle la puerta del auto, ella agradeció y subió al asiento del copiloto. Cómo el departamento se encontraba al otro lado de la ciudad, en un área exclusiva, se tardaron en llegar. Al llegar él le abrió la puerta del auto y luego se adentraron al enorme edificio, saludaron al portero y después subieron por el ascensor que daba directo al departamento. Al abrirse la puerta Susana quedo fascinada con el sitio, las paredes eran de color gris, con hermosas pinturas, Cristian la invito a pasar a la sala y que tomara asiento en uno de los sofás.
—Siéntete como en casa —dijo el chico quitándose la chaqueta y dejándola en el perchero —¿Quieres algo de tomar? —pregunto caminando hacia la cocina.
Ella negó con la cabeza, le parecía raro la actitud del chico, ya que en la universidad sus amigos lo tildaban de arrogante. Dejo de pensar en el asunto, saco sus libros para empezar a hacer el trabajo. A los pocos minutos llegó Cristián con unos bocadillos y unas bebidas Y las dejo sobre la mesa que estaba contiguo al sofá. Susana lo observo, pero no dijo nada, él se acercó y empezaron a trabajar.
Tiempo después decidieron tomarse un descanso, Cristián le sirvió una soda y unos bocadillos a la chica quien los tomo y luego agradeció. Un poco de salsa mancho el labio inferior de Susana, la mano de Cristián por inercia subió hasta allí y la limpio antes de meterse el dedo a la boca y lamerlo le dijo.
—Te habías manchado.
Ella se removió incómoda sobre su asiento, sus mejillas estaban adoptando un color rojo, gesto que hizo que el chico sonriera de lado. En ese momento el teléfono de Cristián sonó y él salió a contestar, Susana respiro aliviada cuando vio salir al chico. Mientras tanto, en la otra habitación, Cristian tenía una conversación muy agitada con su padre, apenas terminó la llamada, empezó a maldecir y a tirar las cosas.
Editado: 10.12.2022