La chica de otra realidad I

Capítulo VIII. Aliados

Larissa no había podido dormir durante varias noches, dormía apenas un par de horas por el día y comenzó a buscar casos similares al suyo por internet, tratando de buscar una lógica a su situación.

Pocos días después de lo ocurrido con Marcus se enteró de que el hombre había renunciado a la fundación Millenium para regresar a México, su país natal. Según lo que le contó el doctor Ávila la renuncia de Marc se debía a que su madre estaba enferma y regresaba al pueblo de San Castillo para encargarse del colegio propiedad de su familia. Aunque Ávila le pidió que volviera a Millenium se negó tajante.

 

Larissa estaba al pie de la escalera. Miró a su alrededor y al sentirse desconectada se quebró en llanto. Subió de prisa y al llegar a su recámara revolvió entre sus cosas. Nada de eso tenía sentido para ella, se sentía extraña, desorientada y disociada, buscaba cualquier cosa que le hiciera entender por qué estaba ahí. Eran poco más de las tres de la madrugada. Sentía que enloquecería de angustia, la cabeza se le rompía de dolor. Estaba mareada, temblorosa y aturdida. Entonces un zumbido se escuchó cerca de la ventana. Larissa corrió a mirar, pero solo observó aquellas luces cegadoras que le nublaron su visión.

 

A la mañana siguiente despertó por el sonido de una llamada, era Evan quien le comentó que también había rechazado la oferta de Millenium

—¿Por qué lo has rechazado?

—Tengo ganas de descansar, además viajaré para ir al festival de Dan-dran.

—¿Festival?

—Sí, es una fiesta que se realiza en septiembre.

—¿A dónde viajarás?

—Viajaré a Arkansas por un par de días. Pero me sorprendió que tú tampoco aceptaras volver a trabajar.

—Pues no volveré, es una pesadilla ese trabajo —dijo Larissa

—Lo es, ¿Sabes que han despedido también a Xhan?

—No lo sabía, ¿Qué ha pasado? —peguntó Larissa intrigada

—Es un cuento largo, ¿Por qué no vienes a comer a mi casa y platicamos? —dijo Evan

Larissa dudó, confundida, pero quería verlo, por lo menos ese chico le inspiraba confianza

—Está bien, ¿Puedo llegar en una hora?

—Sí, te espero.

Colgaron la llamada y Larissa se vistió para visitar a Evan.

 

Al llegar a casa de Evan fue recibida con gran amabilidad y diversión. Evan era demasiado relajado. Vivía solo, tenía una gigantesca pantalla y videojuegos. Unos minutos después llegó el repartidor de comida, cenaron pizza de queso, mientras platicaban

—Despidieron al doctor Xhan y alegaron que su departamento no tenía más trabajo, imagínalo, Xhan dijo que era mentira, pues con el tema de San Luis tiene claro que lo borraron, ya que algo extraño sucedía ahí.

—¿Cómo dices? —preguntó confundida

—Pues, que quizás algo turbulento sucede con ese tema, ya sabes algo oscuro e ilegal. Algo conspiranoico.

—¿Y tú crees en las conspiraciones?

—¡Claro!, yo no creo ni siquiera en lo que veo con mis ojos. El universo es más ilógico de lo que imaginamos, aquí nadie tiene las respuestas.

Larissa bebía su jugo observando bien al joven Evan, pensaba en lo poco profesional y serio que era, pero entonces se recordó a sí misma y meditó que su propia vida era un infortunio de irregularidades

—. Xhan me dijo algo asombroso. Las piedras que trajo de San Luis emitían tal nivel de radiación ionizada que no tenía lógica y, ¡Joder!, el tipo estaba asustado, de veras. Pero tú sabes mejor del tema.

—Para nada, yo no tengo mejor conocimiento del tema, definitivo.

—Pues aquel día me pareció que sí. Pero ya me has dicho que tienes problemas de memoria. Debe ser una situación bastante difícil.

—Tengo problemas para recordar los días posteriores a la muerte de mis padres, mis recuerdos anteriores están ahí, pero no coinciden con la realidad —dijo Larissa quedándose pensativa

Evan la observó compasivo.

—¿A qué te refieres con que no coinciden?

—Todo lo recuerdo de forma diferente.

—Vaya… Es extraño. Supe de un caso parecido, un hombre llamado Halil en Grecia, salió a correr a un bosque y al volver a casa nada era como él creía. Su esposa era otra mujer que él no recordaba y tenía una hija, pero decía tener tres hijos varones. El hombre enloqueció y grabó videos en internet buscando una explicación. Logró fama, pero terminó en un psiquiátrico.

—Ah, ¿Sí?, me gustaría escucharlo.

Evan engulló un trozo de pizza y encendió la Smart TV, reprodujo los videos del griego Halil. Larissa escuchó con atención, reconociendo su historia y síntomas en los de aquel hombre. Cuando el testimonio de Halil terminó, apareció en pantalla un hombre explicando la situación:

«Este hombre ha tenido el infortunio de atravesar a otra realidad. ¿Cómo sucede? No tengo la respuesta, pero el universo es ilógico, su energía no pertenece a este lugar y provocará su muerte irremediable»




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.