Desde pequeños han escuchado miles de leyendas. Quién entra no vuelve dicen otros, los fantasmas viven en esa casa y poseen a quien entre dicen las abuelas o hablan de una maldición... Otros, los adultos, hablan del señor del maletín como si de un asesino retirado se tratase. Don Martín entra a las 8:00 y vuelve siempre a los dos días. Se queda un par de días y vuelve a marcharse. Siempre a la misma hora.
Luka, Ben y James ya han escuchado esas historias y muchas más. No se la creen, pero sí que reconocen que todo es muy raro.
Luka puede ver la casa desde la ventana de la clase. La maleza la envuelve. Es blanca y bonita, con unos adornos victorianos en su fachada principal de piedra.
-No lo mires o los fantasmas te visitarán está noche.- le habló su amigo James en tono burlesco.
-¡Ahg! Ya cállate, James.
- ¡Jajaja! Siempre dices lo mismo. Tú abuela solo sabe contar historias de miedo penosas. -comenta Ben.
-¡Hey! Que las historias de mi abuela nos gustaban de pequeños. Una pena que ya estemos grandes...
La señorita Elena, la profesora, llama la atención a James y le saca a la pizarra por hablar. Él intenta alegar que sus amigos también hablaban, pero fue inútil. Cuando volvió, Ben soltó su gran idea.
-Esta noche hecharemos a suertes quién se cuela en la casa. Durante las próximas dos noches iremos de uno en uno.
-Pero el hombre del maletín siempre vuelve a las dos noches y nosotros somos tres
- interviene Luka.
-Pues dos noches, esperamos dos y que se meta quién quede.¿De acuerdo?
-De acuerdo.- dicen a la par Luka y James.
Luka volvió a mirar la casa por la ventana. Todos los días, por una de las elegantes ventanas, podía ver una chica en el interior de la casa cada noche. Cada noche se asomaba en la misma ventana a la misma hora. Solo podía ver que tenía el pelo suelto, negro y largo, además de una bella cara de modelo. Pronto podría conocerla, verla en persona.
Esa noche le tocó a Luka ser el primero. Se coló en la puerta por una de las ventanas abiertas. La chica estaba de pie en el pasillo mirándola. Esra delgada y parecía extranjera. Tenía los ojos rasgados y completamente negros, su barbicha estaba bien definida, sus labios eran rojos, pequeños y redondos, su nariz pequeña, ñas mejillas sonrosadas y su melena era larga y negra... Solo podía ver su rostro.
-Lo siento yo...
- Eres el primero que me visita en mucho tiempo.
-¿No estas asustada?
La chica negó con la cabeza. Luia miró el precioso qipao violeta: un vestido chino tradicional. La prenda resaltaba su figura esbelta y delgada.
- ¿Quién eres?- preguntó la chica.
- Soy Luka.
Intentó acercarse a ella y ver con claridad ya que no había luz. Si Luka se acercaba, la chica retrocedía, ocultándose en la penumbra
- ¿Cuál es tu nombre?- preguntó con intriga él.
- Soy Luna, encantada...