Luka miraba a Luna. Ahora solo podía notar su definida silueta femenina: delgada y curvilínea.
-¿Qué es lo que buscas en mi casa?
Luka se quedó callado, sin responder a la pregunta de Luna.
Ella empezó a caminar por el pasillo. Luka la siguió hasta el salón y la vio sentarse. El decorado era antiguo. Gracias a la poca luz que entraba a través de la ventana, Luka notó el sofá viejo de piel, parecido al que tiene su abuela en su casa.
- ¿Tu familia es de China?
-No tengo familia. No tengo padres.
- ¿Y qué hay del tal Martín?
- Es mi padre.- contestó ella con una voz llana que no expresaba ninguna emoción.
-Pero acabas de decir que no tienes padres
-Y no los tengo.
Ella era realmente rara.Lo que decía esa chica no tenía sentido y su voz era monótona, sin vida. Por otro lado, no había ninguna luz.
-No veo nada, ¿puedes encender la luz?
-Sin luz es mejor.
Luka caminó despacio, moviendo los brazos a su alrededor para no chocarse contra algún mueble. Llegó al sofá y se sentó al lado de Luna. Sus manos tocaron algo frío, duro y completamente liso. Él, del susto, quitó sus manos del sofá y se alejó un poco. Cogió el móvil y encendió la linterna de la cámara. De inmediato se petrificó. Luna era una muñeca de porcelana. Pestañeaba y respiraba. Estaba ahí, en frente de él.
- ¿Estás bien?
-¡No te acerques!
Luna no se movió. Permaneció inmóvil, quieta, sin acercarse tal y como Luka le pidió. No había intenciones de hacer daño en ella. Luna no era hostil.
Ella prestó especial atención en el objeto que Luka tenía en sus manos.
- ¿Eso qué es?
- Un teléfono.
- Eso no es un teléfono.
Luna se levantó y se fue corriendo. Escuchó ruido desde el salón y la vio volver con un cacharro de color cian. Era un teléfono antiguo, de esos que ya nadie quiere. Luka suspiró y explicó a Luna que ese teléfono era obsoleto, que ya no se usaba. Mostró a la chica todo lo que se podía hacer con el móvil inteligente. Hasta le enseñó unos cuantos vídeos en Youtube: gatos graciosos, "fails" y hasta gente bailando.
- Nunca vi eso, pero no entiendo porqué verías cosas irreales. - Luna se levantó. - Se puede leer, dibujar y cocinar. Incluso puedes aprender a bailar, es mejor que esa cosa.
Luka miró la hora en su teléfono. Se excusó que debía irse, que sus padres le esperaban para cenar.
- Gracias por visitarme.
-De nada. Adiós.- Luka aceleró el paso.
- ¿Volverás otro día?
Luka no respondió y Luna se quedó atrás. Movió la cortina de la ventana y hecho una ojeada al exterior. Luka se paró en medio de la calle junto a dos chicos más. Ellos se reían y él se veía asustado. Luna comprendió que no volvería, que Luka solo entró a la casa por curiosidad. Se sentó de nuevo en el sofá, esperando. Luna volvía a estar sola.