Le tocaba a James. Era de día y los tres volvían del instituto. Siempre caminaban juntos en el camino de vuelta a sus casas. Pasaban al lado de la casa de la esquina. James clavó sus ojos en ella.
- Acordaros que tenemos que terminar mañana el PowerPoint de la exposición del lunes.- Luka paró en frente de su casa. - Mañana.
- Sí, me ha quedado claro. -se quejó Ben- Ya me lo has dicho como cinco veces hoy.
-No te quejes que la última vez tuvo que hacer James tu parte porque te fuiste con tu querida Lucía y se te olvidó.
-¡Y dale con Lucía!- Ben sintió un rencor.- Ya no somos pareja...
James miraba la casa donde sus amigos habían estado noches anteriores. Fijó sus ojos en ella sin prestar atención a la discusión de sus amigos. Dejó la mochila en el suelo y cruzó la carretera, dirigiéndose a la casa. Ben quería detenerle.
- Espera, James.
James siguió adelante y entró por la misma ventana por la cual Luka entró y ,luego, Ben. La cocina estaba vacía. Caminó hacia el pasillo y hacia el salón. La casa estaba bien iluminada porque aún era de día. En la planta baja no había nadie. Subió las escaleras mientras Ben y Luka entraban.
- James, para.¡No entres!- le ordenó Ben.
Él no escuchó y abrió la puerta. La habitación estaba ordenada y aún habían pétalos en los tarros. No había partes de cuerpo de muñecas en la cama. Todo estaba limpio. La cama estaba hecha y sin nadie en ella.
- Y pensar que os he creído de lo cagados que habéis estado estos últimos días...- murmuró.
-¡No! - protestó Luka.- Te juro que había una muñeca. Ella anda.
- Vosotros os habéis puesto de acuerdo para tomarme el pelo.
-¡Que no!- volvió a repetir Luka.
James no prestó atención a ni una palabra más y se sentó en la cama. Luka seguía intentando convencerle.
Ben se agachó y vio un cuerpo debajo de la cama. Quién estaba debajo de la cama hizo unos movimientos bruscos y cogió a James de los pies. Todos empezaron a gritar. Los ojos verdes de James quedaron clavados en la chica de porcelana.
- ¡Qué susto joder!- le dijo Ben a Luna.
James estaba pálido, congelado. Quiso gritar, pero Ben le tapó la boca. Además de gritón, era muy asustadizo, al punto de gritar como nena
Luna se acercó a James.
- Eres igualito.- habló Luna.- ¿Henry?
Los tres muchachos, confundido, se miraron entre sí. James se levantó despacio y escondió detrás de Ben. Luka guardó distancia de la muñeca andante.
-Creo que te equivocaste - tartamudeó James.
Luna extendió su mano y la puso sobre el cabello pelirrojo y rizado de James. Pensó que era él, pero Henry había muerto hacía muchos años. Luna se quiso tirar al suelo. Ben la sostuvo con sus brazos antes de que ella cayese al suelo y luego Luka la ayudó a recortarla en la cama. Luna estaba tumbada. No respiraba, no hablaba y no parpadeaba. Parecía una muñeca de verdad.
- Deberíamos irnos de aquí...- Luka se fue de la habitación.
Aquella casa no contenía solo una muñeca con vida, sino que ocurrían cosas extrañas. Ben nunca les contó a sus amigos lo de la flor que creó Martín de un trozo de arcilla o las partes humanas que vio en el maletín.
James siguió a Ben dirección hacia la puerta. Se detuvo al ver un diario. Puso la mano en el y Luna se levantó.
-Mejor que no lo toques.
Luka seguía esperando a sus amigos abajo en las escaleras. Al no venir ninguno de ellos, decidió volver al dormitorio.
-No podéis iros.- escuchó Luka a Luna.
- Porque tú lo digas.
James escuchó unos pasos pesados. Parecía un ejército. Se escondió detrás de Ben. Luka se puso en alerta y se acercó a la puerta.
- Chicos, vámonos de una vez.
-Si os vais os matarán. - avisó Luna.
Aquel sonido se iba haciendo cada vez más fuerte, se aproximaba cada vez más... Luna les abrió un armario e invitó a los tres amigos esconderse ahí. Cabían ahí apretados. Se quedaron en silencio viendo la escena a través del pequeño hueco entre las puertas del mueble. Varios maquíes entraron en fila, de uno en uno. Eran cuerpos de madera sin rostro. Desistieron a Luna y cambiaron su vestido por otro, soltaron su pelo y la peinaron y retocaron su maquillaje. Luna solo se quedaba quieta. Miles de maniauíes estaban alrededor de ella sirviéndola como si de una princesa se tratase. Ella se quiso ir, pero la retuvieron, tenían que seguir y seguir hasta que ella quedase perfecta... Debía permanecer quieta, en silencio.