La chica de porcelana

6- Pasado olvidado .

Bajo el silencio, Luna permaneció inmóvil. Podía parecer que no estaba, que era una muñeca de porcelana gigante. Cierto era que podía seguir observando a los tres mientras ella fingía estar sin vida.

Ben se acercó a ella y la agitó otra vez por ver si se movía, pero nada. James mantenía la distancia.

- Mejor déjala, tal vez se haya desmayado.

- Por mucho que se mueva sigue siendo una muñeca, James- Luka saltó de la cama.- Mírala, ni se mueve. ¿Está fingiendo o de verdad ha dejado de tener vida?

-No lo sé...- Ben siguió inspeccionando a Luna.- Todo es muy raro aquí.

- Déjala, me da pena.- murmuró James.- Tal vez quiera hablarnos y conocernos, pero no sabe cómo. Puede que esté asustada.

Dos noches y ese día había sido suficiente para conocer las personalidades de cada uno de los muchachos. Luna ya podía hacerse a la idea de sus personas. Ben alto y en forma tenía el aspecto del típico chico rebelde y popular entre las chicas, no obstante mostraba gran liderazgo y protección hacia sus amigos. No era nada un bobo ligón. Por otro lado, James tenía una cara alegre, adornada con pecas. Era asustadizo, pero de gran corazón. Además, él era el bobalicón. Por último, Luka, era el cascarrabias del grupo, el gruñón e impulsivo. Años atrás había conocido a chicos así. Se supone que ya nada iba a volver a pasa, pero parecía que ellos habían vuelto bajo otros cuerpos y otros nombres...

12/6/1950

Jack bajó del coche. Vestía su jersey gris y vaqueros. Por fin había vuelto de sus vacaciones a Florida. Ya podía ver a Luna y a sus amigos.

-Me quieres ayudar con las maletas y dejar de mirar atontado la casa?- le dijo su hermana.

- Da gusto volver a estar en casa.

Cogió una de las maletas y se fue al interior de la casa. Subió las escaleras y desempacó todo en su habitación. Odiaba que, después de un viaje al extranjero, siempre tocaba guardar todo.

Desde la ventana vio a Luna. Ella le había esperado y se la podía ver desde lo lejos, en la ventana de su habitación. Jack dejó todo y bajó las escaleras. Se escapó sin que su hermana le viese. No quería dejarla sola, pero tenía ganas de ver a sus amigos.

Tanto Henry y John estaban dentro de la casa ya. La ventana de la cocina estaba abierta. Jack entró y de inmediato escuchó unos pasos. En el pasillo vio a uno maniquís.

- Luna, esto es nuevo.- habló en voz alta.

Se acercó para ver al maniquí más de cerca. Este movió su mano, apoyándola sobre Jack. Él imitó su gesto. De repente sintió una gran presión en su hombro y el maniquí se abalanzó sobre él, intentado romperle la mano.

Henry bajó las escaleras acompañado de John. John, con su cuerpo robusto, se abalanzó sobre el maniquí e hizo fuerza, rompiéndole uno de los brazos. Lo tiró al suelo y trato de despedazar al muñeco de madera hasta que dejase de moverse. Jack pudo levantarse aterrorizado. Henry le miró a la cara.

- No te ha herido ,¿no?- tomó su mentón para inspeccionar su rostro. - No veo rasguños.

- ¡¿Qué era esa cosa?!

Luna bajaba poco a poco las escaleras.

-Mi padre ha creado maniquís que protegen y me sirven. Yo ya le he dicho que no quería, pero no me ha hecho caso.

- ¡Pues diles que no me maten!

- Subir a mi habitación mejor y no salgáis.

Henry suspiró aliviado al entrar al dormitorio. No había maniquíes asesinos acechando.

Se sentó en el suelo al lado de Luna. Sacó una especie de peonza de arcilla dividida a la mitad. Se lo entregó a su amiga. Ella lo cogió curiosa y lo ojeó.

- Es un pintalabios marroquí.- le sonrió .

-¿Eres marroquí?

-No, Luna. Mi abuela es marroquí.- tomó las manos de Luna, haciéndola un puño y extendiendo su dedo índice. - Te mojas este dedo con agua y lo pones en el pintalabios. Luego pasas tu dedo en la boca y ya.- soltó su mano. - Es un regalo para ti. Como no puedes salir pensé darte un regalo.

- Gracias.

Ellos siempre le daban regalos del exterior, objetos que ella desconocía. Eran mucho más valiosos que todo lo que le ofrecía la magia de su padre, mucho más de lo que una casa amplia llena de lujos. Simplemente la compañía de ellos tres era mejor que cualquier otro objeto de valor que había en esa casa.

Jack empezó a hablar sobre todo lo que vio Florida y cómo de diferente era una gran ciudad del pueblo en el cual vivían. Luna le escuchó fascinada. Así pasaron las horas.

- Oye, ¿y tú hermana?- preguntó John a Jack

- Deshaciendo las maletas.

- ¿Sola? Wow, que gran hermano.- dijo sarcásticamente.

- ¡Oye, que siempre que le pido ayuda me da por saco!- se quejó Jack. - Pues ahora que se aguante.Luna, una pregunta rápida: ¿ Va a haber muchos más maniquíes que quieran matarme?

- Sí. Mi padre quiere protegerme. Dice que todo es peligroso...- miró la ventana que mostraba las hojas del árbol del jardín. - Dice que así estará todo bien. Que cuidarán la casa hasta las 8 de la noche...

Ellos tres podían notar que Luna se sentía enjaulada en la casa. Siempre lo notaron y siempre trataron de hacerla sentir mejor.

Así compartieron muchos momentos juntos, do de Luna conoció el mundo exterior a través de ellos tres. Pasaban todos los días y parte de las noches, pero con la llegada de los maniquíes solo vinieron todas las noches y poco a poco, con la universidad, la abandonaron. Lo que más dolió no era que se distanciasen o aquella horrible noche en la cual ocurrió el incidente, sino el recuerdo que tenía de ellos. Tras esa noche todo cambió y algo desapareció en ella. Odio al mundo, a su padre y a esa maldita magia. Se prometió que nunca más mostraría una emoción... Pero ellos ( Luka, Ben y James) se lo estaban poniendo difícil.

Los tres se fueron a las 8:00 en punto. Ni un minuto más y ni un minuto menos. Se marcharon. James fue quien se despidió dulcemente de ella mientras Ben y Luka salieron corriendo casi.

Luna vio a los tres atravesar el jardín bajo la luz de la luna. Se quedó ahí llorando en silencio, como aprendió a hacer por años.




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