Fue a pelear con Josh a muerte. Tras una fuerte discusión, de dos hombres que amaban a una misma mujer, Martín corrió. Entre las cosas que él más creía era la magia. Bajó las escaleras de aquel sótano, un lugar que ya conocía gracias a su padre . Miles de frascos con líquidos de colores, objetos que nadie conservaría ( ojos, sangre y plantas disecadas) y un sin fin de manuscritos que contenían un riguroso estudio.
Una vez su padre le enseñó el poder de la magia, de lo que nadie creía ser real. En lo vio con seis años como aquel ratoncillo muerto, que su madre mató sin piedad con la escoba, revivía y correteaba de nuevo sin ninguna herida.
Martín solo necesitaba el polvo de los pétalos de las orquídeas de Luna. Eran flores bellas y milagrosas. Podía arreglar todo. Realmente podía si se daba prisa...
La fiesta se celebraba en plena noche. Martín había cogido a Tina y a su hija. Él la convenció de que la siguiese ya que le tenía una última sorpresa.
- ¿Y dónde está esa sorpresilla? Tengo que volver o se darán cuenta.
- Sigue andando. No tenemos nada que perder.
Tina empezaba a sentirse asustada caminando entre las calles de Londres en medio de la noche. Ella se había percatado de que les seguían desde hacía tiempo. Pensó que igual aquella persona que iba detrás de ellos era parte de la sorpresa de Martín.
Cada vez se alejaban más del vecindario y las calles se volvían más estrechas y tenebrosas. La luz de las farolas desvanecía poco a poco. Martín, desde lo lejos, reconoció a la persona que les seguía. Fingió normalidad.
- Sé que me has visto- dijo la persona encapuchada y quitándose su tapadera.
- ¿Josh?- Tina estaba impactada al verle con una pistola que apuntaba a la cabeza de Martín.
- Sabes que esto no está bien, ¿no?- dijo Josh hecho furia
- Perdiste la cabeza.- Martín no podía creer que su propio hermano le estaba apuntando con una pistola.- B-baja el arma.
- Pues deja a Tina.
Ella estaba apretando a su hija contra su pecho y temiendo por lo que podía suceder. Ambos hermanos estaban dispuestos a matarse por Tina. Ella no estaba dispuesta a sacrificar tanto. Debía de haber otra forma de solucionarlo todo.
Josh estaba serio, sin bajar el arma.
- Tina sería feliz a mi lado. No tendría que ocultar mi matrimonio.
- No puedes casarte con ella, en todo caso sería tu amante.
- Nadie dice que no pueda casarme con ella.
- Madre no te dejaría- justificó Martín rápido.
Las palabras de Martín fueron duras para Josh. Su ira le nublaba por completo el juicio y se negaba en aceptar la verdad: un amor imposible y que el corazón de Tina ya le pertenecía a otro hombre que era u propio hermano. Pulsó el gatillo y disparó. No tuvo piedad y la bala salió disparada. Tina apartó a Martín en un intento de salvarle la vida. Él se dio un duro golpe contra el muro de ladrillo. Luego se escuchó un golpe duro y seco. El cemento del suelo se llenó de un líquido rojo. La pequeña Luna lloraba desconsolada. Era un llanto fuerte. Martín quedó en shock al ver a su amada en el suelo. Sacó el polvo de orquídeas del bolsillo y lo esparció por el aire. Josh quedó hipnotizado por el espectáculo: Tina se ponía en pie curada y saltaba a sus brazos.
- Ayúdame a salvar a Tina, hermano. No quiero perderla, pero tampoco puedo perderte a ti- sollozó engatusando a Josh.- Solo tienes que hacer un trato, tu fidelidad a cambio de Tina...
Ese fue el primer acuerdo que hizo Martín. Si Josh no le cumplía lo favores, Martín se llevaría su alma para tomar más poder en su magia y prolongar su vida. Incluso los acuerdos que él hacia tenían una fecha límite. Una vez llegado el día, no había vuelta atrás... Josh fue la primera víctima.