Quiero una estrella.
— ¡Ven aquí, ven aquí!
Corro por el hermoso prado. La piedritas hacen doler mis pies, me siento en el césped para descansar. No te vayas, no te vayas. La lucecita voladora se escapa, otra vez. La miro irse, se pierde en medio de la oscuridad, corro tras de ella. La busco por todos lados, ya no está. Quiero regresar al jardín, pero me he perdido. Grito llamando a mamá, pero no aparece, ¡Mami, mami! Lloro, ¿Por qué mami no viene? Corro por todo lados llamándole, pero ella no viene. Escucho ruidos, me da miedo, me escondo tras un árbol, es un hombre.
—Phoebe, cariño. —¡Es papi!
— ¡Papi! — Grito saltando de atrás del árbol.
Él me pregunta qué hacía sola por este lugar, le digo que solo quería una lucecita que volaba, pero que se escapó. Sonríe recogiéndome del suelo para cargarme en sus brazos, deja un beso en mi frente, me pregunta sobre la lucecita, ella aparece nuevamente y se la enseño. Me dice que no se pueden atrapar, pero que puedo verlas todas las noches, que no puedo andar sola por aquí.
—Tú eres la lucecita más resplandeciente de este lugar. —Aprieto sus mejillas con mis manos.
Papi es el mejor de todo este mundo.
***
—Señorita Grey. —Escucho que me hablan mientras me mueven un poco.
Abro los ojos, estoy en el auto y me duele terriblemente la cabeza. Sawyer está esperando afuera con la puerta abierta, me he quedado dormida en el camino. Me mira con tristeza, ¿Qué ocurre? Tengo su pañuelo en mi mano, traigo puesto el vestido negro, me duelen los pies. Una ráfaga de realidad me golpea, no ha sido un mal sueño, Paul se fue. Bajo del auto.
—Gracias, Sawyer—. Murmuro dejando mi mano sobre su hombro. —De verdad, muchísimas gracias. Pero deberías irte a casa, toma vacaciones.
—Señorita Grey, mi mujer que ha enviado de regreso a las horas, no estoy hecho para estar encerrado en mi casa todo el tiempo. Disfruto cada fin de semana con mis hijos, pero comprenden que esto soy yo. Guardaré éstas vacaciones para otro momento.
—Está bien, haz lo que tú digas.— Murmuro caminando hacia la entrada. Agito el pañuelo en sus narices—. Te daré esto cuando esté libre de mi mucosa.
—Puede quedárselo, tengo algunos cuantos por ahí.
Asiento mostrándole una media sonrisa. Mis padres ya han llegado, pero el único que espera en la sala es papá, me niego a mostrarle mi cara. Le digo que he ido por un antojo de helado, hablo sin dejar de caminar, no necesito un interrogatorio ahora. Sus pasos van tras de mí, él va apagando las luces por el camino.
—Que descanses, papá. —Le digo antes de cerrar la puerta de mi habitación.
Me lavo la cara con agua fría, el maquillaje continúa ahí. Me miró en el espejo, tengo los ojos muy rojo y un semblante triste.
Si solo hubiese llegado unos minutos antes.
El estómago se me revuelve, esta vez no sale nada de mí, lo tengo vacío. Me cambio de ropa, dejo todo tirado, mientras me desmaquillo, las lágrimas vuelven a aflorar. Busco mis pastillas para dormir, hoy la necesito. En medio de la cama, arropada por mí edredón, espero a que el sueño llegue, me abrazo a mi misma, las lágrimas no paran de salir. ¿Cuánto tiempo tardaré sintiéndome así de mal? Las náuseas me atacan, pero las ignoro, ya no puedo más. Me abrazo a la almohada, soñolienta, mis ojos se cierran, mis párpados están muy pesados.
Me dejo llevar por la oscuridad, con la esperanza de que esto acabe pronto.
BIENVENIDOS A LA SEGUNDA PARTE DE ESTA HISTORIA, ESPERO QUE LES GUSTE COMO LA ANTERIOR. OBVIAMENTE, NO DEJARÍA SUFRIENDO A MI FAVORITA. ASÍ QUE, DISFRUTEN.
ABRAZOS.
CINTHYA ❤