Tomo asiento sobre mi maleta en espera de que el taxi llegue. En silencio rezo porque sea pronto, elevo una plegaria silenciosa para que esté pronto frente a mí. Claro, como si eso fuese a hacer que el daño se vaya y el dolor cese. Sabía que algo así podría ocurrir, y es que era demasiado idiota creer que estuviese esperando por mí. Llevo mis manos al vientre, lo único que me preocupa es este bebé, odiaría que llegase a crecer sin su padre. Paul y yo debemos hablar, acepto que no quiere saber de mi, pero esta pequeña criatura que crece dentro de mi no es culpable de mis decisiones tonta.
—Pase, lo que pase, bebé. Siempre tendrás lo mejor, y sobre todo, mucho amor. Aunque deba enfrentarme a lo que sea, serás mi tesoro más preciado.
Algo moja mi mejilla, y no son las lágrimas, una gota de agua golpea mi frente. Esto debe ser una jodida mala broma del destino.
— ¿Qué más? —Pregunto al silencio que forma la noche. Las cosas no pueden ir peor, posiblemente se deje venir una fuerte lluvia y me parta un rayo. — ¡Mierda!
No he visto gatos negros.
No he caminado bajo una escalera.
No he tirado sal al suelo.
No he quebrado ningún espejo.
Aunque... Nunca comparto las cadenas de lecturas que me envían, ¿A eso se debe mi terrible suerte? Ya, tengo que dejar en tantas estupideces. Juego con mis dedos, observo el reloj y el tiempo parece no avanzar. Durante un breve instante me atrevo a ver al cielo y sus testigo de una estrella fugaz, le miro con añoranza "Por favor, que lo mejor esté por venir". El cielo se encuentra despejado, en un azul claro y profundo, iluminado por la mágica luz de luna, ¿Qué mierda me ha meado y creí que era una gota de lluvia? Nada puede ir peor, ¡Aparece taxi, ya!
Presto atención al sonido que se escucha y poco a poco se hace fuerte...
Mi corazón abrí, desde entonces llevo el cielo dentro de mi
Nunca jamás sentí, una alegría así
Que bendición hallarte al instante en que se fue la luz de
Llegaste tú.
La segunda canción que Luz puso en mi lista es la que se escucha, espero y sea ella quien... ¡Ay, que idiota! Me he dejado el móvil en el lugar donde me senté junto a él. Giro el cuello hacia donde sonaba la ahora finalizada canción, tiene una bonita letra, que ha aparecido en un pésimo momento. Suelto el aire cuando veo a Paul con mi móvil en la mano, ni por eso va a hablarme, ¡Qué nene!
—Lo has dejado. —Dice en un susurro. —Pensé que querías recuperarlo. —Tomo su última frase en doble sentido, claro que quiero recuperarlo.
—Gracias, supongo. —Se lo quito rozando nuestros dedos, las sensaciones están ahí.
Regreso mi mirada al camino, él continúa ahí, ¿Qué espera para irse? Me duele tenerlo cerca, me duele que no me haya escuchado, en realidad, no hay absolutamente nada que no perturbe mi paz ahora mismo. Quiero irme, necesito irme a casa, reconstruir mi vida, cuidar de mi bebé, de este pequeño que se forma dentro de mí, ya... Ya no quiero más sufrimiento. Mi labio inferior empieza a temblar, mis ojos a aguarse y un sollozo escapa de las profundidades de mi garganta. Uno de los dos tiene que desaparecer, si no lo hace él, me iré yo. Me levanto para agarrar la maleta y empezar a caminar.
—Eso es todo, ¿Te vas? —Detengo mi andar, sintiéndome indignada. ¿En serio pregunta si es todo? Giro bruscamente sobre mis talones, me atrevo a fruncir el ceño. ¡Idiota cabezón! Me hago de la vista gorda ante el leve mareo que se me presenta, ahora no bebé, no puedo desmayarme ahora.
— ¿Estás preguntado eso? —Me cruzo de brazos, esto es... ¡Increíble! —Viajé para disculparme contigo, estuve hablando como idiota durante no sé cuánto tiempo, acepté que fui una tonta al negar algo que si sentía, ¿Y tú preguntas si es todo? ¡Que tipo más cara dura eres! ¿Qué se supone que debo hacer? Arrodillarme y pedir disculpas, ¿Tal vez? Correr por todo el lugar gritando que lo siento. Esto es...es... Es jodidamente estúpido, incómodo y absurdo. ¿De qué sirve que me quede? — ¡Oh joder! Que molesto es esto. Mi estómago está rugiendo, normal, mi último alimento real fue hace horas. Lo que me recuerda que debo comer, no por mí, por el bebé. —Una pregunta más: ¿Tan malo es el servicio de taxi aquí?
—No, regularmente son bastante rápidos y efectivos, aunque tardan un poco más en llegar hasta aquí. —Blanqueo los ojos, qué desgracia mi vida. —Bueno, lo que sé en realidad, es que no vendrá uno.
— ¡Genial, ya lo jodiste! Sólo necesitaba un jodido favor más para irme de aquí. Pero claarooo, tenías que sanar tu alma. Resulta que ahora me tendré que ir andando, ¡Que te den, no me jodas! Estoy agitada por el viaje, de un humor espantoso y tengo muchas ganas de patear tu trasero. —Bufo molesta.
Durante unos minutos nos dedicamos a mirarnos. La tensión que se ha puesto es tan evidente que podríamos cortarla con un cuchillo. Si me dan ganas de arrancarles los pelos rubios uno a uno.
—Gracias por tus hermosos deseos hacia mí. —Suelta sarcástico. Aunque no me causa la mínima gracia. Le voy a cortar esa lengua para que no diga más estupideces. —No vendrá ningún taxi a recogerte, porque sencillamente... No quiero que te vayas.
¿Qué? Me quedo ojiplática, pasmada y respirando por instinto. ¿Dijo lo que creo escuchar? No puedo decir nada, las palabras han salido huyendo. No logro tejer una sola frase, tengo un shock neuronal. Por favor, que lo esté imaginando. ¡Él quiere que me quede! Al ver que no respondo, continúa hablando:
—Han sido, cinco días, aproximadamente diez horas en las cuales he estado analizando muchas cosas. Entre ellas, volver a verte... —sus palabras me provocan un vuelco en el corazón, ahora mismo todo el sufrimiento vivido empieza a convertirse en nada. —A pesar de todo, sigo pensando en tí, tenerte aquí, frente a mí... Yo no lo creo. Allá dentro temía que fueses una de mis vanas ilusiones, soñé tantas noches con poder tenerte cerca otra vez... —Cubro mi cara para soltarme a llorar, mi pobre corazón. —Te extrañé, y no quiero que te vayas. —Escucho sus pasos, y sus brazos me rodean.