La Chica De Un Zimmerman (zimmey libro 2)

—27—

[MARATÓN 1]


Los frenos del auto de Clare han fallado, nuevamente. ¿Cuántas veces ocurrió esto? Según Paul, mi hermano tenía una sospecha sobre lo misterioso del bendito auto descompuesto cada dos por tres, no solo eran los frenos, las llantas y el tubo de aceite también presentaban problemas de forma intermitente, no había razón, el auto si bien no era tan nuevo, tampoco es de la década pasada. Ya habían optado por usar uno de los tantos de mi padre o que él pasara por ella cada día, pero en vista de que estuvo en el taller, hoy lo podía usar con tranquilidad, ¡Recién salía del taller! Sólo ha pasado por el centro comercial, y tuvo un accidente. No podía quedarme tranquila, pese a que Theodore está bien, y Clare había sufrido solo golpes, nada grave. Sabiendo que estaban en casa de mis padres, tenía que convencer a Paul de ir con ellos. Y solo me pregunto: ¿Es esto parte de la jodida venganza? Porque la historia se repite, primero fui yo, luego Paul y su accidente. Theodore, y ahora Clare.

Al llegar a la casa, todos quieren matar a Paul, se supone que yo no debía enterarme. Desde mi posición lo defiendo, no tenía idea de que yo estaría de cotilla escuchando conversaciones que no me corresponden. El ambiente es tenso, se limitan a conversar de trivialidades, pero estoy absolutamente segura de que ese no era el tema que tenía sobre la mesa antes de que llegaramos. Aprovecho que Gail debe subirle las medicinas a Clare para irme con ella, hablamos sobre mi embarazo y mis escasas visitas durante el recorrido, le pido algo de comer, puesto que en casa no sentía ganas de comida, pero ya es más que necesario que lleve alimento a mi estómago. Ella entra a dejar las pastillas, cuando sale, es mi momento de entrar.

—Hola Clare. —Saludo cerrando la puerta tras de mí.

—Phoebe, ¿Qué haces aquí? —Murmura con preocupación en su voz. —No deberías estar aquí, habíamos quedado en que esto quedaría entre nosotros.

—Escuché la conversación, lógicamente, no me podía quedar de brazos cruzados en casa, eso sólo empeoraría mis nervios. No te preocupes, estoy bien, algo impactada por el susto de tu accidente, pero ya más tranquila. —Acaricio mi panza. —Mi querido esposo me ha prohibido sobresaltarme, ponerme muy loca y alterarme. Me alegra que esto sólo haya quedado en un jodido susto. —Ella solo tiene golpes en la cara, el collarín de protección y... Frunzo el entrecejo al notarlo, ¿Qué?

—Me he lesionado el dedo anular, ahora sí que no me puedo casar. —Dice con sorna haciéndome reír, lo tiene entablillado con una férula. —De todos los lugares, yo me lesiono lo más tonto. Pero por fortuna no ha pasado a mayores, claro, sin contar que ahora el tonto de tu hermano no me va a dejar tocar un auto sin vigilarme. Se siente bien estar aquí, los Grey son una familia fabulosa, ahora te comprendo, tener la atención de todos volcada sobre tí, es una cosa de cuidado. Aquí entre nos, me he hecho la dormida para evitar tener a Theodore todo el tiempo aquí, nunca me ha gustado ser el centro de atención, pero él se toma en serio aquello de "soy tu Superman" y estoy desesperada, la señora Grace me ha dado tres días en reposo, pero ya con unas horas, me estoy volviendo loca.

—Comprendo ese sentir en su totalidad, después del mes de reposo y gracias a Paul, he pasado semanas sin hacer absolutamente nada. —La miro, parece divertida con la situación, pero sus gestos de dolor son evidentes. —Tus padres, ¿Lo saben?

—Les he llamado, por supuesto que han querido venir, pero les he dicho que estoy bien. En cuanto mejore, voy a verles, no podría soportar estar con mi mamá cada segundo del día, ella puede ser intensa cuando se lo propone, mira que la conozco bien y sé que acabaría por quedar loca.

—Madres, son una cosa indescifrable. Nunca sabes con lo que aparecerán. Tengo la experiencia, mi madre es increíble y cuando se lo propone, es mejor agarrarse bien. —Murmuro riéndome.

—Hablando de madres, ¿Cómo está la pequeña que nos trae vuelta locos a todos?

—Perfectamente bien, no debe tardar en despertar. Siempre toma más o menos esta hora para hacernos saber que está ahí, creo que tiene mucha prisa por salir. —Siento su movimiento. —Ahí está. Es bastante discreta justo ahora, pero espera a que escuche la voz de Paul y arma unas fiesta tremenda allí dentro.

— ¿Y si es incómodo o cómo?

—Hay días en que parece estar de perezosa y tiene movimientos suaves, en otros es muy brusca. Pero aprendes a llevarlo, cada patadita, el mínimo movimiento, saber que está ahí, hace de esta etapa algo espectacular y especial. —Me mira sonriente. —Creo que Rose, va a ser un poquito insolente. Digo, el padre tendrá quien le saque canas verdes y los abuelos quien se las convierta en azul.

Veo en sus ojos cansancio, lo más seguro es que las medicinas le causen sueño, se le nota el esfuerzo que hace por no dormirse. Le digo que la dejaré descansar, trata de disculparse pero en realidad no tiene porque hacerlo, su cuerpo solo responde a la reacción de las pastilla, apago la luz a salir. Voy directo a la cocina, donde Gail ya estaba empezando a colocar todo en un bandeja para llevármelo, la detengo y simplemente paso todo a la encimera. Ella se va a terminar de recoger unas tazas a la sala, entonces, me doy cuenta de que me falta alguien. Como si perdida en medio de la selva me encontrase, tomo inspiración y grito:

— ¡Paul!

Es cuestión de segundos, tengo a toda la gente que se encontraban en la sala tratando de entrar a la cocina.

— ¿Qué pasó? ¿Estas bien? —Paul es el único que se acerca a mí para hacerme una revisión.

— ¡Que exagerado son todos! Yo solo he llamado a Paul y ustedes están aquí. No me pasa nada, estoy perfectamente bien. —Ellos se van sin decir nada. —Quería invitarte a cenar.

—Cariño, come tú. A mí se me ha pasado el hambre, pero tú disfruta. —Gruño negando con la cabeza.

No, no, no.



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En el texto hay: pareja, romance, amor

Editado: 29.08.2020

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