Del porqué tener a todas las mujeres de la familia en mi casa es una pésima idea, la pregunta aquí es, ¿En qué momento lo acepté? Aunque la interrogante real sería, ¿Por qué demonios Paul ha ido a trabajar en sábado? Su apoyo moral sería más que conveniente. Las escucho conversar entre ellas sobre lo que sería el famosísimo baby shower, al cual me negué, pero que la abuela Grace me ha convencido de hacerlo. Me llevo a la boca la enésima papa que invade algo más que mis papilas gustativas y que pronto se verán reflejadas en mis nalgas, comer es lo único que me salva del aburrimiento que me deja esta reunión. Mamá, las tías Mía y Kate, son un grupo; Hannah, Clare y Gina son en otro, en tanto la abuela Grace es como la directora de evento. Parlotean, hablan como chachalacas, me ponen loca, son como un juguete de cuerda que nunca va a parar.
Que si la comida, las dinámicas, regalos, invitados y más. ¿Qué más regalos? Todas ellas ya han dejado muchos obsequios para la bebé, ¿Para qué invitados?
—Creo que debería ser solo la familia, somos suficientes. —Doy mi aporte. —Es más, no habrá nadie más felices que nosotros mismos por el nacimiento de Rose. Ah, y con respecto a la fecha, recuerden que la señora Judith vendrá para mi semana treinta y seis, deben ubicarse en esos días.
Me levanto del sillón, no tengo más que decir. Estoy fastidiada, es mi hora de la siesta vespertina, y claramente, no puedo hacerlo con ellas aquí. En la cocina, me sirvo un poco de zumo de naranja, para pasarme las papas que me tragué, cojo unas cuantas galletas y aprovecho para comerlas. Picky aparece, ya ha regresado de su paseo de sábado por la tarde, relleno su tazón con agua y él la bebe como si alguien se la fuese a tomar, mi peludo está cansado. Cuando termina, se echa en su lugar, plenamente satisfecho. Mi hermoso no es malo, estoy segura de que es Nancy quien no se gana su afecto, justo ayer, se me ha escapado de la habitación y fue justo al bote donde estaba recogida la basura para tirarla, y ella tuvo que hacer de nuevo el trabajo, no se puede molestar, él no sabe lo que hace, o eso creo.
Se ha dormido. Elevo mi vista de suelo para encontrarme a mamá apoyada en el umbral de la puerta, le sonrío. Ella se acerca a mí, robándome un trago de zumo.
— ¿Es demasiado para tí? —me pregunta dejando el vaso sobre la encimera. —Muy feliz con que estemos organizando tu baby shower, no te he visto.
—Me abruma todo esto. No duermo bien por las noches, Rose ha establecido su horario de diez a altas horas de la madrugada para jugar, las contracciones, mi espalda y los pies hinchados, son un montón de cosas. No es que no quiera estar con ustedes, es solo que no puedo controlarlo, mis cambios son bruscos, y no voy a culpar solo a las hormonas.
—Te entiendo, ha sido hace muchas lunas atrás, pero aún recuerdo las últimas semanas, tú en especial, nunca encontrabas la comodidad mientras estabas despierta, eran unas vueltas increíbles. Pero todo valió la pena cuando pude verte, abrazarte, escucharte y darte un beso.
— ¿Nunca pensaron en tener más hijos? En algún momento me hubiese gustado ser hermana mayor de alguien.
—Cariño, de ser por mí, juntamos un equipo completo de fútbol. Pero dos embarazos fueron suficientes para tu padre, el hombre hizo que nacieras por cesárea, creo que con un tercero, hubiese preferido un vientre de alquiler a pasar sustos que dieron gustos, finalmente. —Río. Ya me imagino al señor Grey todo loco, sin saber que hacer, mi controlador padre. —Aún mantiene la esperanza de que desista del parto natural, toma infusiones de té para los nervios. Deberías pensar un poco en la posibilidad de la cesárea.
—No, mamá. Ustedes son mis padres y respeto muchas opiniones suyas, pero Rose es mi hija, sobre ella decido yo. Paul y yo ya hablamos, nadie va a hacer que cambie de idea. —Tomo su mano. —Siento mucho si fui grosera, pero espero que al menos tú me comprendas. Quiero ver a mi hija en sus primeros minutos de vida, y créeme que no insisto en lo natural por la herida, sino por el sentimiento que esto me produce. Rose va a venir al mundo, con la misma cantidad de sudor que me costó hacerla.
—Phoebe —dice escandalizada, para después soltar una risotada—, si tu padre te escuchara diciendo esas cosas tan fuera de lugar.
—Bueno, el señor Grey no está aquí, tu si. Así que, si no le dices, no veo el problema.
—Ni perdiendo la chaveta le digo, soy muy joven para enviudar. Con respecto a nuestro tema de conversación central, no estoy de acuerdo... —estoy por protestar cuando su mano se alza para hacerme callar—, pero como madre, voy a apoyarte en lo que decidas que es mejor, ¿Estamos?
—De dos, va uno —doy pequeños aplausos. —Eres la mejor mamá del mundo, ¡Te adoro demasiado!
Tras dejar el vaso ya lavado en su lugar, regresamos a la sala, donde por al menos una hora más, me toca seguir escuchando hablar sobre lo mismo. Al final, deciden hacerla en casa y bastante familiar, menos mal. Una vez que se han marchado, solo quedamos Clare y yo, ambas refunfuñamos por la compañía de tanta seguridad. Me acompaña a caminar un poco, es mi ejercicio. Conversamos sobre sus terapias, de cómo poco a poco ha ido avanzando, el paso más importante lo dió al decidirse por una segunda oportunidad para amar, y la ayuda de Theodore ha sido lo fundamental. Más tarde, tomamos la decisión de ir a la empresa, puesto que ambos chicos se encuentran ahí.
Al llegar, tomamos el ascensor, es ella quien se encarga de presionar el botón para dirigirnos al último piso. Cuando las puertas se abren, nos separamos, ella se va por el pasillo que lleva a la oficina de Thed y yo a la de mi amor. Finjo mi mejor sonrisa al encontrarme con Sandra, parece no estar para nada ocupada, puesto que de lejos le veo maquillarse.
—Buenas tardes, Sandra. ¿Está mi marido?
—Buenas tardes, el está en... —pone una sonrisa bastante perturbadora. —En su oficina. Ya que la orden es que pases sin esperar afuera, puede entrar, señora Zimmerman. —Me suena bastante sarcástica cuando dice las últimas palabras.