Quince días pasan, y no recupero mi ánimo. He despertado indispuesta. Observo el reloj, y están pasando las diez de la mañana, me encuentro aún en la cama. No he encontrado los ánimos para abandonar la habitación o ir a dar un paseo. Mis días son un resumen entre dormir y comer. Tampoco he querido recibir visitas, ni siquiera yo sé que me pasa.
—Phoebe, tienes una llamada del señor Zimmerman. —Anuncia Nancy. Picky gruñe en dirección a la puerta, lo de ellos, nunca va a ser. —Dice que ha marcado al móvil y no respondes. He traído el teléfono, pero por obvias razones no puedo entrar.
—Dame un segundo —respondo. Me levanto de la cama para ir hacia la puerta. La abro dejando solo una pequeña abertura para que pase el teléfono. —Gracias, Nancy.
—De nada. Aprovechando que estoy aquí, ¿Quieres caldo para el almuerzo?
—Eso estaría perfecto. Ah, y por favor, trae las croquetas de Picky para que pueda comer, gracias.
Cierro la puerta y regreso a la cama, ¿Dónde dejé el jodido móvil? Me llevo el teléfono a la oreja.
—Hola, cariño. —Susurro.
—Mi amor. —Dice con suavidad. — ¿Te sientes bien?
—Sí, ya sabes cómo son mis días. Lo normal.
— ¿Por qué no coges el móvil? —suspiro. —Come bien, cariño.
—No tengo idea de dónde lo he puesto. Después del almuerzo me pongo a buscarle, ¿Vienes hoy?
—Umh, no. Justo llamaba para decirte que debo hacer un viaje imprevisto a New York, y es muy posible que regrese hasta mañana. —Uy, no. —Yo sé que no has querido ver a nadie, pero aunque solo sea una noche, no quiero que te quedes sola. Es por ello que hablé con Hannah para que pase por tí y duermas hoy en la casa, ellos se van mañana después de medio día, ¿Qué dices?
—Está bien, si voy. Pero no es necesario que venga, yo le puedo decir a Sawyer que me lleve, me llevaré a Picky también.
—Vale, yo le diré que llegas. Sabes que lo hago porque quiero que te cuiden bien, ¿Verdad?
—Sí, cariño.
—Bueno. Mi amor, tengo que tomar el vuelo, te llamo antes de dormir. Te amo.
—Te amo igual, besos.
Dejo el teléfono en la cama y me pongo en pié para hacer la búsqueda de mi móvil, el primer lugar es mi bolso, claramente no está ahí porque no he salido, tampoco en el baño, ni en el vestidor, rebusco en los cajones y nada. Vaya, que en cuanto esté debajo de la cama, la hago completa. Decidida, levanto la almohada, y el artefacto se encuentra ahí. Está sin nada de carga, lo conecto y le dejo sobre el buró. Me vuelvo a recostar en la cama, el único lugar donde deseo estar ahora.
Llega la hora del almuerzo y me bebo el caldo sin mediar palabras con Nancy. Por algo que no tengo muy claro, estoy molesta con ella. Es la única persona que permanece en la cocina, y en cuanto pregunté por mis alimentos perdidos, se hizo la despistada diciendo que no había visto nada. Cuando termino de comer, regreso a la habitación para preparar un bolso con mi ropa. Las contracciones son parte de mi día a día, cada vez aparecen con más frecuencia y son una locura total, claro, ya van avanzados poco más de los ocho meses. Estamos un paso más cerca de que esta etapa termine, y eso me embarga de alegría, porque en verdad odio ser una meona incontrolable y mis cambios de humor están a nada de volverme loca. Le llamo a Hannah para decirle que voy a salir de casa para ir con ellos, le pido ayuda a Sawyer para sacar el bolso con mis cosas y la pequeña maleta de Picky, además de cargar al peludo para evitarle algún encuentro no deseado para él. Le indico a Nancy que Víctor se quedará aquí para cuidar del lugar, que cuando se vaya le avise para que pueda asegurar todo. Salimos de la zona del estacionamiento en cuestión de segundos, y unos minutos pasan cuando nos integramos al tráfico.
Una hora después, el auto se estaciona dentro del jardín de la casa. Este lugar me deja sensaciones muy extrañas, ni siquiera había pisado la casa desde aquella fiesta que acabó siendo la peor de todas a las cuales he asistido, me trae muy malos recuerdos. Picky me sigue cuando vamos a entrar. César es quien me recibe.
—Phoebe, te estábamos esperando —besa mi mejilla. —Pasa, pasa. Hannah está en la cocina, ve con ella, yo me encargo de tus cosas. ¡Hola Picky!
Mi educado peludo le mueve la cola en señal de saludo. Esta vez, se queda con ellos. Camino hasta llegar a la cocina donde me encuentro con la mujer afanada comiendo pepinillos.
—Uh, Phoebe —se chupa todos los dedos para después limpiarse con la servilleta. —He tenido unos antojos raros y estas cosas me saben a la gloria misma. ¿Y cómo está la mami más hermosa?
—Hannah, comprendo perfectamente eso de los antojos, esos a los que a alguien no embarazado podrían parecerle terrible, pero que para nosotras es como tocar el cielo. —Le doy un abrazo. —Yo, casi ruedo más de lo que ando, pero estoy muy contenta.
—Que maravilloso. Habíamos querido ir a visitarles, pero mi hermano nos dijo que te encontrabas indispuesta, ¿Ya estás bien?
—Mejor. Sólo son los cambios de humor y eso, he cogido por dormir mucho y estar a solas. Me molesto por todo, la verdad, estoy insoportable.
—Supongo que no querías venir aquí entonces.
—Seré sincera, y no, prefiero estar en el seno de mi hogar. Pero Paul iba a estar intranquilo si me quedaba sola, por eso estoy aquí.
—Mujer, tranquila. Aquí entre nos, he tenido mis días y noches, la semana pasada, mantuve a César en raya, ni siquiera le dejaba acercarse a mí. —Le sonrío.
Picky nos interrumpe cuando entra, tras de él, llega César.
—He dejado tu bolso en la habitación, y tu chófer dijo que esto le pertenece al chucho.
—Muchas gracias, César. Saca sus tazas por favor, en una va el agua y la de su comida está dentro de una bolsa azul, puesto que no se la terminó.
—Por supuesto que sí.
Él se encarga de cumplir mis indicaciones, el peludo se lanza sobre lo que queda de sus croquetas y luego bebe agua. Mientras yo voy a la habitación para arreglar mis cosas, Hannah me acompaña y Picky se va con César al jardín. Entramos a la habitación asignada para Paul, y si tiene que ver mucho con él. Una vez que todo queda en su lugar, aprovecho para quitarme la ropa que me he puesto para salir, y cambiarlo por la pijama.